No elaboraron el duelo, no analizaron las causas del fracaso, no auscultaron la opinión de la militancia, no. Era menester llegar presurosamente
La situación del Partido Liberal pasó de una tragedia, padecida el día de las elecciones con la estruendosa derrota de su candidato el doctor Humberto de la Calle Lombana en la primera vuelta presidencial, a la comedia que nos brindaron el expresidente César Gaviria y la mayoría de los congresistas electos de ese partido, al decidir el apoyo para la segunda vuelta al candidato del Centro Democrático, doctor Iván Duque. No habían pasado tres días después de la tragedia electoral, no elaboraron el duelo, no analizaron las causas del fracaso, no auscultaron la opinión de la militancia, no. Era menester llegar presurosamente, antes de que lo hiciera el Partido Conservador y otras fuerzas de derecha.
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De la Calle obtuvo una precaria votación, de un escaso 2 % del resultado total. Vergonzoso para un partido que otrora fue grande y mayoritario. Lo venimos marchitando desde 1994 a pasos agigantados. Este fracaso electoral no es imputable del todo al candidato, de hecho, la mayor responsabilidad la tienen el jefe del Partido, doctor Gaviria, y el grupo de congresistas electos y algunos de los actuales. Gaviria no dejó maniobrar al candidato y algunos parlamentarios y otros jefes aplicaron un penoso transfuguismo, pues se fueron a acompañar a Germán Vargas, cuando no se camuflaron con Iván Duque. De la Calle dudó durante varios días de si debía continuar en la lucha electoral o adherirse a la candidatura de Sergio Fajardo. Esa actitud dubitativa lo debilitó enormemente y lo dejó muy mal parado frente a los electores. Finalmente hizo una campaña apremiado por normas jurídicas que le impedían renunciar so pena de pagar los dineros invertidos en la consulta del año pasado, pero también fue una campaña precaria en recursos. Aquí sí podemos afirmar que era la verdadera crónica de una tragedia anunciada. Obvio que De la Calle demostró ser un candidato muy cualificado en los debates y en sus presentaciones.
No repuestos de tan triste episodio, comienza la comedia César Gaviria. Afirman algunos que en cumplimiento de acuerdos que ya tenía desde unos días antes de elecciones, decide conducir a lo que quedaba de ese maltrecho partido hacia el Uribismo. Olvidó Gaviria que el liberalismo lleva diecisiete años cuestionando las políticas y las propuestas de ese sector del pensamiento político en el país. Olvidó los durísimos discursos que durante tantos años ha pronunciado en contra del expresidente Uribe Vélez. Ignoró los compromisos ideológicos del liberalismo con la paz, con las minorías sexuales y étnicas de Colombia, con la clase obrera, con la defensa de los derechos humanos. Decidió Gaviria llevarse al liberalismo a hacerle compañía a Alejandro Ordoñez, a Fernando Londoño y a Vivian Morales, a quien meses atrás habían obligado a abandonar el partido porque ideológicamente no era afín con las tesis liberales. Milagro: de la noche a la mañana Vivian, Ordoñez, Londoño Hoyos, Gaviria Trujillo y la mayoría de los congresistas liberales tenían identidades ideológicas. Cabe una pregunta: ¿Dilapidó el Partido Liberal diecisiete años cuestionando al uribismo? No me vengan con la peregrina explicación: “es que Iván Duque viene del Partido Liberal”, porque claramente Álvaro Uribe también tiene ese origen.
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Pobre Partido Liberal montado en el vagón de cola de quienes llevan tanto tiempo tratando de aniquilarlo. Ya lo lograron y para ello consiguieron un buen socio: el expresidente Gaviria.
Dejo claro que nací en un hogar de pensamiento liberal; he sido, soy y seré persona de profundas convicciones liberales. Ese partido que dirige Gaviria no me representa, ni lo acato y estoy seguro de que ni representa ni acata a quienes profesen convicciones liberales.