Las protagonistas que le dieron un giro al deporte colombiano

Autor: Juan Felipe Zuleta Valencia
5 marzo de 2017 - 02:00 PM

El papel de las mujeres en el deporte colombiano ha sido fundamental para impulsar al país, estancado durante años y relegado a segundos planos en el panorama internacional. Y aunque aún hay retos y dificultades por delante, los próximos capítulos de la historia deportiva de Colombia pintan bien mientras ellas estén presentes.

Medellín

El potencial de grandeza se encuentra en cada uno de nosotros”, eso lo dijo Wilma Rudolph, una mujer con piel de ébano que demolió todas las barreras que tuvo en frente y se atrevió a soñar en una época en la que su piel y su sexo no podían ir en sintonía con sus aspiraciones según la sociedad norteamericana. Tampoco las condiciones físicas que la naturaleza le dio, pues a pesar de sufrir cualquier cantidad de enfermedades graves en su niñez, se convirtió en la mujer más rápida del planeta en 1960 y ganó tres oros olímpicos.
Y sí, el potencial de grandeza se encuentra en cada uno, pero para alcanzarlo a veces hay que ir contracorriente para darle un nuevo curso a un entorno hasta entonces establecido.
Sólo hasta la edición 19 de Juegos Olímpicos, Colombia tuvo sus primeras representantes en la máxima cita orbital del deporte, fue en México 1968. A partir de ahí y hasta Atlanta 1996 sólo hubo 33 mujeres por Colombia en Olímpicos, pero ya la revolución se anunciaba con Ximena Restrepo en el Barcelona y luego con el solitario oro de María Isabel Urrutia en Sidney hasta que la eclosión estuvo consumada en Londres 2012. Desde ahí la historia ya fue otra.

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“Para mejorar la participación de mujeres en el deporte de Colombia había que soltar muchas amarras; mitos, obstáculos y percepciones dañinas. Pero digamos que aumentar la cantidad de mujeres en el deporte, que es una recomendación del Comité Olímpico Internacional (COI) y un compromiso de los dirigentes, es apenas un punto de partida”, expone María Emma Gaviria, antioqueña y actual presidenta de la Confederación Panamericana de Tiro con Arco.
Para María Emma, Colombia tiene hoy un sano equilibrio entre el desempeño de las deportistas con el reconocimiento público y apoyo a su carrera. “Si demuestras resultados tienes la recompensa sin distinción de ser hombre o mujer”, afirma Gaviria. El problema para la Gaviria, sigue siendo la formación de base. “Los dirigentes tenemos que llegar más a los municipios. Allá hay una cantera de talentos enormes, pero no llegan solos; es tarea de dirigentes crear estrategias para que las familias dejen las prevenciones y permitan que esas niñas salgan al mundo a buscar un espacio en el deporte. Aún es un tema difícil, pero la obligación es de la dirigencia”, opina María Emma.
Y no es sólo a las familias a las que hay que ayudarles a cambiar el chip; la sociedad en general también carga con lastres y estereotipos. Algo que sabe muy bien Liliana Zapata, difusora como pocos del fútbol femenino. “Profesionalizar el fútbol femenino es un paso importante. Pero lo fundamental es crear conciencia y que la sociedad en Colombia arrope el proyecto y vean las puertas que se abren para cientos y miles de niñas para formar una carrera y un futuro con oportunidades en un país donde no sobran”, expone Liliana, presidente del Club Formas íntimas, una institución en fútbol femenino.
Y aunque es cierto que con relación a países como Chile, Brasil o Argentina, Colombia tiene aún rezagos en materia de inclusión de mujeres en el deporte de competencia, todos los días hay triunfos individuales y silenciosos que van abriendo caminos en disciplinas y escenarios, antes insospechados para una mujer.

