El ecosistema paramuno ha desempeñado una importante función socio-económica para las civilizaciones andinas como principal fuente de agua.
La Corte Constitucional acaba de emitir un Auto que se podría convertir en antecedente clave para la delimitación de los páramos en Colombia. Mediante el Auto, la Corte invalidó la Resolución 2090 de 2014 promulgada por el Ministerio de Medio Ambiente para delimitar el páramo de Santurbán, situado en su mayor parte en el Departamento de Santander, pues “no efectuó una convocatoria pública y abierta para entablar un diálogo con la comunidad”. En otras palabras, que no se tuvo en cuenta a la población que lo habita a la hora de hacer la delimitación del páramo. Como es bien sabido, en Santurbán existe una pequeña minería aurífera ancestral y un gran proyecto minero de una empresa multinacional.
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El fallo de la Corte sorprendió a la comunidad científica hasta el extremo de llevar a Brigitte Baptiste, la directora del Instituto Humboldt, a manifestar: “Se cae la delimitación de Santurbán por falta de consulta. Posmodernidad total: ¿(Será que) ahora la gente definirá la temperatura participativamente?”. A esto se suman las consultas populares, avaladas también por la Corte Constitucional, que aprovechan los populistas, ahora graduados de ecologistas, para impedir el aprovechamiento de los recursos mineros, petroleros e hidroeléctricos.
Por otro lado, en las redes sociales se está divulgando un video de cierto geólogo bien conocido por sus extravagancias, pero hábil en sus falacias para cautivar incautos, quien sostiene que en los páramos colombianos llueve muy poco y que, por lo tanto, es absurdo pensar que en estos ecosistemas se produzca gran parte de las aguas que alimentan los ríos y quebradas de la zona andina. Con este argumento llama a rechazar las restricciones que las autoridades ambientales y mineras tratan de imponer a las explotaciones mineras en los páramos.
El espacio de esta columna es insuficiente para caracterizar los ecosistemas que conforman los páramos en los andes septentrionales y en particular en nuestro país, como reguladores de los caudales de los ríos y quebradas que abastecen, entre otros, los acueductos de ciudades como Bogotá, Medellín, Manizales y Bucaramanga, amén de muchos medianos y pequeños poblados. Pero sí es importante sentar nuestra opinión sobre el respeto que merecen los estudios de los institutos científicos y centros académicos, así como los actos administrativos basados en dichos estudios y promulgados por el Gobierno Nacional, antes de someter sus conclusiones ante comunidades que por su insuficiente información van ser manipuladas por populistas con afanes electorales.
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El ecosistema de humedales alpino neotropical que se encuentra en la región más alta de los Andes septentrionales es conocido como “páramo”. Está ubicado entre el límite superior del bosque, aproximadamente 3.500 metros de altitud, y las nieves perpetuas, aproximadamente por encima de 5.000 metros (Hidrología del páramo andino, propiedades, importancia y vulnerabilidad. W. Buytaert et al, 2004: wouter.buytaert@agr.kuleuven.ac.be). El ecosistema paramuno ha desempeñado una importante función socio-económica para las civilizaciones andinas como principal fuente de agua. El clima, la presencia de suelos volcánicos poco profundos y porosos y la topografía formada por la acción de los glaciales, hacen que la hidrología superficial del páramo tenga características particulares de gran valor ecosistémico y socioeconómico, que es necesario reconocer en su vulnerabilidad y, consecuentemente, adoptar rígidas políticas proteccionistas.
Aunque las precipitaciones pluviales en las zonas paramunas no sobrepasen los 3.000 milímetros por año y la mayor parte del agua se infiltre en el suelo, lo que hace que la escorrentía no sea muy abundante, la contribución de las lluvias a los sistemas hidrológicos si es muy significativa. En efecto, las aguas infiltradas en el suelo actúan como reservorios que, como esponjas, regulan los caudales de las quebradas que nacen en los páramos lo que impide que durante la temporada seca disminuya el agua requerida para el consumo humano, para la agricultura y la ganadería y que además garantiza firmeza a la generación hidroeléctrica en las pequeñas centrales que operan sin embalse, una de las mayores fuentes de energía limpia que dispone la zona andina colombiana.
Los páramos en los Andes en gran parte conformados por rocas volcánicas tienen un comprobado potencial minero en los llamados depósitos diseminados de oro y cobre, de gran interés para las multinacionales mineras, razón por la cual es de suma importancia para nuestro país establecer una legislación minero ambiental avanzada, que proteja los ecosistemas y dé seguridad jurídica a los inversionistas y que, a su vez, salvaguarde a la Nación contra demandas jurídicas, como ya existen por el caso Santurbán y otras que desde ya se anticipan.
P.S. Invito a mis amigos y lectores a votar por Humberto de la Calle en la consulta liberal del próximo domingo, para iniciar así el proceso de llevar a la Presidencia de la República al estadista más capaz y ponderado con que hoy cuenta Colombia.