Más allá de los transgénicos

Autor: Andrea Arboleda Yarce
21 mayo de 2017 - 01:00 PM

En más de 28 países y más de 18 millones de agricultores, siembran cultivos modificados genéticamente (desde maíz hasta papaya), que se ha convertido en unas de las formas tecnológicas de cultivo que con mayor rapidez han sido adaptadas a lo largo de la historia de la agricultura.

Colombia

La cifra mundial de hectáreas cultivadas con semillas transgénicas ascendió a 185,1 millones en 2016. Según el informe anual del Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología, Isaaa (por sus siglas en inglés), de esa cifra, 109.935 hectáreas se cultivaron en Colombia con semillas de maíz y algodón genéticamente modificado. 

En Colombia también se ve el rápido avance en la adopción de nuevas tecnologías que faciliten el desarrollo de una agricultura sostenible.  

Durante  2016, según cifras del Insituto Colombiano Agropecuario (ICA), se sembraron un total de 109.935 hectáreas entre variedades de algodón e híbridos de maíz: 100.109 hectáreas de maíz, 9.814 hectáreas de algodón y 12 hectáreas de flores genéticamente modificadas (GM).

Aunque por años se ha hablado sobre los cultivos y productos modificados genéticamente, ¿se conoce de verdad de qué se trata y por qué ha generado tanta controversia en el mundo?

¿Qué son los cultivos modificados genéticamente?

Según María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de Agro-Bio para la región andina, los cultivos genéticamente modificados (GM) son todos los que existen y considera que es un término que se ha usado más legal que científicamente, pues “desde que el hombre empezó a domesticar sus cultivos, a seleccionarlos, buscando siempre tener lo mejor de ellos, los ha modificado indirectamente, por eso lo que hoy existe en la naturaleza son cultivos con modificaciones genéticas”.

Sin embargo, hay un término de uso más común y que ha tomado mucha fuerza en los últimos 20 años: los transgénicos.

Para Rafael Arango Isaza, docente de la Escuela de Biociencias de la Universidad Nacional, sede Medellín, los trasgénicos “son cultivos de plantas a las cuales se les ha modificado su material genético mediante la introducción de un segmento de ADN, utilizando la biotecnología”. Proceso que se realiza por medio de la tecnología aplicada a los procesos biológicos. 

“Con este proceso se buscan ciertas condiciones favorables para un cultivo con el objetivo de que sea resistente a una plaga y también a ciertas condiciones medioambientales o de productividad”, explicó José Vicente Cadavid, docente de la Escuela de Biociencias de Eafit, quien además señaló que esto se da en condiciones de laboratorios donde producen una semilla que viene ya con la combinación genética deseada.

Uscátegui agregó que los cultivos transgénicos permiten “usar la ingeniería genética para determinar qué función cumple un gen y gracias a eso podemos cortar, transferir y pegar en otro organismo”, buscando la modificación deseada.

¿Para qué sirven los cultivos transgénicos?

De manera general, estos cultivos son iguales a los obtenidos por medio de técnicas convencionales, por lo tanto su uso no varía a no ser que la modificación genética se haya realizado específicamente para cambiar su uso. 
 

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Uno de los propósitos de los transgénicos que señalan diferentes especialistas es el de poder resolver el problema del hambre en el mundo, ya que el rápido crecimiento de estos cultivos y la resistencia a ciertas condiciones del ambiente, permitiría recoger más cosechas.

José Liebovich, consultor en temas de desarrollo rural, explicó que “los cultivos modificados genéticamente han sido el resultado de años de investigación científica y tienen muchas ventajas y es una solución al problema de baja productividad, el problema del hambre que puedan sufrir gran parte de las personas en el mundo”.

En la actualidad, los genes que están presentes en cultivos transgénicos comerciales, según indicó el ICA, “son para dar tolerancia o resistencia a algunos insectos, plagas, herbicidas, virus y, en algunos casos, se han modificado algunas rutas metabólicas para generar cambios en los contenidos y en los tipos de ácidos grasos y, en ornamentales, cambio de color en la flor”.  

