El arte es primero elaboración, artificio en su sentido humano de oposición a la naturaleza y los poemas de Macías por el contrario parecen emanar de la tierra y coronar la vida
Un poeta como Luis Fernando Macías es único en su generación y se deben esperar décadas antes de tener uno similar. No hay secretos ni misterio en su trabajo, es tan natural y razonable su ejercicio que podemos albergar la duda de la existencia de la algo así como la inspiración y es que en su escritura respira un trabajo paciente, silencioso y sencillo que une palabras con la seguridad de que hay un profundo sentido que necesariamente será entregado sin prisas y develado en la lectura serena.
La poesía en su acepción original alude al hecho por el cual la labor del ser humano hace visible el ser por medio de palabras, materiales, acciones, es el camino del arte. El arte es primero elaboración, artificio en su sentido humano de oposición a la naturaleza y los poemas de Macías por el contrario parecen emanar de la tierra y coronar la vida. La poesía aquí es también el curso mismo de la naturaleza, lo que brota y emerge desde sí misma como la vida en la tierra y el poema es el esfuerzo por captar esa energía, esa compleja realidad que siempre escapa, ese ritmo variable y rico que no se detiene. Llamamos poeta entonces a quien trata de captar ese movimiento vertiginoso de la naturaleza. Luis Fernando Macías es un poeta cabal que ha pasado de la contemplación al acontecimiento de hacer palpable no solo lo que nos rodea sino al ser mismo, nuestro ser humanos, seres vivos que somos afectados no solo por el curso de la naturaleza sino por el río de las propias pasiones, afectos y emociones.
Lea también: Las 64 paradojas de Luis Fernando Macías
También la poesía en este poeta es estar atento a lo que nos ha sucedido y allí se origina la idea de historia personal como la única historia posible, registro del ser y del acontecer. Al repasar la antología* que acaba de publicar, una suma selecta, podemos tener ante nuestro ojos un ejercicio de pensar, razonar y ver surgir el silencio como perfección de la mente Pero el poeta se ocupa también del alma, de lo que denominamos una procesión interior que hace visible en la palabra una multiplicidad emocional y sensitiva que permanece en el fondo del corazón y siempre nos espolea.
Se es humano al reconocer la inmensidad del alma, su capacidad para recibir todo y asimilarlo por incorporación de la monstruosidad, lo nefasto y lo sublime, lo enérgico, lo lánguido, lo tenue y la potencia misma de ser. Esta pluralidad, esta multitud que apenas la voz y el estilo registran con dificultad es la experiencia de la poesía. Experiencia de la poesía es experiencia del alma en todas las direcciones que el lenguaje permite. Porque no hay que olvidar que la poesía es la vida, la existencia, la vibración originaria, el ritmo del ser, y el poema y el mito poético como marco, sólo tratan de capturar, de repetir el principio de esa ondulación en la permanente oscilación de la materia. Nuestra alma, la de todos los seres humanos, es lo más cercano a la sustancia de la poesía, si algo quieren simular los poemas es esa excitación originaria de lo que es y en el caso de la poesía de Macías el acontecimiento ha tenido lugar.
*Macías, Luis Fernando. Todas las palabras reunidas consiguen el silencio, New York, 2017. Edición bilingüe.