Introducción con humor y desde la historia de sus integrantes a quiénes son Les Luthiers
Oscar Domínguez G.
Cuando la academia sueca anuncio el Nobel de literatura al cantante Bob Dylan, la aldea global recibió la noticia con una mezcla de escepticismo y asombro. Cuando el Jurado del premio Princesa de Asturias 2017 lo otorgó en Comunicación y Humanidades al grupo musical argentino Les Luthiers, la noticia se recibió con una cierta sonrisa.
Mr. Dylan dejó plantados a los rostros de madera de la Academia sueca y no asistió a la premiación. Hasta con el gato, Les Luthiers, más educados, asistieron a la gala en el Teatro Campoamor, en Oviedo, España.
Concurrieron Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Horacio "Tato" Turano, Martín O'Connor, Roberto Antier y Tomás Mayer-Wolf. Los cuatro últimos son nuevos en esa máquina de hacer música inteligente.
Mundstock, quien llevó la vocería durante la velada, evocó a sus compañeros ya fallecidos Gerardo Masana, fundador, y Daniel Rabinovich.
Estas son minibiografías no desautorizadas de integrantes de ese exclusivo club:
Daniel Rabinovich
Daniel Rabinovich falleció el viernes 21 de agosto de 2015 en Buenos Aires de un paro cardiorrespiratorio que todo lo que quería era salir del anonimato. En su chamizo genealógico -como en el de toda la banda-, había un espermatozoide muerto de la erre, que es la risa en un segundo, copia al carbón del famoso vals que ellos crearon. Se habría hecho la circuncisión si ésta no fuera tan dolorosa, dijo un colega suyo músico, no circuncidado. Era porteño. O sea que podría ser el inspirador de este apunte: Le dice un argentino al otro: ¿Che, por qué será que siempre que me encuentro con un argentino buena persona, me resulta uruguayyyo? No estaba casado con, sino contra Susana. Era abogado, pero eso caminando rápido no se nota. Tenía un consultorio jurídico para sacar de líos a sus compañeros cuando no podían encontrar un chiste, una metáfora, un instrumento nuevo o un sonido que se les perdió. O para hacer efectiva una cuenta que se niega a pagarles un empresario olvidadizo. Nunca vivió con la vida pendiente de un inciso, de un código, sino de una corchea. Gracias a la música, cada año, en noviembre, cuando cumplía abriles, era una nota más joven. Utilizaba la música como elíxir de la juventud que, como el amor, es eterno mientras dura. Dicho sea sin ninguna originalidad, el che Daniel no morirá en la base de datos de quienes fuimos sus devotos.
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Marcos Mundstock
Marcos Mundstock. Para hacer juego con su nombre de evangelista, le gustaría andar con su complejo de Edipo (o sea con mamá) para todas partes. Los siquiatras se inspiran en sus historias antes de desplumar de sus complejos (y de la guita, o sea, del dinero) a su próximo cliente horizontal. En reciprocidad, el che Marcos se inspira en otro deporte argentino que no demanda pantaloneta: frecuenta a ese ginecólogo al revés que es el sicoanalista, el mismo profesional del sofá que se sicoanaliza en los lapsus síquicos de sus pacientes, y de paso se ahorra la plata de la consulta. Perro no come perro. (Fernando Ulloa es el nombre del sicoanalista de Les Luthiers. Por eso casi nunca aparece en la prensa. Y en estas líneas solo figura en este paréntesis). Marcos se salió del libreto y se fue a nacer en Santa Fe en 1942, un año que parece homófano de 1492, si no fuera porque hay una diferencia de más de 500 años y un descubrimiento: el de la India, perdón, el de América, según don Américo Vespucio, quien finalmente se quedó con el pecado y con el género, o sea, con el descubrimiento. Todo lo que Marcos sabe de música se lo debe al complejo de “Cristóbal Colón”, propio de los que creen haber inventado algo, por ejemplo, el humor volando por instrumentos. La piedra preferida de este luthier (fabricante de instrumentos musicales hechizos, o sea, que nadie más es capaz de hacerlos) es la ira. Los días impares de la semana sueña con la manguelódica pneumática, un instrumento que de haberlo conocido a tiempo el gran Beethoven, no habría perdido el oído. O lo habría recuperado para terminar todas las sinfonías. Menos la novena porque detestaba los números impares, a partir de éste.
