Durante el mes de diciembre, en el Hotel Dann Carlton Belfort estará exhibido Ancestros, el último trabajo del artista Alexánder Robledo.
Para Alexánder Robledo, todos las personas tenemos islas de pensamientos. Son los deseos y las expectativas que ciframos sobre un acontecimiento o una persona, o esas deudas que tenemos en el “escaparate de cosas por hacer” que nos van punzando y exigen su lugar en el mundo. Algo así le pasó a Robledo, con los elefantes, él que es artista desde hace 30 años y que cada vez que empieza un trabajo piensa cómo hacer algo con todas las ideas que tiene en la cabeza. Los elefantes se convirtieron, entonces, en su realidad más urgente.
“Los animales, y en particular los elefantes siempre me han parecido unos seres muy apasionantes. Tienen capacidades extraordinarias como la compasión, el autorreconocimiento, la memoria. Son muy apasionados y además adoptan a las crías de otros elefantes muertos, lo que es una muestra de ese amor desprovisto de egoísmo e intereses. Todas esas cualidades me llevaron a tomarlos como fuente de inspiración”, comentó Robledo, quien se refirió a su exposición Ancestros, que estará exhibida en el Hotel Dann Carlton Belfort durante todo este mes.
La obra la tenía guardada desde hace un tiempo y Robledo pensó que este era el momento propicio para sacarla a la luz, para exhibir un poco de este trabajo paciente que había estado haciendo con los elefantes: moldeándolos, dándoles un sentido más allá del real, interpretándolos a su manera. “Este es un estilo nuevo que yo he venido ensayando para mí mismo: son capas de manchas, todas únicas e independientes, que van formando esa imagen de los elefantes como seres de una sabiduría extrema, de los que podemos aprender mucho”, comentó el artista, quien agregó que trabajó con agua, aceite y óleos para lograr ese resultado en las pinturas.
Esa noción de Ancestros está ligada a una idea de los años y la experiencia que reflejan los elefantes, porque son animales, según Robledo, que desprenden un aura especial de ancianidad y sabiduría, como unos abuelos (los elefantes suelen vivir entre los 60 y 80 años) dueños de esa visión del mundo que la experiencia otorga. “Son tan parecidos a nosotros pero a la vez tan lejanos: ellos son incapaces de hacer daño a menos que los agredas. Son unos seres puros, nobles, que a pesar de su constitución y la posibilidad de hacer daño no lo hacen, al contrario, son cariñosos y cercanos. Hay en esa forma de estar en el mundo de ellos muchas cosas que podríamos aprender los humanos”, comentó Robledo.
Se trata de sustraer en cada pieza el ADN de cada elefante, detallar su mirada o enfatizar ciertos rasgos, para descifrar a través de esas pinceladas la existencia de estos seres ancestrales. “Ha sido un ser subvalorado y maltratado. Ha sido utilizado para la guerra, para cargar armamentos, para hacer trabajos pesados, y a pesar de eso muestra una parsimonia y una belleza íntima en sus movimientos, como si nada de eso hubiera pasado en la historia”, apuntó el artista, quien espera que la gente se pueda acercar a estas obras y descubra y aprenda sobre ellos.
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