La lengua española no es sexista, aunque sí lo es, en algunos casos, el uso que de ella se hace.
1. Definición
Se incurre en lenguaje sexista cuando se emiten mensajes que, por su forma —es decir, las palabras escogidas o el modo de estructurarlas— resultan discriminatorios por razón de sexo.
La lengua española no es sexista, aunque sí lo es, en algunos casos, el uso que de ella se hace. Por ello existen una serie de recursos lingüísticos, no siempre aceptados normativamente, que permiten un uso no sexista del lenguaje.
2. Género
Las palabras género y sexo no son sinónimos.
El género es:
En sentido general: conjunto de seres u objetos con rasgos comunes. Es sinónimo de clase o tipo.
En gramática es una propiedad gramatical que divide los sustantivos y algunos pronombres españoles en masculinos y femeninos.
3. Sexo
El sexo es una condición biológica de los seres vivos.
Por lo tanto, según la norma, no es correcto decir:
¿Es posible el matrimonio entre personas del mismo género?
Lo correcto: ¿Es posible el matrimonio entre personas del mismo sexo?
Mesa es un sustantivo de género femenino.
El libro La isla del tesoro pertenece al género de aventuras.
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4. “Violencia de género”
“Esta expresión se puso en boga a raíz de la aprobación en España de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que en la legislación anterior se contemplaba como Violencia doméstica”.
“Hay que aclarar, sin embargo, que en el nombre de los organismos especializados creados por esta ley se emplea el término violencia sobre la mujer. Son, por tanto, Juzgados de Violencia sobre la Mujer, y no Juzgados de Violencia de Género”.
“A pesar de lo extendido de su uso, para las expresiones discriminación de género y violencia de género la Real Academia Española recomienda otras alternativas como:
Discriminación o violencia por razón de sexo.
Discriminación o violencia contra las mujeres.
Violencia doméstica. Violencia de pareja”. (RAE)
5. Profesiones
“Tradicionalmente existen una serie de profesiones históricamente asociadas a la mujer: secretaria, enfermera, maestra, etc.; y las de más prestigio, generalmente han sido desempeñadas por hombres: abogado, ingeniero, etc.
Esto ha provocado una cierta resistencia al empleo de vocablos femeninos sin ningún tipo de base lingüística. Todavía hay quienes protestan, alegando melindres gramaticales, por el empleo de la palabra presidenta y otras más….
Debe tenerse en cuenta que muchas formas han sufrido un desplazamiento en su significado y otras que, por sus características son válidas para ambos sexos. Hoy se correcto decir: abogada, ingeniera, arquitecta, y también: enfermero, maestro, secretario.
No deben dolernos los cambios de los tiempos y con ellos el correspondiente nuevo vocabulario. El idioma es un ser vivo y por tanto: crece, cambia, decrece, se renueva….
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6. Los genéricos
Por razones de economía lingüística el español considera el masculino como género no marcado, es decir, sirve para abarcar ambos sexos, por lo tanto cuando decimos:
Todos los hombres son mortales.
Los derechos del niño deben ser protegidos.
No estamos desconociendo que la mujer también es mortal, ni se excluye a las niñas del derecho a la protección. Se está haciendo un uso no restrictivo de los vocablos: hombres; niño, que incluyen al común de los mortales.
Actualmente, esta característica gramatical correcta, plantea algunas observaciones:
Invisibiliza a las mujeres.
Genera ambigüedad en algunos enunciados, que debe ser resuelta por el contexto.
Para evitar la ambigüedad, se practica desde antiguo la mención explícita de una palabra en sus dos géneros. Por ejemplo, en el “Fuero Juzgo”:
“Los mis hermanos & las mis hermanas, de padre o de madre, los tíos o las tías de parte del padre o de la madre, o el sobrino o la sobrina de parte del tío o de la tía, non pueden seer testimonias por mí contra los estranos...”.
7. Dice la RAE:
En lugar de usar: alumnos y alumnas; alumnos/as; alumnos(as); alumn@s —la forma con arroba se suele considerar incorrecta, ya que la arroba no es un signo lingüístico—, es preferible usar: alumnado (aunque este es un colectivo, y no el plural de alumnos y alumnas, por lo que no siempre es una sustitución válida); o también: estudiantes que no presenta variación de género.