Reseña de quién fue en la política Iván Duque Escobar, padre del presidente electo, Iván Duque Márquez, quien el sábado estuvo en Gómez Plata siguiendo los pasos y la huella de su progenitor.
En la reciente crónica de la política nacional los apellidos de moda han sido los Uribe y los Santos porque uno de ellos, Álvaro, y el otro, Juan Manuel, se quedaron ocho años en la presidencia del potro indomable que es Colombia.
Antes de ellos sonaban todos los días los apellidos Serpa, Pastrana, Samper, Gaviria, Barco, Betancur, Turbay, López Michelsen, los Lleras, Los Gómez y ahí para atrás otros muchos más.
Pero antes y después del pasado 17 de junio ha sonado por todas partes el apellido Duque, que ha invadido emisoras, periódicos, las pantallas de TV y las hoy temibles pero usadas redes sociales, además que en cuanta reunión que se lleva a cabo en este país, sólo se menciona ese patronímico.
La fama inusitada por estos días del apellido Duque se debe, obviamente, al sorprendente triunfo electoral de un joven desconocido hace cuatro años en el complejo mundo del poder público y político: Iván Duque, quien hoy ya funge como presidente electo de Colombia.
Y paralelamente a ese apellido, que está de boca en boca, hay otra denominación que también ha cogido vuelo reciente y es el de Gómez Plata, que aunque parece que fuera otro apellido, es en realidad el nombre de uno de los 125 municipios de Antioquia y también una de las diez localidades de una de las más importantes subregiones minero – energéticas de este departamento, como es el Nordeste antioqueño.
Tras la visita sabatina del mandatario nacional entrante a esta municipalidad, Gómez Plata ha sonado tanto o igual que cuando el abogado liberal Iván Duque Escobar, padre del próximo presidente, fue nombrado en marzo de 1981 gobernador de Antioquia, que en esa época designaban desde el gobierno nacional y llegó a ese cargo por determinación de quien fuera durante casi todos sus 79 años de existencia su único jefe político: Julio César Turbay Ayala.
Terminando la década de los años 70 del siglo pasado y comenzando los 80, en medio de un panorama político muy alterado por la durísima acción y amenaza de los grupos insurgentes, el Partido Liberal, que había conquistado el poder presidencial tras la culminación del Frente Nacional (1958 – 1970), pujaba a su interior entre lleristas, lopistas y turbayistas.
Carlos Lleras y Alonso López ya habían sido presidentes y el turno le correspondió a Turbay Ayala en 1978 y respetando las mayorías conservadoras en Antioquia nombró inicialmente como gobernador a uno de sus amigos en la región Rodrigo Uribe Echavarría y luego a uno de los jefes de ese partido, el ingeniero Álvaro Villegas Moreno, pero ambos gobernantes terminaron sus gestiones en medio de sendas crisis políticas.
Esto condujo al gobierno liberal en Bogotá a producir un viraje en la política antioqueña y Turbay Ayala designó en marzo de l981 al liberal Iván Duque Escobar como gobernador de Antioquia y en la alcaldía de Medellín al conservador ignacista (Ignacio Vélez Escobar), José Jaime Nicholls.
Eran momentos en que el novelista Gabriel García Márquez consideraba que lo peor que le podía suceder al país era un golpe de Estado y rechazaba el terrorismo que afectaba a Colombia.
Calificó de confusa e inescrutable la situación política en el país, “porque da la impresión de que nadie sabe a ciencia cierta para donde va y porque nadie sabe exactamente por qué”.
En medio de esa conflictiva situación nacional, juró como mandatario de los antioqueños, hace 37 años, el primero de los Duque de Gómez Plata en llegar a ser gobernante, camino que le seguirá su hijo menor, el otro Duque, este 7 de agosto cuando se convierta en el presidente número 60 de Colombia.
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Ambos, padre e hijo, coinciden en que antes nunca habían gobernado nada y en lo público solo se habían desempeñado como funcionarios.
Duque Escobar tuvo una más prolija actividad pública y política que su hijo y presidente electo. Los cronistas de finales del siglo XX relataron que su beligerancia universitaria en la U de A. lo encauzó hacia la política y por esa vía llegó a la militancia liberal y a frecuentar la amistad de Gilberto Echeverri Mejía, Víctor Cárdenas Jaramillo, Carlos Restrepo Arbeláez y se dedicó a acompañar giras proselitistas y a pronunciar discursos que él veía con agrado que despertaban el entusiasmo de la gente en los pueblos.
Como estudiante de tercer semestre de Derecho le tocó asistir a la Asamblea de Antioquia, participar en muchas manifestaciones entre ellas una en Sopetrán que terminó a bala, en el año 1960 fue auditor de la Cooperativa de Municipalidades de Antioquia y promediando esa década aceptó la Secretaría de Hacienda de Medellín.
Para entonces la política era ya su pasión y comenzó a compartir ese trajín con amigos de la talla de William Jaramillo Gómez, Jota Emilio Valderrama, Pedro Luis Villa, Bernardo Ángel, Benedicto Uribe y Roberto Delgado Sañudo.
El joven abogado prosiguió adquiriendo experiencia en el sector público y se le midió a ser el primer gerente de las Empresas varias de Medellín como ente autónomo y a finales de 1967 tuvo su primer roce internacional en Nueva York como auditor de las Naciones Unidas para Colombia.
Ya como turbayista, a quien comenzó a seguir políticamente y como amigo tras una reunión en 1957 en el Club de Profesionales de Medellín, retornó a la capital de Antioquia, pero al poco tiempo se traslado a Bogotá donde se metió de lleno a la brega política liberal y nacional, que no fue del toda exitosa pues en las convenciones de su partido los turbayistas perdieron frente a los lleristas y lopistas.
Tras un retiro pasajero de la política, regresó como contralor de Bogotá, después como gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de la capital colombiana, de donde dio al salto a la presidencia de Sofasa, empresa que le permitió a los colombianos acceder al uso de un Renault popular, para de allí pasar a la gerencia del Instituto de Crédito Territorial antes de ser gobernador de Antioquia y luego ministro de Estado en el gobierno conservador de Belisario Betancur y afrontar un debate por la tragedia de la desaparición de Armero tras la erupción del volcán nevado del Ruiz, para luego alejarse de la política y de lo público.
El sábado pasado su hijo, ya como presidente electo, viajó a Gómez Plata a visitar la escultura de su padre, a recordar ese legado ya descrito y pedirle que desde la eternidad a donde viajó hace dos años, lo ayude a gobernador a los colombianos.