Fue muy importante su aporte a la Constitución de 1991, en lo que dice a la planeación de las actividades del Estado
Como primogénito y continuador de su padre, Mariano Ospina Hernández estaba predestinado a la ingeniería y la política, actividades en las que no se limitó a seguir ilustres huellas. Lo mismo ocurre con sus admirables estudios sobre las orquídeas colombianas, que tanto deben a la afición de doña Berta, cultivadora de esas incomparables epífitas desde antes de su incorporación a la política. Así que la vocación de servicio público, a la cual dedicó desde la juventud lo principal de su actividad: concejal, senador, embajador, constituyente, le llegó por ambos lados.
Lea: Murió Mariano Ospina Hernández, hijo mayor de Mariano Ospina Pérez
Y en la esfera privada actuó como ingeniero, urbanizador, botánico y profesor.
Todas estas ocupaciones, a lo largo de una prolongada vida, estuvieron signadas por el rigor científico, sea como naturalista, sea como tratadista en asuntos de planificación urbanística y económica.
A pesar de 45 años de amistad y colaboración política, me queda difícil establecer cuáles fueron sus mejores servicios para el país. Quizá su gerencia en la Caja Agraria, fundada por su padre e injustamente liquidada por el vendaval neoliberal. Tal vez su cátedra en Harvard, desde donde planteó iniciativas fundamentales para el futuro de Suramérica, mediante la adecuada utilización de la inmensa red fluvial del continente y la protección de la Amazonia. También fue muy importante su aporte a la Constitución de 1991, en lo que dice a la planeación de las actividades del Estado para evitar decisiones precipitadas, politizadas o absurdas.
Mariano disfrutó de salud, larga vida y especial lucidez, acompañado desde 1953 por su incomparable esposa, Helena Baraya, apoyo y complemento perfecto durante 65 años. Dotada como nadie de inteligencia, incansable actividad y buen juicio, la alegría, agudeza y delicadeza de Helena suavizaron siempre y positivamente la austeridad de su marido.
En estos horribles últimos siete años, Mariano y Helena han estado dedicados en cuerpo y alma a la defensa de las instituciones democráticas, razón de ser del tradicional conservatismo colombiano. De la actividad multiforme de esa pareja en esta misión ofrece testimonio La Linterna Azul, imprescindible blog dirigido por ellos, para comprender los peligros y traiciones que acechan al país.
Nos deja Mariano Ospina en los momentos de cauto optimismo que disfrutó en sus últimas horas.
Me inclino ante el patriota, el cristiano y el guía político que nos acaba de dejar.
Le puede interesar: Frente republicano o catástrofe