Sus casi 79 años de vida se multiplicaron en los legados de una familia admirada, de decenas de alumnos-amigos formados en el análisis crítico, en casi 50 ponencias en eventos científicos, 40 artículos en publicaciones especializadas, 11 libros y cerca de 30 capítulos en libros académicos; a más de tesis dirigidas y documentos de trabajo.
La historia de María Teresa Uribe de Hincapié se entreteje con la de la familia que formó y guio junto a Guillermo Hincapié Orozco, con la de las aulas y discusiones de la Universidad de Antioquia y con la de la sociedad a la que interpeló con sabiduría mientras la acompañaba a tratar de entender las tramas del poder y la violencia o de construir caminos para forjar instituciones y provocar la paz.
La lúcida intelectual falleció el 1 de enero de este año, seis días después de la muerte de su esposo. Ambos padecieron pulmonía.
Hasta sus 32 años, cuando culminó la carrera de Sociología en la UPB, la vida de María Teresa Uribe, para entonces de Hincapié por su amado esposo Guillermo Hincapié Orozco, recorría los trayectos de una digna señora de clase media-alta antioqueña, formada en ternura, delicadeza y generosidad acompañadas de suave firmeza para hacer valer sus posiciones, unas calidades de las que disfrutaron sus tres hijos: Ana Lucía, Marta Isabel y Luis Guillermo.
De la escolástica al marxismo
En 1973 llegó a la Universidad de Antioquia, institución en la que permaneció hasta su retiro, por salud, a mediados del año 2006.
Como recuerdan los profesores-investigadores Eufrasio Guzmán Mesa, exdirector del Instituto de Filosofía, y Fabio Giraldo, exdirector del Instituto de Estudios Políticos y amigo de María Teresa, por aquellos tiempos y hasta la reforma construida durante la crisis de los años 80, la Universidad había abrazado el marxismo como enfoque académico de sus maestros y postura política en algunos profesores y en muchos alumnos.
La apuesta definió enfoques para la investigación y el análisis que condujeron a lo que los profesores señalan como “el esperpento de las ciencias sociales adoctrinadas, en las que el ideal revolucionario avala la profesión”, una tentación en la que cayeron casi todos, incluso aquellos que, como María Teresa Uribe, rectificaron para recuperar el pensamiento liberal.
La adhesión a la doctrina alentó la ruptura de los nuevos investigadores con los estudios previos realizados por quienes en Antioquia habían buscado respuestas a las preguntas sobre el ser regional, sus creencias, adhesiones y proyecciones. El llamado a la acción abrió la tronera a la formación de militancias y grupúsculos, clasificados por siglas incomprensibles para los laicos, que terminarían desatando una atroz oleada de violencia, que el paramilitarismo atizó en los años 80, y profundas divisiones entre y dentro de las facultades.
Fruto de este período académico de la profesora María Teresa Uribe es el libro Las raíces del poder regional: el caso antioqueño, escrito entre 1982 y 1986, en intrépida coautoría –por lo que implicaba la interdisciplinariedad en tiempos de encierros y muros- con el economista Jesús María Álvarez. También, sus preocupaciones por entender las raíces de la violencia, un empeño en el que abrió caminos, aventuró hipótesis, desató polémicas y ofreció claridades necesarias, en particular en defensa del lugar de las víctimas.
Allí quedaron plasmadas sus preocupaciones por el poder, la violencia, lo antioqueño y la política. Ellas fueron inspiradoras de su lúcido, aunque no carente de controversia, trasegar académico, docente y ciudadano.
La historia del adoctrinamiento de la academia, las violencias y odios, que la Universidad recuerda con gran dolor y que busca entender en la discusión sobre si la universidad pública debe buscar ser objeto de reparación colectiva, desató dos procesos terriblemente contradictorios en sus empeños de recuperar la razón como fuerza de la Universidad, el desatado a partir del documento Hacia un proyecto de universidad, de la Rectoría de Darío Valencia Restrepo, y de convertir el campus en escenario de sus guerras, el mantenido por las guerrillas y el paramilitarismo.
El planteamiento de Valencia Restrepo, que renunció porque no sería rector de una universidad cerrada, inspiró decisiones colectivas que guiaron los rectores Santiago Peláez y Luis Pérez, quienes propusieron consolidar las ciencias sociales –anatemizadas por algunos practicistas que las consideraban costosas o inútiles- y mantener la fuerza de las áreas de ciencias exactas. Tan importante como generar la estructura para la convivencia de los enfoques fue la determinación de romper con dogmatismo marxista para propiciar la apertura a la ciencia, la investigación y la búsqueda de la verdad.
Con sus colegas, María Teresa Uribe dijo adiós a la doctrina y se abrió al pensamiento y a la ciudadanía.
Las prolijas exploraciones en busca de respuesta
Tras su primer texto de investigación, María Teresa se prodigó en proyectos y productos que forman un cuerpo analítico en el que, como explican los profesores Giraldo y Guzmán, brillan su conocimiento e ilustración, fuente de su sabiduría ecléctica, sin rumbo metodológico fijo y expresada más en ensayos que desde la sociología y la politología se aproximan más a la filosofía que al esquematismo de las ciencias sociales puras.