Carlos Núñez Cortés
Única persona en el mundo que llegó a la música a través del análisis matemático. Tal vez por eso anunció hace poco que tiraría la toalla cuando la agrupación cumplirá 50 años en antena. O sea que está de salida. Como sabe que sin Les Luthiers no hay paraíso completo, el che Carlitos tiene todo el tiempo del mundo para arrepentirse. Es el Arquímedes de la tribu. Gracias a su diploma de doctor en química, de una árida fórmula es capaz de sacar un tratado de buen humor. O una viola de lata. Es el creador del Teorema de Tales, único antepasado lícito conocido de Fulano de Tal. Así como nadie se casa con quien quiere sino con quien puede, Núñez tampoco escogió signo. Es libra por pura coincidencia. Si hubiera nacido en Estados Unidos, sería gringo. Como compositor-arreglista, cuando no compone, arregla. Por ello es de esos maridos 'multiusos' o 'milartes' que arreglan el sifón del baño, pagan el arriendo, les dan a sus hijos consejos que ellos jamás seguirían, desean la mujer del próximo, “(no) a su prójimo”, componen el cable de la plancha, le entregan toda la quincena a la esposa. Como no le sonó la flauta, Núñez es concertista de piano.
Carlos López Puccio
Tiene cara de llamarse Osvaldo Federico o Ernesto Juan Pedro, y de haber inventado la marimba de cocos, o, mínimo, la lira de asiento. También es libra, el signo de la aburrición porque toca jalarle al equilibrio, pues sería de mal gusto – y nada erótico- serle infiel al fiel de la balanza. Como todos los del signo, se quita el pan de la boca para dárselo a él mismo. Tiene claro que la caridad entra por casa. Para López, el humor es amor al prójimo, pero con hache. Considera que para ser músico no hay que tener vocación de pobre, pero ayuda. Y como toda regla tiene su excepción, decidió ser la excepción. Con su nombre habría podido ser jugador de fútbol de frac. Que es más o menos lo mismo que hacen Les Luthiers con el humor y su parienta rica, la música.
Jorge Maronna
Iba para médico. Como tal, su gran sueño era acompañar a sus pacientes hasta la tumba. En un insomnio decidió cambiar el bisturí por la pacífica guitarra. Como consecuencia de sus ínfulas de Hipócrates gaucho, cura las enfermedades del cuerpo y del alma con sobredosis personales de humor musical. Es músico-terapeuta. A juzgar por su bigote cuasilibidinoso de cantante de boleros, el che Maronna está en el árbol genealógico de los inventores del tubófono- silicónico-cromático. Tiene dos hijos: uno como guitarrista y otro como compositor. Nació en 1948, cuando se produjo un nueve de abril o "bogotazo" de felicidad en su casa. No se acuerda bien de su nacimiento porque nació “a temprana edad” dicho sea con Groucho Marx. Y como Groucho tiene principios, pero si a usted no le gustan se los cambia por otros. Como bebé, no berrió, cantó. Este músico nacido en Bahía, Bahía Blanca, es cuota de la provincia en el grupo. Es el argentino que más sabe del colombiano Daniel Samper quien mantiene relaciones no incestuosas con todo el grupo, a espaldas de doña Pilar Tafur, su mujer (de Daniel, no del grupo).
Johan Sebastian Mastropiero, el compositor.
Es la suma de Daniel, el que abrió el paraguas y penetro en la eternidad, y los que siguen, principales y suplentes. Está repartido por partes iguales en cada uno de ellos. Por decir algo, Marcos es Mastropiero entre el ombligo y las prosaicas rodillas. Maronna es Mastropiero de la cabeza para arriba. Núñez, de la cabeza para abajo y así hasta que pase el último bus a Corrientes- 3-4-8, segundo piso-ascensor. Eso sí, nadie quiere ser el sitio donde la espalda de Mastropiero pierde su nombre... que es el mismo sur de las vacas cuando van para el norte. Ve un sol –así sea menor, en la mañana, o mayor, al mediodía- y se le arregla el semestre. Es el rey Midas del elenco: todo lo que piensa o sospecha se convierte en música que sonríe. Es tan exigente que cuando la gente se ríe estruendosamente, considera que se le fue la mano en langosta. El humor no es para eso. Nunca aparece en público por acuerdo con el sicoanalista. El día que aparezca, le cobrará todas las cuentas de las consultas y los 98 sofás que ha utilizado, todos nuevos, o con solo entre siete y ocho argentinos horizontalizados en su hoja de vida. Como dicen las señoras cuando se quieren tirar en una persona: Mastropiero es un encanto de tipo. Es tan buena gente que parece que nunca hubiera existido. Como en efecto “ocurrió”.
