Las cuatro de Maluma

Autor: Álvaro López Rojas
18 abril de 2017 - 12:09 AM

Hay que dejar que los nuevos dueños del mundo, lo acomoden a sus ideales, lo construyan a su medida y que, ojalá, nos den la oportunidad de un espacio en el que quepamos los mayores.

Resultan hasta cierto punto sospechosas, las reacciones a la decisión del gobernador de imponer una condecoración al cantante de reguetón Maluma, atendiendo su proyección internacional y su aceptación entre la población joven del continente, que compra por grandes cantidades su producción discográfica y llena los escenarios en los que ofrece conciertos. Las protestas tienen como excusa una de sus canciones en la que se refiere a cuatro niñas, novias, o como queramos llamarlas, en un lenguaje procaz para el gusto de nuestra sociedad, pero de aceptación muy generalizada entre quienes tienen al artista por ídolo. Eso tiene la juventud: por mucho que los más viejos nos opongamos, critiquemos e invoquemos estándares de decencia, las nuevas generaciones van imponiendo de manera lenta, decidida e imperceptible, sus propios criterios, su lenguaje y sus costumbres, su concepción del mundo y de la forma en que lo manejarán.

Los que nacimos en los cincuenta, somos testigos y actores del cambio que se vivió de la mano de los intelectuales, músicos, artistas, poetas, literatos y pensadores de la posguerra, que irradiaron desde Estados Unidos y Europa, una cultura nueva, fresca, que anunciaba la ruptura con la historia de negación y exclusión que había vivido el mundo. No es gratuito que la juventud acceda a las propuestas generacionales de organizar las ideas y las cosas. Como ahora, en los casos del Nobel de Bob Dylan y en el nuestro de Maluma, entonces hubo reacciones airadas, condenas injustificadas, arengas desde los púlpitos, tratando de detener la ola de transformaciones que nadie pudo detener, gracias a Dios.

En nuestro convivir ordinario, entre pares y amigos, usamos el lenguaje directo y coloquial, del que nadie pide aclaraciones. Pero cuando llegamos al llamado lenguaje culto, plagamos el decir de eufemismos a veces innecesarios, dándole a las palabras connotaciones moralistas y afectadas: al culo le decimos trasero; al parir, dar a luz o alumbrar; a la copula sexual, hacer el amor, aunque esto último ya es una reivindicación moderna, pues anteriormente, hasta pensar en eso era pecado mortal. De cierta forma, nuestra generación rompió con la idea de que moralidad y decencia tenía que ver con la contención de la carne, especialmente de las mujeres. Algunos pastores de nuestra Iglesia Católica, condenaron a la mujer que trataba de ser pensante y productiva, mientras sus discursos y homilías llamaban a la violencia por razones políticas. Perdieron la guerra, pero hay restos de su pensamiento, con el que pretenden ser santos.

Sería bueno preguntarles a las mujeres jóvenes de ahora, cuánto se siente ofendidas con el lenguaje de las canciones criticadas, y cuantas se sienten maltratadas con el relato de las proezas sexuales del artista con solo cuatro de ellas. Muchos jóvenes adoptaran la canción como himno, para chicanear. Las muchachas en su mayoría saben que una mera exhibición de machismo no hace el maltrato. Hay que dejar que los nuevos dueños del mundo, lo acomoden a sus ideales, lo construyan a su medida y que, ojalá, nos den la oportunidad de un espacio en el que quepamos los mayores. Nosotros hemos llenado los museos y bibliotecas con cosas que nuestros abuelos hubieran condenado. Hemos decidido que hay arte donde solo hubo rebeldía y soledad. Las generaciones que nos siguen ya son adultas para decidir e imponer su propio camino a la felicidad.

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Comentarios:

augusto
augusto
2017-04-18 12:32:09
Los que somos de los cincuenta hoy estamos tenidendo la visión de como el mundo va a perdición, y han de cumplirse las sentencias sobre él señaladas.

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