El presidente electo ha propuesto hacer del suyo un gobierno para todos, abierto a la participación ciudadana, comprometido con la paz a través de la seguridad y la justicia, y decidido a construir oportunidades para todos.
La culminación de las elecciones presidenciales en Colombia, este 17 de junio, ha fijado unos hitos históricos que exigen análisis detallados y profundos y que retan a la ciudadanía a mantenerlos e incluso mejorarlos.
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La participación de los votantes fortalece a la democracia, así algunos -o incluso muchos- de ellos hayan concurrido a las urnas alentados por odios, temores o presiones. Por esta vez la ciudadanía alcanzó una participación que ronda el 53% del potencial electoral, propinando un fuerte golpe, ojalá permanente, al abstencionismo histórico, que llegó a acercarse al 65% del potencial de votantes. Sostener esa participación y procurar que ella pase de la emotividad al proceso de raciocinio y deliberación que madura el voto es un reto para políticos, medios de comunicación y sistema educativo.
Con la pareja Iván Duque presidente y Martha Lucía Ramírez vicepresidente, han sido elegidos el gobernante más joven de la historia colombiana desde 1870, cuando el liberal Eustorgio Salgar (39 años) fue elegido primer mandatario por un período de dos años, y la primera mujer colombiana en alcanzar la vicepresidencia; un lugar ganado tras obtener la segunda votación en la consulta interpartidista de marzo. A este hito, se sumará ahora el del compromiso del presidente electo de designar un gabinete con 50% de mujeres, para promover decididamente la participación y presencia del género femenino en la actividad política. Y es realmente meritorio que esta dupla haya conquistado el número de votos más alto en la historia democrática del país: 10’373.087 apoyos que le dan, como expresó en su discurso de reconocimiento de la victoria, “un mandato claro” para ejecutar su programa de gobierno.
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Liderando una coalición en la que participaron la extrema izquierda de la Colombia Humana, la Farc, la Marcha Democrática y un ala del Polo Democrático, junto a la centroizquierda del Partido Verde y algunos sectores del liberalismo, Gustavo Petro obtuvo 8’034.189 votos, el mayor número de apoyos logrados por un aspirante que representa los ideales de la izquierda política. Tal capital electoral, sin embargo, no pertenece exclusivamente al movimiento Colombia Humana, como lo pretende el candidato que llegó a segunda vuelta, sino que están dispersos en otros partidos y movimientos cuya participación en la campaña aportó buena parte de los 3’182.935 votos en que creció la candidatura Petro entre la primera y segunda vueltas.
Iván Duque ha corrido una carrera de fondo para llegar a la Presidencia de la República que ayer conquistó. La inició al presentarse en el proceso interno de selección de candidato del Centro Democrático y la corrió en la consulta interpartidista y las dos jornadas de la elección presidencial. En el camino de configuración de su candidatura consiguió hacer valer su estilo y personalidad creando para su partido una alternativa con carisma e identidad propios, diferente a Uribe, a quien nunca dejó de reconocer como líder de su partido y partícipe importante de su campaña. Este es un logro en el que Duque consiguió aventajar a copartidarios suyos que buscaron la Presidencia, como Andrés Felipe Arias e incluso Óscar Iván Zuluaga.
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El presidente electo desplegó los principales rasgos de su personalidad en el sereno discurso de reconocimiento de su victoria, el cual aprovechó para recordar que es el presidente de todos los colombianos y para convocar a todos los sectores del país al trabajo en unidad para construir sobre lo que ya se ha construido y avanzar en los puntos fundamentales de la agenda que concertó con los aliados con quienes recorrió este último tramo de su aspiración. Fue así como en la noche del domingo confirmó que serán sus prioridades la guerra frontal contra la corrupción, confirmando su apoyo a la convocatoria para la consulta en tal sentido que está prevista para el 26 de agosto, pero buscando “ir más allá” de la misma; la construcción de la paz basada en la seguridad para todos los colombianos y la vigencia de la justicia pronta, eficaz y cierta, especialmente para las víctimas que la esperan. También ofreció apoyo a los empresarios de todos los sectores y tamaños, para contribuir a la generación de empleo mediante la simplificación de la política tributaria que estimule la creación de empleo y la ejecución, ahora sí, de una reforma rural integral en la que convivan armónicamente grandes empresarios y campesinos.
Iván Duque ofreció políticas de sostenibilidad que no castiguen la inversión, así como estrategias de equidad, en especial en los campos en que es más necesaria la justicia social: educación superior, salud, deporte y recreación. Con la alegría que demostró en sus distintas intervenciones y la energía de su juventud, el presidente electo anunció que volverá a acercar la Presidencia de la República a la ciudadanía, a través de los talleres Construyendo País, que desarrollarán los que realizó en distintas regiones de Colombia durante su campaña presidencial.
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Gustavo Petro demostró respeto a la democracia al reconocer la victoria del candidato Duque, quien lo superó por más de 2’300.000 votos, o sea doce puntos porcentuales. En su discurso, sin embargo, mantuvo los rasgos característicos de su personalidad y estilo político. Frente a sus aliados, pretendió apropiarse de los votos de sectores que temporalmente apoyaron su aspiración luego de no alanzar la victoria en primera vuelta, pero que no han participado de la extrema izquierda representada por la Colombia Humana y sus aliados. Puso también puntadas para mantener viva la polarización, ya no sólo entre los grupos que personifica y otros sectores democráticos, incluso los personeros del voto en blanco, sino entre regiones del país, al declarar como sus contradictores “anacrónicos”a los departamentos de Norte de Santander y Antioquia, dos de los territorios en los que el candidato Duque tuvo una victoria avasalladora. Anunció, además, que asumirá su curul en el Senado para liderar una oposición hirsuta que mediante la movilización social y la contraposición al gobierno, que ni siquiera inicia, le permita mantener viva la polarización y emprender el camino hacia una nueva candidatura, la tercera de su carrera política, en 2022, cuando tendría que enfrentarse a algunas de las personas que fueron sus aliadas en este proceso electoral.