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Una gacela antioqueña 
María Victoria Giraldo es una antioqueña que recorre desde hace tres años el desierto de Marruecos persiguiendo un sueño. La Tata es mamá, empresaria, piloto de carreras y promotora de su oficio. Todo en una. Compite desde hace tres ediciones en el Rally de las Gacelas, una exigente carrera para mujeres y donde el año pasado alcanzó el tercer lugar. “Cuando quise emprender la aventura del Rally mis dos hijos mellizos tenían dos años y cada vez son más conscientes y me dicen que no me vaya, que les voy a hacer falta. Yo durante un año los preparo y les digo que voy a perseguir mis sueños, que voy a hacer algo que me hace feliz y que al final, siempre vuelvo con ellos”, cuenta Tata, quien para poder buscar sus metas a bordo de su cuatrimoto al tiempo que es mamá, debe hacer rendir cada minuto como si fuera oro.
En un deporte que en Colombia es difícil hasta para los hombres, Tata y un puñado de personas comprometidas con la causa, se las ingenian para impulsar la práctica de las disciplinas a motor entre las mujeres. “Intentamos que cada vez sean más mujeres en este deporte. Actualmente hay un semillero de niñas que entrenan en motos chiquitas y en la última carrera de la Liga de Motociclismo de Antioquia  hubo una categoría donde compitieron siete niñas. De a poco se va masificando este deporte entre ellas”, dice la piloto, quien piensa que, sin duda, los referentes como Tatiana Calderón, quien se unió recientemente a la Fórmula 1 tienen un impacto determinante en estas disciplinas que emergen.
Pero María Victoria no es la única que incursiona en terrenos difíciles; Daniela Montoya es una de las futbolistas icónicas de la primera generación de mujeres que lograron hacerse un espacio y construir una historia en el fútbol femenino internacional vistiendo los colores de la selección Colombia.

La persistencia de Daniela
Para Daniela no ha sido fácil. De hecho, buena parte de su carrera la ha basado en la capacidad de levantarse de grandes derrotas. “No ir a Río 2016 dolió mucho, fue difícil asimilarlo pero seguí adelante, y creo que ese tipo de dificultades son la prueba más segura que se tiene de demostrar que se está en el oficio correcto”, afirma Daniela, a quien borraron injustamente de la selección Colombia como represalia por defender a sus compañeras y al derecho de recibir el reconocimiento y apoyo acordes a las destacadas actuaciones que hicieron durante años en el plano internacional.
Hoy la vida le ofrece un panorama diferente: es una de las estrellas de la naciente Liga Femenina, hace pocos días anotó triplete en un partido con su equipo Envigado Formas íntimas. Además, es una figura reconocida y respetada por los aficionados del deporte en Colombia. Daniela sabe que cada paso que da en la cancha no lo hace sólo por ella sino por una búsqueda colectiva de la que ella hace parte: “Hemos ganado terreno y lo que sigue es fortalecer el fútbol femenino mucho más en Colombia”, dice.

La Fuerza de Laura
En la misma tarea de romper paradigmas pero a través del rugby está Laura Isabel González, una joven a quien le cambió la vida la decisión de ingresar a practicar este deporte en el 2012. Antes de contar con el apoyo de sus papás, Laura tuvo que mostrarles que el deporte del que se había enamorado no era como lo pintaban. “Mis papás, al igual que muchas personas, tenían una información errada del rugby. Pero una vez vieron que yo era buena y que era una disciplina muy integral, me apoyaron incondicionalmente”, cuenta Laura, quien estuvo en Juegos Olímpicos con las Tucanes y en 2015 ganó el premio de la Mujer Talento en la rama deportiva por su trabajo con niñas, jóvenes y mujeres de Copacabana, su municipio, con quienes trabaja el empoderamiento y liderazgo a través de los valores del rugby. “Dicen que el rugby es rudo, y sí, es una disciplina exigente. Pero pienso que el trabajo que están haciendo decenas de niñas en el rugby ahora, no sólo impacta en lo deportivo sino en las vidas y de ellas, es muy liberador”, afirma Laura.
Y aunque las reivindicaciones que empiezan a darse llegan de forma tardía, echando una mirada 25 años atrás no puede negarse el sustancial progreso en todos los niveles aunque aún haya deudas importantes en algunos aspectos como el dirigencial. “A parte de que la cantidad de directivas mujeres no es la suficiente tampoco se están capacitando debidamente. Sin visión dirigencial hay poco o nada”, dice Maria Emma Gaviria, única colombiana en un cargo directivo en el deporte internacional.
Pero seguramente en el futuro cercano esos aspectos serán victoriosas cruzadas porque puede más la voluntad. “A mí me tocó costearme buena parte de mi carrera y entrenar con hombres porque en ese entonces no había respaldo al trabajo que hacía una mujer deportista. Pero entrenar al  nivel de los hombres, por ejemplo, me convirtió en la mejor triatlonista del país durante 22 años”, señala Carmenza Morales, la mujer de hierro, como se le conoce. Aunque en últimas, todas las deportistas colombianas merecen ser llamadas así.

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