Los beneficios generales que se pueden encontrar en los cultivos modificados, aunque dependen del gen y las características que tengan dichos cultivos, son amplios, según fuentes consultadas.

Para el ICA, estos beneficios van desde el cultivo hasta la producción, pues “reducen algunas labores, por la tolerancia a plagas, a enfermedades y a condiciones adversas del ambiente”; adicionalmente, en “las actividades de mecanización y preparación del suelo, por lo que disminuye erosión, mantiene la humedad del suelo y ayudan a conservar la microfauna y la flora”. Lo que para el agricultor se traduciría  en favorabilidad en la reducción de los costos.

¿Qué tipo de cultivos o semillas hay en Colombia?

En Colombia se aprobó el uso de plantas geneticamente modificadas desde el año 2002 y a la fecha se siembran cultivos de Organismos Vivos Modificados (OVM) de algodón y maíz. 

“El año pasado (2016) se sembraron más de 100.100 hectáreas maíz OVM y cerca 10.000 hectáreas en algodón OVM. Igualmente, se sembraron 12 hectáreas de flor “azul”, bajo condiciones de invernadero. A pesar de que hubo autorización para la siembra de un evento de Soya, ésta aún no se ha sembrado” señaló el ICA.

Así las cosas, Colombia pasó de 21 a 23 departamentos que cultivaron semillas modificadas genéticamente, siendo Meta, Córdoba y Tolima los principales departamentos biotecnológicos.
 
Meta, por ejemplo, sembró 24.169 hectáreas de maíz GM; Tolima 18.327 hectáreas de maíz y 5.281 hectáreas de algodón GM; y Córdoba 22.876 hectáreas de maíz y 3.859 hectáreas de algodón GM.

¿Quién regula en Colombia los productos transgénicos?

El país cuenta con un marco normativo establecido por la Ley 740 de 2002, la cual se derivó de la adopción del Protocolo de Bioseguridad de Cartagena, y fue reglamentado por el Decreto 4525 de 2005. 

En este Decreto se establecieron tres Autoridades para atender las solicitudes de acuerdo a sus competencias: Ministerio de Ambiente, Ministerio de Salud y Protección Social y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

Si el uso es ambiental, la autoridad que lo regula es el Ministerio de Medio Ambiente, si el uso es para la salud humana, el encargado es el Ministerio de Salud y Protección Social y si el uso es agrícola pecuario, la regulación cuenta por parte del Ministerio de Agricultura, que le concedió la facultad al ICA de ser el ente técnico.

En lo que compete al ICA, el proceso se reglamentó mediante la resolución 946 de 2006, por la cual se estableció que la liberación comercial de semillas transgénicas estaría dada por dos componentes.

“El primero es que el Organismo Vivo Modificado tiene que ser sometido a la reglamentación de bioseguridad de la ley 740 de 2002, es decir, a una estimación de riesgo que se realiza caso a caso y una evaluación en campo para medir efectos sobre poblaciones de artrópodos indicadores. El segundo es todo el procedimiento que hace la entidad de forma misional, para autorizar el uso de cualquier cultivo en el  país”, precisó el ICA.

Cada uno de los países donde se autorizan estos organismos cuentan con autoridades que verifican la bioseguridad de dichos organismos, por lo que estos son evaluados en muchos sitios y por diferentes organismos para determinar la seguridad.

¿Es cierto que son dañinos para la salud y el equilibrio ambiental?

Mucho se especula acerca de los daños que podría tener sobre la salud humana el consumo de productos transgénicos, sin embargo, aunque se han adelantado muchas investigaciones por parte de diferentes entidades en el mundo, no se ha podido demostrar científicamente, en más de 21 años de estudio de este tipo de productos, que puedan generar una enfermedad. 

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Según Uscátegui, “la Organización Mundial de la Salud (OMS) y academias de ciencia, sacaron a finales del año pasado una investigación sobre los últimos 20 años de estudios relacionados  con estos temas y dicen que no encontraron que produzcan alergias, que hayan sido tóxicos, porque, incluso, han dicho que producen autismo y hasta cáncer. Ninguno de estos estudios ha comprobado que sea por alimentos genéticamente modificados”. 

