La solución está en la familia

Autor: Luis Fernando Múnera López
15 mayo de 2017 - 12:08 AM

La corrupción y la inequidad social son los principales problemas de la sociedad colombiana. Y la solución está en la familia.

La corrupción y la inequidad social son los principales problemas de la sociedad colombiana. Y la solución está en la familia.

Prácticamente todos los otros flagelos son consecuencia de la corrupción y de la inequidad, y pueden tener una solución más de fondo si se trabaja contra ellos desde el seno de la familia y del entorno en que ella se mueve.

Veamos por qué afirmamos que la solución es la familia.

La corrupción nace del carácter permisivo de la cultura contemporánea, del afán consumista desenfrenado y de la tendencia a buscar el dinero de manera fácil y rápida. Podemos unir fuerzas para revertirla si enfrentamos la vida con una formación sólida en la moral, los principios y los valores. Esta formación nace en la cuna. Los padres, hermanos, abuelos, tíos tienen un papel insustituible. La solución está en la familia.

La inequidad social nace de la negación de las oportunidades para que toda la gente tenga una vida digna. Es una consecuencia del capitalismo salvaje que induce a quien más tiene a querer tener más, sin importar los medios. Y esos medios incluyen cerrarles las puertas de las oportunidades a los débiles y desposeídos, de tal manera que el proceso se convierte en una espiral acelerada de pobreza e injusticia. Si las soluciones a la inequidad no vienen de afuera, del entorno, pueden venir de adentro, del seno de la familia si se genera en ella la dinámica adecuada. La solución está en la familia.

Así lo ha comprendido la administración municipal de Medellín a lo largo de la última década. Sandra Sánchez Álvarez, directora técnica de la unidad Familia Medellín, afirma: “La ciudad se debe ocupar de la familia en su dimensión integral. La familia debe prepararse para apropiarse de las oportunidades con énfasis en sus necesidades, independientemente del estrato social”.

De acuerdo con los estimados del Dane, en Medellín unos 74.000 hogares, conformados por unas 300.000 personas, viven actualmente en condiciones de pobreza, o sea que no satisfacen esas necesidades mínimas. Este dato es dramático, pero tiene un problema: No identifica individualmente las familias que la sufren.

El programa Medellín Solidaria aglutina 31.000 hogares que viven en pobreza extrema, los identifica —este sí— con sus respectivos nombres y direcciones, y los acompaña para ayudarles a salir adelante. No es un programa asistencialista y por tanto no entrega un solo peso en subsidios de ninguna clase. Coordina a esas familias para que aprovechen las oportunidades que la ciudad brinda en materia de ingresos, educación, salud, vivienda y nutrición. Y procura que los miembros del hogar se responsabilicen de generar mecanismos para superar sus limitaciones.

Ha logrado que 25.696 hogares superen su condición de pobreza en Medellín (en un artículo reciente di un dato equivocado al respecto), y tiene la meta de conseguir otro tanto antes de finalizar 2019.

La empresa privada también tiene responsabilidad ¡y grande! en la solución de la pobreza en Medellín. Su concepto de responsabilidad social, restringido a programas asistencialistas y puntuales, debe ampliarse al llamado esquema del valor compartido, para generar desarrollo social y económico efectivos en beneficio de sus trabajadores, de sus proveedores y de la comunidad donde se mueve.

Superar la inequidad social no es quitarles a los ricos para darles a los pobres. No es volver familias ricas a las que hoy son pobres. El nivel de vida digna de una familia se basa en la satisfacción de las necesidades básicas de la vida, no en el lujo o los excesos.

Torcer el pescuezo del monstruo es estimular a todas las familias para que generen en su interior la dinámica para salir adelante, y generar en la sociedad, en especial la empresa privada, el compromiso y la responsabilidad que les corresponden.

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Comentarios:

augusto
augusto
2017-05-15 09:21:25
Claro que la solución está en la familia, pero para llegar a educar a la familia tal y como debe de ser, hay que cambiar los paradigmas que sostienen este mundo, y hacerlo es una transformación total, transformación que el sistema con el que se gobierna al mundo, no lo permite porque es perder el poder que tiene sobre la humanidad; pero resulta que el cambio como es la única constante, cambiará y hará que se cambie, así que lo que no se quizo hacer por las buenas, va a tocar hacerse por las malas; por lo que la transformaión viene con nuevos paradigmas que de verdad edificaran a la humanidad.

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