Las marchas del 1º de abril fueron todo un éxito. Santos y las Farc quedaron notificados. Pero son, apenas, el primer paso de una larga marcha hacia la recuperación del poder. Porque cada día se nos pierde el país. Veamos:
El secretario de la Justicia Especial para la Paz, JEP, Néstor Raúl Correa, mostró lo que será ese tribunal espurio, al gritar a los cuatro vientos que el exministro Diego Palacio había confesado, al solicitar acogerse a esa jurisdicción, el delito de compra de voto de Yidis Medina, para obtener la reelección del expresidente Uribe. La verdad fue que Palacio jamás aceptó la comisión de delito alguno, y, por el contrario, alegó, como siempre lo ha hecho, que fue víctima de un proceso politizado por parte de una Corte Suprema politizada.
Pero, peor han actuado Santos y las Farc, al nombrarlo en esa posición. En efecto, el, expresidente Uribe denunció que dicho personaje tuvo vínculos con el Cartel de Cali, sin que hasta ahora Correa lo haya desmentido. La Fiscalía General de la Nación ya debe estar investigando esta denuncia, pero lo cierto es que el mencionado señor no ha desmentido semejante acusación, que no sólo lo inhabilita, sino que lo pone en condición de candidato a una sentencia penal, a no ser, digo yo, que se acoja a la JEP, argumentando que el narcotráfico de los Rodríguez Orejuela financió el conflicto, y, por tanto, él puede postularse a la Jep. Ese sí que sería un verdadero ejemplo de acatamiento a la “ley” del presidente y esa guerrilla
Tampoco han dicho “esta boca es mía”, Santos, el vicepresidente Naranjo, Sergio Jaramillo, alias Timochenko, la izquierda “democrática”, los verdes. Nadie es nadie, de esa alianza.
Pero, qué más se puede esperar de esa gente. Es que el narcotráfico no es grave para el Gobierno, que negoció con las Farc una estrategia que terminó por dejar 180.000 hectáreas de coca en el país; y, menos para ese grupo, cartel máximo de la producción de coca y dueño de la “erradicación”, que terminará por dejarle el control del campo. Que el señor Correa hubiere estado en el “negocio”, es apenas consecuente con la lógica de la situación; que desde del Consejo Superior de la Judicatura fuese enemigo declarado de Uribe, de quien, dicen los que lo oyeron, se refería en términos soeces, es apenas un requisito indispensable para ser el secretario de la justicia especial para la impunidad y la venganza, que es como debería llamarse la JEP. 
Como hay que coparlo todo, Santos va a cooptar definitivamente la Corte Constitucional. EL MUNDO, al referirse a las dos ternas que presentó al Congreso para suplir a los magistrados que salen, dijo que “Sin ruborizarse, el mandatario anunció que los candidatos fueron sometidos a entrevistas personales con él. Agregó que en las conversaciones debieron certificar su compromiso con el acuerdo con las Farc y con la política fiscal. Nada mencionó el doctor Santos sobre la calidad de su adhesión al mandato de ser guardianes de la Constitución de 1991, razón de ser de ese alto tribunal y fuente de la admiración colectiva por sus decisiones”. 
Y, por si fuera poco, el Congreso aprobó el acto legislativo que blindará los acuerdos.
Por esto es que se debe apoyar la recolección de firmas que propuso Uribe para revocar la JEP y mantener la resistencia al golpe de estado. Los dirigentes, por su parte, deberán continuar impulsando la más amplia alianza nacional, para mantener la movilización ciudadana y ganar las elecciones del 2018, evitando, de paso, que las aplacen o cambien las reglas de juego.