Roberto Fontanarrosa
Y “fueeeera de programa”, otro Luthiers agarró el sombrero para entrar de lleno en la eternidad. Se seguirá llamando Roberto Fontanarrosa, el Negro. O el Negro, alias Fontanarrosa.
No murió, quedó encantado, como dicen los poetas. Para salir del anonimato, Les Luthiers solían decir que eran amigos del nacido en Rosario, no en Bahía. Sobra decir que daba tres patadas y resbalón por su equipo Rosario Central. Viendo a sus jugadores se inspiró para muchos de sus cuetos. La banda no daba un do de pecho ni un re de hígado sin pedir su autorización. Instrumento que inventaban, se lo tocaban primero al rosarino quien le daba el imprimatur. Lo miraban a los ojos abiertos como un dos de oro, como sorprendido de tanta vida que le tocó vivir, a su sonrisa, y de allí salía el material para una gira de tres años. Les Luthiers eran la mascota del Negro. Y al revés. Tenían autorización para leer entre líneas sus dibujos, cuentos, novelas. De allí sacaban otros temas. El Negro, antes de ponerse, a trabajar se metía su dosis personal de Luthiers.
Les Luthiers y su trabajo.
Así resumió la filosofía del grupo Marcos Muntstock, al recibir el premio:
"El humorismo es siempre social. Uno no se cuenta un chiste a sí mismo, sino a los amigos y conocidos, en el trabajo, en el bar o en velorio. ¡El humorismo, señoras y señores, es comunicación! Más aún: ¡comunicación y humanidades que es lo que queríamos demostrar! Nuestra mayor satisfacción es habernos ganado con la ayuda de la música, unos raros instrumentos y la exuberancia y las ambigüedades del idioma castellano un lugar en el humorismo...
Aparte del enorme halago que eso significa, estamos un poco sorprendidos. Y no por modestia sino porque nunca nos habíamos propuesto llegar a tanto. ¡Pero en fin, ¿si el jurado lo dice quiénes somos nosotros para oponernos a sus sabias decisiones?".
Según el diario El País, “luego de un largo romance, llegó la conquista tan añorada. El grupo argentino ha estado nominado en ediciones previas para recibir este galardón. Álex Grijelmo es quien siempre ha impulsado la candidatura y a ese referente de la lengua le agradecieron: "Vamos a echar de menos esas nominaciones que nos llenaban de incertidumbre, de ansiedad, de frustración. Es que habíamos llegado a encariñarnos con el hecho de ser candidatos: no ganábamos, pero salíamos en la prensa. Los amigos nos felicitaban. Ahora que nos dan dado el premio, sólo esperamos que nuestros amigos no se olviden de nosotros".
Les Luthiers en frases
El amor eterno dura aproximadamente 3 meses.
No te metas en el mundo de las drogas: ya somos muchos y hay pocas existencias.
Todo tiempo pasado fue anterior.
Tener la conciencia limpia es síntoma de la mala memoria.
El que nace pobre y feo tiene la posibilidad de que al crecer, desarrolle ambas condiciones.
Los honestos son inadaptados sociales.
El pez que lucha contra la corriente, muere electrocutado.
La esclavitud no se abolió. Se cambió a 8 horas diarias.
Si la montaña viene hacia tí, corre, que es un derrumbe.
Lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro.
No soy un completo inútil; por lo menos sirvo de mal ejemplo.
Si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Errar es humano pero echarle la culpa al otro, es más humano todavía.
Lo importante no es saber sino tener el teléfono del que sabe.
Yo no sufro de locura; la disfruto a cada minuto.
Es bueno dejar el trago; lo malo es no acordarse dónde lo dejó.
El dinero no hace la felicidad: la compra hecha.
Una mujer me arrastró a la bebida y nunca tuve la cortesía de darle las gracias.
La verdad absoluta no existe, y esto es absolutamente cierto.
Hay un mundo mejor, pero es carísimo.
Ningún tonto se queja de serlo o sea que no les debe ir tan mal.
Estudiar es desconfiar de la inteligencia del compañero de pupitre.
La mujer que no tiene suerte con los hombres, no sabe la suerte que tiene.
No hay mujer fea sino belleza rara.
La pereza es la madre de todos los vicios y como madre, hay que respetarla.
No tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
El alcohol mata lentamente; no importa, no tengo prisa.
La confusión esta clarísima: Mátate estudiando y serás un cadáver culto. Lo triste no es ir a un cementerio sino tener que quedarse.
De cada diez personas que ven televisión, cinco son la mitad.