Por otro lado, Cadavid opinó que “la discusión está en que no se conocen los riesgos sobre la salud o sobre el medio ambiente o seguridad alimentaria porque se cambian las condiciones naturales de cultivo adaptadas a las condiciones medioambientales.”

Sin embargo, Uscátegui agregó que “se dice que los modificados genéticamente son más amigables con el medio ambiente que los mismo convencionales.”

La nutricionista Pilar Serrano explicó que la biotecnología quiere, a través de las modificaciones genéticas en los alimentos, poder hallar las características para el tratamiento de enfermedades. “Prevenir enfermedades a través de la alimentación es el objetivo más ambicioso de los avances de la ciencia dado el impacto que tiene el consumo de alimentos dentro del intercambio de material genético o sustancias con actividad biológica, por ejemplo los antioxidantes, entre el ser humano y el medio ambiente”, por eso Serrano argumenta que este tipo de productos trae beneficios a la salud.
No obstante, se han encontrado algunas desventajas desde el desarrollo de los diferentes cultivos GM en comparación con los cultivos convencionales. 

Para el ICA, por ejemplo, estas desventajas se pueden centrar en “el costo de la semilla, que ya modificada es elevado, son cultivos que están muy regulados y aún son pocos los cultivos OVM comerciales y pocas características”.

¿Realmente tienen futuro este tipo de cultivos en Colombia?

Desde Agro Bio creen que en Colombia y en el mundo los cultivos modificados “son una ciencia que llegó para quedarse y que ha demostrado los beneficios para los que la desarrollan, es una tecnología mucho más rápida y eficiente de obtener un mejor producto y que lo que hoy tenemos es apenas la primera generación de esta tecnología”.

Así mismo, José Vicente Cadavid, docente de la Escuela de Biociencias de Eafit, considera que sí hay futuro, porque hace parte de las grandes revoluciones de la tecnología y, como tal, está en expansión; sin embargo, cree que hacen falta más investigaciones para el manejo y el desarrollo de estos productos.

En cambio José Liebovich, consultor en temas de desarrollo rural, opinó que estos cultivos “pueden prosperar, lo importante es que no se vaya a arrasar con las semillas nativas, las variedades tradicionales, porque la riqueza del país también está en defender las variedades de semillas que tenemos en el país. Lo importante es que las autoridades cuiden que si bien se puedan desarrollar estos cultivos, no se eliminen los tradicionales.”

María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de Agro-Bio para la región andina, afirma que lo que se viene para esta ciencia traerá beneficios a los consumidores, puesto que en la etapa anterior los beneficios fueron para los agricultores. “Esta primera ola estuvo más enfocada al agricultor, en beneficios agronómicos, que indirectamente mostraron beneficios ambientales o beneficios económicos. Poder producir alimentos para una población creciente, seguridad alimentaria; y el otro desafío es poder producir sosteniblemente.”

Aunque no se ha demostrado desde la ciencia si los cultivos modificados le hacen daño a la salud humana, lo cierto es que cada vez más hay más investigaciones y proyectos en miras a aumentar estos productos alrededor del mundo, y Colombia no se queda atrás. 

Desarrollo que se adelanta en Medellín

Un grupo de investigación de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, y la Corporación para Investigaciones Biológicas, CIB, ha desarrollado unas líneas de papa geneticamente modificadas de las variedades Diacol Capiro, Parda Pastusa y Pastusa Suprema.

Dichas variedades son resistentes a la polilla guatemalteca de la Papa (nombre científico: Tecia solanivora). 

Hasta el momento, estos estudios se han hecho, principalmente, en el ámbito de laboratorio e invernadero.

Para los desarrollos en papa se ha recibido financiación de Colciencias, del ministerio de Agricultura y de Fedepapa, entre otras instituciones. Adicionalmente, en esta investigación también han participado otras instituciones como Corpoica La Selva y Corpoica Tibaitatá.

Los estudios también han dado lugar a la publicación de varios artículos científicos y a la formación de estudiantes en maestría y doctorado. 

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