Los perdedores de la globalización-El lento crecimiento de la economía

Autor: Darío Valencia Restrepo
5 marzo de 2017 - 07:46 PM

Durante décadas los salarios reales de dichos trabajadores se han estacado o incluso han decaído; además, escasean las oportunidades de empleo y crece la inseguridad en el futuro

Un artículo de Paul Arbair en wordpress.com sostiene que el auge del populismo en muchos países no se debe a políticos sin escrúpulos que propagan mentiras o que simplifican excesivamente la realidad, ni tampoco a votantes ignorantes o llenos de prejuicios (http://tinyurl.com/PaulArbair). Sostiene este autor que existe una razón más convincente: se trata de una revuelta contra el establecimiento por parte de los perdedores en la globalización. Aunque este proceso ha sacado de la pobreza a millones y disparó el surgimiento de una clase media en países en desarrollo, al mismo tiempo ha socavado en Occidente las clases media y trabajadora. En efecto, durante décadas los salarios reales de dichos trabajadores se han estacado o incluso han decaído; además, escasean las oportunidades de empleo y crece la inseguridad en el futuro.

Es necesario registrar el auge del sector servicios durante la globalización como resultado del progreso tecnológico y, sobre todo, de una economía basada en transacciones financieras. Aparece entonces una creación nominal de riqueza, al igual que surgen nuevos empleos, gracias a operaciones que mueven dinero para obtener más dinero. Pero como se requiere tener cierta calificación o conexiones para beneficiarse de una economía centrada en los servicios, muchos se ven relegados a oficios menores, y lo usual es que estos miren a los migrantes como competidores ilegítimos en la lucha por empleos escasos y servicios públicos.

Como existe otro efecto concomitante de la actual globalización, Arbair se ocupa luego del crecimiento de la economía, un atributo considerado esencial por el tradicional orden político y social para mantener funcionando y estable dicho orden. Un período prolongado de bajo crecimiento puede impedir la mejora en las condiciones de vida, incrementar la volatilidad financiera y exacerbar la concentración del ingreso y de la riqueza en el proceso de acumulación de capital, algo que es la esencia del capitalismo. Será más difícil mantener la sostenibilidad fiscal y aumentarán las tensiones políticas y sociales, al igual que aparecerá el riesgo de dislocación o fragmentación política o geopolítica. En cierta medida, todo lo anterior está ya aconteciendo.

El lento crecimiento económico no es un efecto posterior a la reciente Gran Recesión sino parte de una más profunda enfermedad que precede, y en realidad pudo ayudar a causar la crisis financiera. Se ha tratado de explicar el poco crecimiento mundial en razón del excesivo endeudamiento de los agentes económicos, del déficit crónico de la demanda como resultado del envejecimiento de la población y el aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza o, finalmente, de los rendimientos decrecientes de la innovación tecnológica. Pero los factores anteriores son en realidad síntomas de la situación y otras son sus más profundas causas.

Es necesario preguntarse si los líderes mundiales están a merced de fuerzas económicas y geopolíticas que son incapaces de controlar, la mayoría de las cuales se asocia a un lento o nulo crecimiento económico que alimenta la inestabilidad política en las economías tanto desarrolladas como en desarrollo. También es necesario examinar si las instituciones mantienen un funcionamiento aparente ya que son incapaces de resolver las grandes cuestiones de sociedades cada vez más complejas.

Finalmente, Paul Arbair afirma que el lento crecimiento no se debe ahora a restricciones de capital, trabajo o productividad de los mismos sino a limitantes en la cantidad y calidad de los flujos de energía y recursos naturales requeridos por la economía. Aumentan entonces los costos de adquisición, la degradación del ambiente y el calentamiento global, sin que estos dos últimos efectos suelan reflejarse en los precios. Además, considera la posibilidad de que la crisis política se deba a que ahora no es posible resolver los problemas con soluciones tradicionales pues viene creciendo la complejidad organizacional y técnica de la sociedad. Inversiones que vuelvan más complejas las sociedades ya parecen producir rendimientos decrecientes.

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