Las marcadas diferencias entre el expresidente Rafael Correa y el actual mandatario de Ecuador, Lenín Moreno recuerda las insalvables pugnas entre Santos y Uribe en Colombia, Michel Temer y Dilma Rouseff en Brasil y Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela en Panamá.
Desde que llegó a la presidencia de Ecuador, el actual mandatario, Lenín Moreno, ha criticado todo lo hecho por su antecesor, Rafael Correa. O casi todo.
Por su parte, el expresidente, quien se radicó en Bélgica, país de su esposa, para olvidarse al menos por un tiempo de la política, saltó al ruedo para responder a las críticas de su sucesor. Y de paso, cuestionar su germinante gestión.
Al igual que Álvaro Uribe en Colombia, pareciera que los expresidentes sufrieran de la pospresidencia, término utilizado por el profesor Justin Vaughn, investigador de la Universidad de Boise State, Idaho, EE. UU., -y quien basa sus trabajos en el estudio de la presidencia-, para señalar que los presidentes, no buscan retirarse al culminar su mandato sino continuar vigentes de alguna manera, para lo cual se auto activan en una pospresidencia que consideran útil para sus exgobernados -para su país-, quienes quedan en manos de alguien inexperto.
Esto pasa, entre otras cosas, según Vaughn, porque los partidos en los que militan los presidentes no son fuertes, muchas veces recién creados, lo que facilita que se desmarquen con facilidad de sus antecesores. Contrario a lo que sucede cuando la colectividad tiene una historia extensa y consolidada, lo que obliga al sucesor no a seguir las indicaciones de una persona, su antecesor, sino las del partido político al que pertenecen, como sucede en Estados Unidos, por ejemplo.
Rafael Correa y Lenín Moreno en Ecuador, Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe en Colombia, Michel Temer y Dilma Rouseff en Brasil y Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela en Panamá, pasaron de ser aliados políticos a enemigos declarados.
Según lo ha dicho el propio Moreno, las diferencias con su antecesor surgieron por el mal manejo de la deuda pública, la crisis económica y la corrupción heredada del gobierno de Correa. Además, el diálogo con la oposición, los acuerdos con el Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Conaie, pedir ayuda a la ONU, nombrar en su gabinete a personas lejanas al partido, acabar con los programas televisivos y radiales que utilizaba su antecesor para rendir cuentas, entre otras decisiones, molestó a Alianza País (AP), su partido, que terminó expulsándolo hace un par de días.
“Moreno se alejó del proyecto político de Correa, que ahora lo señala como enemigo de la revolución ciudadana, destacó Gustavo Adolfo Soto Marín, especialista en estudios políticos y profesor de la facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia.
“La decisión de Alianza País de expulsar a Lenín de su partido y nombrar como presidente de esa colectividad al exministro Ricardo Patiño, debe certificarse en tribunales para que sea válida. Es decir, es una decisión violatoria del debido proceso y de la Constitución ecuatoriana”, añadió el profesor Soto. En este momento, Lenín Moreno cuenta con el apoyo de 44 diputados, de los 74 de la AP en el Parlamento. “Ellos mismos son el Gobierno y la oposición”, acotó Soto Marín.
En el informe de transición de gobierno, Correa le indicó paso a paso a Moreno qué es lo que debía hacer en los primeros cien días de su mandato. Eran 56 acciones calificadas como inmediatas y que era perentorio seguir al pie de la letra. Pero Moreno se desmarcó y una vez en el Palacio de Carondelet elaboró su propia agenda, lo que disgustó a Rafael Correa.
“Si Alianza País no denuncia lo que está sucediendo, las componendas, la entrega, el reparto de la patria, es mejor que deje de existir, porque el partido nació para luchar contra eso. Defendamos la ‘revolución ciudadana’ y que prevalezcan los principios de lealtad, coherencia y la excelencia, no la mediocridad y la entrega a la oposición”, pidió Correa. Su cuenta en Twitter, con más de 3 millones de seguidores, se convirtió en la plataforma desde la que responde a los cuestionamientos de Moreno y desde la que, así mismo, lanza ataques a su sucesor.
El más reciente choque entre Moreno, que fue vicepresidente de Ecuador entre los años 2007 y 2013, y Correa, ocurrió el pasado viernes y está relacionado con la reelección presidencial.
Tanto el exmandatario como Alianza País (partido creado por Correa en 2006) apoyan la iniciativa, pues ven en ella la posibilidad de que Correa regrese al poder. “Es una perversión democrática”, dijo por su parte Moreno, quien adelanta el estudio de una consulta popular que se haría en 2018 para impedir la reelección indefinida y derogar leyes impulsadas por su predecesor.
“La reelección forma círculos perversos, que sostienen a los mandatarios en el poder y les hace creer que son los únicos que pueden resolver los problemas de las naciones. La alternancia es condición de la democracia”, exclamó Moreno al dirigirse a un amplio grupo de personas en Cuenca, una población de no más de 330 mil habitantes, ubicada en el sur de Ecuador.
La política no es mala, la han hecho mala. No todo lo pasado es malo, hay cosas positivas, principalmente las acciones en beneficio de los más pobres y desprotegidos. Hay un cambio de estilo y lo que haya que cambiar, lo cambiaremos”, concluyó Moreno en Cuenca.