Medellín puede darle el recibimiento que el Papa merece, vistiéndose de blanco y acompañando sus pasos al ritmo de canciones que lo arropen armónicamente
En las jornadas iniciales del viaje apostólico de Su Santidad Francisco a Colombia, el Pontífice y los colombianos han superado las generosas expectativas sobre asistencia a los eventos públicos -recorridos y misas campales- y apertura a su mensaje espiritual y ético, pregonado desde el catolicismo para que lo escuchen todas las personas.
Bogotanos y visitantes desafiaron el espacio limitado del Parque Simón Bolívar, preparado para acoger 800.000 personas, y en medio de ejemplar organización congregaron a 1’300.000 participantes llegados de distintas partes. Igual fenómeno sucedió en Villavicencio, ciudad de 495.000 habitantes que recibió en el parque Catama a 650.000 personas que desafiaron la lluvia y las distancias para aprovechar este viaje papal. Ambas capitales deben celebrar a ciudadanos ejemplares que abrieron corazón y razón para acoger al Papa, dejarse emocionar con su mensaje y participar de los buenos sentimientos y razonamientos que despiertan sus homilías e intervenciones.
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Para Medellín, este sábado es su gran día, uno tan importante para el Papa que determinó dedicarlo a las vocaciones y a la tierna visita al Hogar San José. A lo largo de los preparativos de la visita, se esperó que la ciudad fuese la protagonista de la misa multitudinaria, dada la capacidad del Aeropuerto Olaya Herrera, para recibir entre 1 millón y 1’200.000 visitantes, entre moradores del valle de Aburrá y huéspedes venidos de otros municipios antioqueños, los departamentos cercanos y hasta otros países. Ayer, sin embargo, el alcalde Federico Gutiérrez redujo la expectativa sobre la asistencia, al calcularla en 800.000 personas. Ya explicarán los responsables si una posible menor asistencia se explica por factores climáticos o si lo hace por la decisión de no entregar boletas, que llevó a muchas personas a desistir o a pernoctar a la intemperie desde el viernes y hasta el jueves.
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La visita del papa deja mensajes que cada persona recibe, reflexiona y admite, o no, como piedra de transformación. También huellas de momentos imborrables. Las ceremonias de Bogotá quedaron marcadas por el encuentro del papa y Emanuel, el niño nacido en el cautiverio de su madre y luego separado brutalmente de ella; su visita a la Virgen de Chiquinquirá, y el encuentro con los niños de Idiprón y los jóvenes con discapacidades. De Villavicencio quedan las imágenes de la multitud vestida de blanco en el Parque Catama, la riqueza musical de la acogida, la voz de las víctimas y el Cristo Negro de Bojayá, como lo llamó, símbolo y testigo de la victimización. Medellín tiene capacidad para ofrendarle bienvenidas por una multitud en traje blanco y cánticos religiosos que acompañen sus recorridos en el aeropuerto y en la ciudad.
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