El pobre nivel ausenta el interés y los hinchas de los estadios colombianos.
La falta de procesos serios, el masivo éxodo de jugadores a cualquier parte del mundo y la inherente consecuencia de la falta de referentes en los estadios locales, las propuestas amarretes de muchos técnicos que se olvidan del espectáculo y la afición, la impaciencia de muchos hinchas que creen que el fútbol es sólo títulos a como dé lugar, el mercantilismo indolente de empresarios que arreglan y desarreglan contratos por doquier, y el mal nivel del arbitraje, son algunas de las más graves enfermedades que hoy tienen sumido al fútbol colombiano en un estado crítico que tendrá que ser bien tratado para que pueda mejorar el pobrísimo nivel que ofrece y que se refleja en la inapetencia de los hinchas y la deslucida participación de los “mejores” equipos en la competencia internacional.
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Males que muchos directivos quieren solucionar, o tal vez ocultar, con decisiones precipitadas que generalmente pagan los técnicos y que lo único que hacen es ahondar la crisis.
Y para muestra, cuatro técnicos han sido despedidos en apenas cinco fechas del actual torneo Finalización o Liga Águila II: Flabio Torres (Pasto), Carlos Mario Hoyos (Bucaramanga), Pedro Felício Santos (América) y Rubén Darío Bedoya (Envigado).
Un mal de no acabar. Muchos equipos no invierten o invierten mal, las nóminas son estrechas en cantidad y calidad y siempre es el técnico quien paga los platos rotos.
Como dice la frase popular, “buscando el ahogado río arriba”.
Mala dirigencia
Aunque reconoce y comparte que hoy son muchos los males que afectan el fútbol colombiano, Pedro Sarmiento enfoca su crítica en “la incapacidad de los dirigentes”.
“Los primeros responsables del mal momento del fútbol colombiano, del lamentable nivel que estamos viendo, son los malos dirigentes, incapaces, que no saben para dónde van. Traen a cualquier técnico extranjero que ni siquiera conoce el país, su fútbol, su idiosincrasia, que no saben cómo viven nuestros jugadores, cómo trabajan, y vienen es a dar palos de ciego, a ver cómo se ganan una plata”, apuntó el técnico antioqueño campeón con Independiente Medellín (Apertura 2004) y Deportivo Cali (Finalización 2005).
Concepto que comparte a plenitud el técnico Juan José Peláez, pues considera que “no tiene sentido que tanto dirigente colombiano le coma carreta a tanto empresario y a tantos técnicos que vienen al país a dirigir y otros a jugar. Deberían tener más cuidado porque eso también deteriora el nivel de nuestro fútbol”.
“Ahora vemos un partido del fútbol colombiano y dizque tenemos que jugar como el fútbol argentino. Ya no tenemos la pelota, ya no es el fútbol que nos gusta y sabemos, ahora es coger la pelota y tirarla allá arriba a ver qué pasa, siempre la pelota dividida, no hacemos cuatro pases seguidos. Estamos perdiendo nuestra personalidad y nuestra identidad para jugar y por eso estamos así, viendo partidos inaguantables”, recalca Sarmiento mientras Peláez insiste en que “a raíz de eso nuestro fútbol se ha desarraigado, aquí ya se juega con la influencia de entrenadores extranjeros en las que no se fomenta el buen juego, que es lo nuestro, sino el fútbol aéreo, el balón dividido, se cambia la técnica por la lucha, incluyendo la Selección”, que no ha escapado a esa situación.
Y argumenta Peláez, extécnico de Nacional, Medellín, Santa Fe y Junior, que "lo más lamentable es que se metan al fútbol dirigentes con plata pero sin ideas, sin entender que el fútbol es un proceso en el que se tiene que tener paciencia”.
No hay procesos serios
Para Carlos Navarrete, extécnico de Envigado, Nacional y Jaguares, el principal origen de todas esas dolencias está en la falta de procesos serios. “Si no hay un proyecto institucional serio, es muy difícil que se encuentre un verdadero respaldo para el entrenador, todo apunta al resultado inmediato, no interesa el cómo, sino ganar, el resultado está por encima de todo, y así es muy complicado”.
Eso sucede, explica Navarrete, porque “el fútbol se volvió un negocio del cual todo el mundo quiere sacar y muy pocos quieren meter. O si meten poco, quieren sacar mucho. Un negocio del que muchas personas se pueden lucrar, y en el que hoy solamente se está buscando el beneficio personal”.
Propuestas amarretes
Cada vez es más difícil ver en el fútbol colombiano esos equipos que salen a buscar los resultados en cualquier cancha, con propuestas ofensivas y ambiciosas. La espera, la precaución, la especulación mientras llega el error del rival y mantener mi arco en cero son los primeros afanes de cada equipo.
“Lo que vemos hoy son propuestas defensivas, los equipos atacan poco, se contentan con un 0-0 de visita o un 1-0 en casa, se meten atrás en cada estadio ajeno y así es muy difícil hacer atractivo el fútbol”, expresó Gabriel Jaime Barrabás Gómez.
El extécnico de Nacional, Envigado, Unión Magdalena y Bucaramanga, reconoció que “la parte táctica es muy importante, pero si no se hace bien también acaba con el espectáculo”.
