Segunda parte del análisis sobre la religiosidad y los tribalismos. La primera parte se lee en: http://www.elmundo.com/noticia/Universalismo-vs-tribalismos-/48178
En contraposición con el exclusionismo de los tribalismos identificados en algunas vertientes de las grandes religiones monoteístas (judaísmo, islamismo y cristianismo), la llamada opción preferencial por los pobres de Jesús expresa el llegarse hasta el otro de Dios que se manifiesta en la encarnación. Nada puede debilitar la contundencia del hecho de que Jesús nació, vivió, ejerció su ministerio y murió pobre entre los pobres y fue asesinado por tomar partido por los marginados en una teocracia en la cual los pobres, los iletrados, los enfermos, los pecadores, eran no solo marginados socialmente sino también excluidos del culto en el templo, una forma de marginamiento que los privaba de su identidad (como miembros del pueblo escogido). Fue su lucha contra la exclusión lo que lo llevo a la muerte de cruz y como resucitado, en el reino que construye su Santo Espíritu, ninguna forma de exclusión ideada por el hombre en tribalismos raciales o religiosos o sociales nacidos de su necesidad narcisista de sentirse diferente y superior, tiene cabida. Así, en el contexto privilegiado por Jesús de las comidas como oportunidades de llegarse al otro (comiendo con pecadores y pecadoras acogiendo a prostitutas confrontando su rechazo en violación fragrante de la normatividad excluyente, cuestionando la pureza ritual) que Jesús hablando de la humildad (la renuncia al narcisismo) lanza una de esas cargas de profundidad que pulverizan los cimientos de todas nuestras exclusiones: la próxima vez no inviten importantes, inviten a marginados (Lucas 14). ¿Qué queda en pie ante esta contundencia? desde luego ninguna de nuestras construcciones exclusivas (empezando por las erigidas por el poder eclesiástico para excluir quien no se controla y controlar a quien se incluye), como lo vio Pablo como campeón del universalismo en contra de los remanentes del tribalismo judío dentro del cristianismo. En la perspectiva de Jesús y la de Pablo todo tribalismo es una forma de idolatría que confunde los símbolos, las instituciones y la normatividad tribal con Dios, con el fin de excluir al otro, exclusion que combatieron al costo de sus vidas (Jesús la de los excluidos del amor de Dios por Ley y templo y Pablo la de los gentiles hasta su: ni judío vs griego, ni esclavo vs libre, ni hombre vs mujer).
Gracias a la modernidad, la cristiandad no tuvo más remedio que abrirse a los valores de libertad de las conciencias y de democracia liberal de ésta, lo que le tomó muchos siglos a pesar de que esos valores tienen sus raíces en los evangelios y en Pablo. El problema con Islam es que no fue forzado por los procesos históricos y sociales, originados en la reforma e impulsados por la ilustración y las revoluciones burguesas, como lo fue el cristianismo, a abandonar sus pretensiones teocráticas. Pero en el caso de éste, es una tragedia histórica que la autoridad eclesiástica no haya reconocido en esos valores humanistas de la modernidad los corolarios del universalismo paulino y se haya enfrentado enconadamente a ella hasta el concilio Vaticano II. Como lo han visto dos pensadores actuales (¿en forma sorprendente? o en forma consistente?) con sus raíces en el marxismo y en el psicoanálisis, Badiou y Zizek, el universalismo y el amor paulino abren posibilidades de realización de eventos/procedimientos de verdad y de conexión con comunidades alternativas (por negación/superación de la identificación con la propia) o alteridades utópicas, y así, de universalización del sujeto. Sin duda, en la universalidad del reino se encuentran las raíces histórico-culturales de la Liberté, égalité, fraternité y la declaración de los derechos de ciudadano, así como de la declaración de independencia de Los EUA, de las cuales se deriva la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Trágico que la jerarquía eclesiástica, enfrascada por 18 siglos de constantinismo en apoyar órdenes establecidos injustos obsoletos (con la oposición de iluminados como Montesinos O.P. quien ya hacia 1510 hablaba de derechos/justicia de/para todos incluidos los oprimidos), haya optado entonces (con honrosas excepciones como, durante la propia revolución francesa el Abbé Sieyès) por defender el derecho divino de los monarcas de disponer a su total arbitrio de la vida de sus súbditos, incluyendo el de matarlos de inanición expoliándolos con impuestos para financiar sus exorbitantemente lujosos estilos de vida y su permanente guerrear entre realezas.
¿A quién, sino a la iglesia de Jesús (el muerto y resucitado para todos), le corresponde ponerse por encima del sectarismo tribal proclamando un universalismo más allá de todo racismo, clasismo y sectarismo político o religioso en un mundo despedazado por estas patologías sociales, y a la fe en su Dios y padre (de todos en El) como base absoluta y punto de partida de este universalismo? Así lo ha visto Francisco quien en un movimiento muy propio de Jesús, no solo ha retornado a la evangélica opción preferencial por los pobres; sino que se ha llegado hasta el otro oprimido y tomado partido por él, como lo hizo acerca del genocidio de armenios a manos de los turcos del imperio otomano. ¿Cuándo (cabe preguntarse) alzará su voz también ante la forma como la conciencia moral de la humanidad y de sus líderes se ha insensibilizado al horror que le impone el estado de Israel a los palestinos, como brazo armado de fundamentalistas sionistas y sus grupos de settlers en tierra robada a los palestinos, a la extensión del apartheid del contemporáneo ghettto de Varsovia que es Gaza a otras partes del margen occidental, en una tragedia que combina elementos del ethnic cleansing de Bosnia y del genocidio de los Tutsis a manos de los Hutus en Ruanda?