Ocho partidos son favoritos para disputarse las curules del Senado, mientras que de seis candidatos no saldría la Presidencia de Colombia. Las alianzas es el tema de moda.
Este 2018 será un año muy agitado en la política colombiana y a lo largo de su primer semestre las urnas serán protagonistas centrales por la realización de las llamadas elecciones nacionales, con motivo de los comicios legislativos y presidenciales.
Con esas dos jornadas o batallas democráticas este año, Colombia comienza su acostumbrado ciclo electoral de dos años, que se complementará con los elecciones territoriales del 2019.
Los resultados de las elecciones de Senado y Cámara dentro de dos meses contribuirán a despejar el panorama político y electoral del país y hacia dónde va la tendencia de los muy posibles quince o 16 millones de ciudadanos que se estiman que podrían participar en esas citas con la suerte democrática del país, pese a la indignación de muchos colombianos, población que según las proyecciones del Dane se acercará a los 50 millones en el segundo semestre de este 2018 y de los cuales unos 36 millones hacen parte del censo electoral, dentro del cual se moviliza electoralmente menos del 50%
El censo de este año también aclarará muchas de estas cifras.
También los resultados para el Senado y la Cámara influirán en la campaña presidencial, y estas dos elecciones delinearán un nuevo mapa político o podrían confirmar algunas de las cosas que imperan hoy, pero de todas formas también marcarán y se reflejaran en las elecciones de gobernadores y de alcaldes de ciudades capitales del año entrante, con secuelas en la conformación de Asambleas Departamentales y Concejos Municipales.
Teóricos norteamericanos señalan con su pragmatismo que “política es ganar elecciones” y pueden tener razón pues definitivamente las urnas serán el juez supremo que sentenciará quién o quiénes asumirán el poder y la conducción del Estado, en los campos ejecutivo y legislativo, en los próximos cuatro años o más.
La realidad política nacional muestra a comienzos de este año electoral, sin ningún misterio, la fuerte polarización que se reflejará en la lucha por alcanzar las mayorías legislativas y el poder presidencial.
El último antecedente electoral, como fue el referendo por la paz de finales del 2016, confirma esa lógica división en los estilos del manejo de lo público y de las políticas nacionales.
El reñido resultado de seis millones para cada bando por el SI y por el NO, pareciera indicar que ya hay doce millones de colombianos definidos electoralmente, por lo cual los restantes cuatro millones de electores que restan decidirían el pulso político de la Nación, al menos en el caso de la elección presidencial, que es la que mayor cantidad de votantes moviliza.
Pero la baja popularidad del presidente Santos, los tropiezos en la credibilidad del proceso de paz con las Farc, su desarme, la recia oposición, los gravísimos escándalos de corrupción, la pobreza de muchos colombianos, la situación económica, la criminalidad, la contratación, las mentiras y verdades de las redes sociales, la crisis de la política y de los partidos etc., podrían también producir sorpresas en las urnas, aunque, como muchos comentan, en Colombia las cosas cambian para que sigan iguales.
Con este panorama político es que Colombia recibió el año y se apresta a afrontar las elecciones de Congreso de la República de marzo y las presidenciales de mayo que, y todo indica, se decidirían en junio en segunda vuelta.
El proceso electoral en el 2017 se cerró con la inscripción de los competidores que se medirán en las urnas del domingo 11 de marzo y por esto este jueves sólo faltan dos meses para la definición de la nueva composición legislativa.
En el 2014 ocho formaciones partidistas se repartieron las 100 curules en juego dentro de la circunscripción nacional ordinaria del Senado, a las que se suman las dos curules especiales para las comunidades indígenas.
Y esas ocho colectividades nuevamente parten como favoritas para apoderarse de los escaños de este cuerpo legislativo. Pero para marzo próximo existen nuevos ingredientes político-electorales que seguramente variarán la composición legislativa senatorial.
Los partidos de la Unidad Nacional, que apoyaron en ese momento la reelección por la mermelada gubernamental de Juan Manuel Santos, como fueron el Partido de la U, el Partido Conservador, los liberales y Cambio Radical, se quedaron con 65 curules del Senado.
Las fuerzas opositoras, representadas con el estreno del Centro Democrático y la presencia del Polo, conquistaron juntos 25 escaños.
Entre tanto, partidos independientes como los verdes y Opción Ciudadana, contabilizaron entre ambos diez curules.
¿Qué pasará en marzo? La respuesta más lógica es que esa anterior composición volará en añicos, aunque hay otros análisis serios que consideran que aunque habrá cambios, no serán de la magnitud que vaticinan los agoreros del desastre para algunos partidos.
Las elecciones legislativas son de clientela, más que de opinión, aunque esta última viene creciendo y mucho
Varias son las preguntas que resolverán las urnas. Algunas de ellas son: ¿Los uribistas serán los más votados? Los santistas de la U vivirán una hecatombe? ¿Sobrevivirán los conservadores y los liberales? ¿Crecerán el Polo y los verdes?, ¿Aparecerán nuevas fuerzas políticas?
Y todo esto amenizado con el debut legislativo de las Farc y el regalo de sus diez curules.
Entre tanto, el 2018 por todo lo visto en el 2017 despegó en la carrera presidencial con seis candidatos favoritos, según las opiniones de los colombianos plasmadas en las diversas encuestas electorales y con base en los análisis de los expertos en ciencias política y los comentaristas de gran impacto y penetración ciudadana en el país político y nacional.
En este enero aún no se sabe quién llegará al trono presidencial, pero sí se sabe que el triunfo no saldrá de Sergio Fajardo, Gustavo Petro, Germán Vargas, Humberto de la Calle, Marta Lucía Ramírez e Iván Duque.
Pero lo que también sigue muy firme a principios del año es que ninguno de los anteriores candidatos tiene la polenta electoral suficiente para ganar en solitario la jefatura del Estado, como lo hizo Álvaro Uribe, sobre todo en el 2002.
Así las cosas, las palabras claves al comenzar este 2018 son coaliciones y alianzas, que no tienen ninguna novedad, pues desde que despuntó la campana el año pasado se ha sostenido que serán necesarias para el triunfo final.
El tema central hoy de la campaña es quiénes lograrán conformar esos acuerdos, mediante qué métodos, si habrá consultas en marzo y en que terminarán los coqueteos epistolares entre los candidatos, ya sean de derecha, izquierda, de centro o del Sí o No.