Y en ese sentido Navarrete apuntó que “el afán de ganar a como dé lugar es muy dañino, pero es así porque no hay tiempo de espera para el entrenador, que se volvió un defensor de su puesto, y lo hace sólo con resultados”.
“Esto podría cambiar, pero sólo en la medida en que el entrenador encuentra un dirigente valiente, que crea en un proyecto y lo acompañe, aunque la verdad, así como están las cosas, es muy difícil”, concluyó Navarrete.
Sin referentes
Colombia es hoy uno de los países más exportadores de jugadores de fútbol. Los grandes referentes e incluso los juveniles que apuntan a sucederlos, están por fuera del país. Y por eso, sumada la poca capacidad de inversión de la mayoría de los equipos de la primera división, el torneo carece de esos ídolos que convocan, que invitan y le dan un atractivo especial a la competencia.
“El fútbol colombiano siempre tuvo sus principales figuras. No es lo mismo tener a un Higuita, al Pibe, Rincón, Andrés Escobar, y muchos otros en épocas pasadas. Ahora faltan esos ídolos que atraen”, opina Barrabás.
Y para ajustar, considera, se inicia este torneo “después del Mundial de Rusia, que fue muy bueno, con las grandes figuras y propuestas tácticas muy interesantes que alimentaron el espectáculo. Entonces la gente va viendo la diferencia y se aburre en los estadios colombianos”.
Éxodo de jugadores
Las épocas en las que los jugadores llegaban a una institución por amor a la camiseta o por un sueño de infancia, quedaron atrás.
Ahora el jugador, desde sus primeros años, está pensando en jugar por fuera del país, y concibe el fútbol colombiano como el medio o el trampolín para llegar a esa meta.
“Los jugadores ya no cumplen los procesos en los equipos. A cualquier señita salen corriendo para el exterior”, aprecia Navarrete haciendo incluso referencia a las situaciones que deben enfrentar hoy los técnicos ante esa realidad.
“El día a día es hoy una incertidumbre para el técnico, porque uno no sabe con qué ideas llega el jugador a la práctica o al partido. Puede que esté ahí de cuerpo presente, pero con su mente puesta en España, Francia, Italia o lejos de aquí. Uno no sabe si la noche anterior le pintaron pajaritos en el aire y ya tiene otra idea en la cabeza, y así se hace difícil. Es muy distinto a como era antes, cuando al jugador lo que le gustaba era jugar, ahora es un negocio y una salida para tantos afanes y necesidades económicas”.
Sin embargo, Peláez deduce que “el problema no es que se vayan, porque así debe funcionar el negocio, el problema es que no se tenga planificación para los consabidos y lógicos remplazos de esas figuras. Es decir, no se trabaja en divisiones menores o no se les da oportunidad a los jóvenes”.
Y en esa línea argumenta que “en Antioquia se perdió la identidad a nivel de clubes. Nuestros dirigentes dejaron de valorar aquello que tienen los jugadores de la tierra, que es el liderazgo, la disciplina táctica, el orden, el carácter y la actitud, por eso nuestros equipos son ahora planos, que a veces les ganan corriendo y metiendo. Nos ganan de actitud”.
Un mal sin rostro
El afán del lucro personal de un montón de personas detrás del jugador y de los equipos, que rara vez muestran la cara, se ha convertido en otra plaga dañina para el fútbol.
“Los empresarios son otros que le están haciendo mucho mal al fútbol, porque sólo piensan en ganar plata y nunca en favorecer una institución”, asegura Sarmiento, pues muchas veces son ellos, los técnicos, los últimos que se enteran de los negocios.
“Es que el jugador de hoy le hace más caso a su empresario que a su entrenador. Un tema muy complicado de manejar”, dice a su vez Navarrete, pues eso hace parte del negocio del cual todos quieren sacar.
Y para Peláez, esos “empresarios no sólo le dañan el oído a los jugadores, sino a los dirigentes incapaces que lo único que tienen es plata, pero no tienen ni idea de fútbol, y eso hace que se aborten buenos procesos”.
El arbitraje tampoco ayuda
Y de contera, el mal nivel del arbitraje. El nuevo panel de árbitros no le da garantías al espectáculo, ni jóvenes ni experimentados, aunque es un capítulo que Sarmiento atribuye más a “los jugadores y técnicos tramposos, que pierden tiempo, fingen faltas, reclaman sin parar, no dejan jugar, y al final es el árbitro el que tiene que estar parando el partido cada dos minutos”.
Por eso, y por otros aspectos como los “estadios con iluminación deficiente y canchas en pésimas condiciones, como las de Pasto y Tunja, que no ayudan ni poquito a mejorar el espectáculo”, según advierte el profe Peláez, es que la salud del fútbol colombiano se sigue deteriorando, aunque en el fondo parece un paciente tranquilo porque sabe que las pasiones y el amor de los hinchas por sus equipos, además del encanto único que tiene por ser el deporte de las mayorías, son sus mejores medicinas y le van a evitar un desenlace fatal. No importa que siga internado en una UCI hospitalaria por tiempo indefinido.