El riesgo, ya lo hemos dicho, es que los mensajes se tornen música de fondo, por eso el reto es que sean creativos y que se concierten acciones y estrategias que nos comprometan a todos
Aunque según los datos parciales del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, en el primer semestre de este año las cifras de muertos y heridos por accidentes de tránsito tuvieron una ligera reducción en comparación con el mismo período del año pasado, todavía sigue siendo un asunto por resolver entre nosotros. Esos datos indican que, en los primeros seis meses de 2017, murieron 3019 personas en Colombia, en accidentes de tránsito, mientras que 16.749 resultaron con algún tipo de traumatismo productos de esas situaciones.
En el mundo, hay registro de más un millón 300 mil personas al año en accidentes viales, mientras que las incapacidades asociadas a ellos superan en tres veces esa cifra. Como ocurre con casi todos los problemas de salud pública, alrededor del 90% de las víctimas de tránsito se reportan en países del llamado tercer mundo. Sin duda, un problema mundial que implica muchas voluntades para transformarse pero que, a pesar de muchos intentos en esa dirección, aun es un tema más o menos marginal. De hecho, solo en los últimos años se ha tratado como un asunto de interés trasnacional y ha implicado la formulación de programas mundiales de salud y desarrollo internacional, aunque la participación de algunos sectores como la industria automotriz sigue siendo tímida.
Como ocurre desde 2005 por iniciativa de Naciones Unidas, este domingo se conmemora el Día Mundial de las Víctimas del Tránsito, establecido para el tercer domingo de noviembre de cada año, con la idea de recordar a los muertos y heridos que han dejado los accidentes en todo el mundo, pero fundamentalmente para promover reflexiones y ojalá compromisos que permitan que cada vez sean menos esas tragedias. En la mayoría de los casos, dicen los expertos, esos dolores se pudieron haber evitado y en consecuencia es una realidad que se puede revertir. Pero eso demanda acciones individuales y colectivas que sean constantes, inteligentes y coordinadas.
Como casi todas las celebraciones similares propuestas por la ONU, se trata de una oportunidad para llamar la atención sobre el tema y proponer alternativas de cambio. Cada accidente, cada muerte, cada lesión, es una tragedia que comporta una historia y un dolor prolongado que trae otras consecuencias en el largo plazo. Por eso, son inaplazables las medidas y los compromisos, los cambios de comportamiento, las modificaciones en la cultura y en los imaginarios. Acciones pertinentes que permanezcan y propuestas creativas que eviten que los mensajes se vuelvan parte del paisaje o lugares comunes, es lo que reclama una realidad como ésta que cobra tantas vidas y trunca de tal manera tantos sueños.
En ese sentido vale la pena subrayar el esfuerzo que desde hace años adelanta la Secretaría de Movilidad de Medellín con su estrategia de redes. Una mezcla de información, cultura ciudadana y motivación, que le ha merecido varios reconocimientos como estrategia de comunicación y le ha procurado una buena relación con diversos públicos. Ahora mismo celebra haber alcanzado más de 500 mil seguidores en la cuenta de Twitter, lo que aprovechó inteligentemente para renovar el compromiso de varios líderes de opinión y seguidores de su cuenta con la movilidad, el cuidado del ambiente y la seguridad vial. Una estrategia consecuente y bien pensada, que multiplica el mensaje y lo mantiene vivo. Con esa convicción suscribí el acuerdo de hacer parte de #LaTitular500K.
Pero no es un esfuerzo aislado, se suma al Primer Foro Latinoamericano de Peatones que se cumplió aquí recientemente, al Foro Mundial de la Bicicleta que se hizo hace algunos años, y a un buen número de eventos tanto públicos como privados, que buscan promover el uso de mejores prácticas en la vía y la protección de la vida y la integridad de las personas. El riesgo, ya lo hemos dicho, es que los mensajes se tornen música de fondo, por eso el reto es que sean creativos y que se concierten acciones y estrategias que nos comprometan a todos para que la reducción de la accidentalidad sea una tendencia, para que cada vez sean menos sus trágicas consecuencias y para que salir a la calle sea cada vez una aventura menos peligrosa.
Implicará el cambio de muchos paradigmas, como el del estatus de quien llega en un carro, el mejoramiento del transporte público, la prudencia de los conductores de carro y moto, la seguridad para ciclistas y peatones, y el entendimiento de que las normas de tránsito también son para quienes no conducen. Un largo etcétera que implica no bajar la guardia frente al peligro, pero si frente a otros con los que compartimos la vía.
@HenryHoracio