Los bigotes del gato de Botero

Autor: Alejandro García Gómez
11 febrero de 2017 - 12:00 AM

18.I.17.- Blue Radio informa que han sido robados por segunda vez los bigotes de la escultura de un gato,

18.I.17.- Blue Radio informa que han sido robados por segunda vez los bigotes de la escultura de un gato, realizada y donada por Fernando Botero, que se encuentra en el Corregimiento San Cristóbal, municipio de Medellín. Que reponer cada uno de los catorce bigotes cuesta un millón de pesos, aseguró la secretaria municipal de Cultura. En días posteriores, a su paso por Medellín y con una mezcla de melancólica ironía, Botero, aseguró que no sólo en Medellín le roban los bigotes a su gato, que en ciudades del primer mundo también. Recomendó el resignado “deje así”.

¡Tisteza y vergüenza para nosotros!

Pero ahí no para la cosa. En este comienzo de año, quienes fuimos visitados por amigos o familiares que arriban por primera vez la Bella Villa, realizamos el irreemplazable paseo a la Plaza Botero. Se la nombró así en honor al mismo talentoso y bondadoso artista antioqueño. Él esculpió y regaló las veintitrés esculturas monumentales, con las únicas condiciones –según se asegura, sin poder demostrarlo- de cambiarle el nombre al antiguo Museo de Zea –contiguo a la plaza- por el de Museo de Antioquia (¿revancha de ex marido dolido?). Cosa que se hizo de inmediato y, hoy por hoy, los niños y adolescentes quizá no sepan que ese lugar, adonde los llevan desde sus escuelas y colegios, se lo conoció hasta no hace muchos años con el apellido del controvertido “prócer” del siglo XIX, del que Bolívar se atrevió a asegurar, en una de sus cartas: “Este hombre [Francisco Antonio Zea] es el más vil ciudadano que tiene Colombia… […] …un gran prevaricador”, después de que, enviado como diplomático al Imperio Británico por un empréstito para la Gran Colombia, lo firmó por 10 millones de libras pero acá sólo entregó 2 millones doscientas mil (¿Reficar, y el resto de pillerías actuales, es un juego de niños, entonces?).

La segunda condición que puso fue que éste debía “progresar”, porque se estaba quedando en la a$fixia total, al serle retiradas casi todas las ayuda$ e$tatale$. En este aparte hay hacer homenaje a quien se lo merece: Pilar Velilla, como su directora, consiguió los aportes remando a contra corriente. Admirable antioqueña, que con una labor callada (al igual que lo fue Gloria Inés Palomino en la Biblioteca Piloto de Medellín, que nos parió a tantos escritores de diferentes partes del país, y otras más como ellas), no han sido reconocidas en el valor que se merecen, y ahora.

Ojalá a Velilla -hoy Gerente del Centro de Medellín- se le preste la debida “colaboración”, porque se nota cierto desgreño en estos sitios. La fachada del edificio se ve llena manchas causadas por líquenes u hongos de un largo tiempo sin una mano amiga; y del parque, ni hablar. No hay policía que, con prudencia, haga respetar las esculturas de varios turistas indelicados. En cualquiera de ellas se ven no sólo niñas-os sino adultas-os encaramados intentando alguna maroma para la foto. Si de repente se ve algún auxiliar de policía o un policía-policía por allí, está chateando –así nos protegen hoy- o mirando hacia otro lado. Además, el turista debe andar ¡ojo vivo! con los amigos de lo ajeno.

Nota de semáforo.- Señor Alcalde, respetuosamente, ¿recuerda nuestra nota sobre los semáforos  con segundero y, particularmente el del cruce de la Avenida Oriental con La Playa, Clínica Soma? Pues está igual o peor. ¿Será que el señor Secretario de Tránsito Municipal está demasiado ocupado con lo de las fotomultas? En nombre de un gran número de ciudadanos, muchas gracias por leer esta nota, señor Alcalde.

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