En su trabajo intelectual, esta otra “madre” de la sociología, la violentología y los estudios regionales, se ocupa de la memoria, para entender la historia; de dilucidar –y lo consigue- cómo operan en esta sociedad los conceptos de nación-soberanía-ciudadano, una reflexión que dejó en su obra Nación, ciudadano y soberano (2001) y de explorar las raíces y responsabilidades de las violencias que atravesaron la universidad, muchas vidas que le importaban y la ciudad que en la década de los ochenta vio estupefacta cómo toda una generación de niños-jóvenes tomó las armas para librar las guerras ajenas del narcotráfico, principalmente.
En estas etapas, María Teresa cumple un papel importante en la inspiración del grupo de estudios sobre la violencia, que la sociedad conoció como “los violentólogos”, en el que participaron, entre otros, el ingeniero Antonio Vélez, el sicoanalista Juan Fernando Pérez, el antropólogo Hernán Henao Delgado. También fue fundamental su presencia en la creación del Instituto de Estudios Regionales, casa de la maestría en Estudios Regionales y de las investigaciones sobre el territorio realizadas en Antioquia, así como en la consolidación del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
El 26 de marzo de 2015, en su último acto público como rector, el médico Alberto Uribe Correa ejecutó la decisión del Consejo Superior de la Universidad de Antioquia de conceder a María Teresa Uribe de Hincapié, ausente del campus desde 2006, el Doctorado Honoris Causa en Ciencias Sociales. El homenaje materializó el sentimiento compartido por los universitarios, que justiprecian a María Teresa Uribe como una de las grandes maestras que la Universidad de Antioquia ha entregado a su departamento.
La maestra de la sociedad
El proceso académico de María Teresa Uribe tuvo un importante salto cuando, en compañía de colegas como Beatriz Restrepo Gallego y Hernán Henao Delgado, decidió salir de las aulas para iniciar un diálogo con aquel que en los años 70 y comienzos de los 80 había sido el objeto de sus críticas, algo cercano al “enemigo”: el Estado.
En esos momentos, María Teresa y sus compañeros empezaron a participar en mesas de trabajo y discusiones públicas sobre las razones de la violencia en Antioquia y Medellín.
La conversación con los gobiernos, las ONG, gremios del sector privado y sectores ciudadanos fructificó en diagnósticos certeros que aclararon realidades no vistas, como la inequidad, la exclusión de los jóvenes, la marginación de la mitad de la ciudad, la carencia de espacios públicos; esos hechos objetivos y demostrables estaban en la raíz de la violencia incomprensible, enfrentarlos era empezar a cambiar realidades, según los académicos contribuyeron a demostrarlo en los seminarios Medellín, alternativas de futuro (1990) y Antioquia hacia un pacto social (1991).
De nuevo concentrada en la Universidad, María Teresa afianzó su calidad de maestra e investigadora dueña de una propuesta intelectual propia, que fue punto de encuentro entre la ilustración y la ciencia, convergencia que le dio lucidez para interpretar el presente recogiendo las luces que le dejaban sus estudios de la historia y la ciencia política, así como firmeza para defender frente a sus interlocutores las ideas y posiciones forjadas con talento y trabajo.
Los últimos libros
En el legado de María Teresa Uribe de Hincapié quedan cuadernos de trabajo, artículos académicos, ponencias y libros, que buscaban explicaciones y propuestas construidas en solitario o con coinvestigadores, que también eran sus amigos.
En los últimos cinco años en la Universidad de Antioquia publicó La política en escenario bélico: complejidad y fragmentación en Colombia (2003).
En coautoría con Liliana María López Lopera Las palabras de la guerra un estudio sobre las memorias de las guerras civiles en Colombia (2006) y Las guerras por las soberanías, memorias y relatos en la guerra civil de 1859 1862 en Colombia (2008).
En homenaje a María Teresa Uribe de Hincapié, las universidades de Antioquia y Eafit publicaron en septiembre de 2009 la obra Las tramas de lo político, coeditado por los profesores Liliana María López Lopera y Fabio Humberto Giraldo Jiménez.
El doctorado que consagró su maestría
El 26 de marzo de 2015, en el último acto público de su rectoría, Alberto Uribe Correa entregó a María Teresa Uribe de Hincapié el doctorado honoris causa en Ciencias Sociales, que le concedió la Universidad según iniciativa de su Facultad de Ciencias Sociales, el Iner y el Instituto de Ciencia Política.
En esta consagración como maestra, el rector de la Universidad reconoció en María Teresa Uribe que “lo que ha construido con su ejemplo intelectual, convertido en obra escrita, y con su dedicación al magisterio, hecha vida en sus alumnos, no es sólo huella sino también horizonte para la interpretación de la vida cotidiana y de sus tramas sociales y políticas.
En la declaratoria de reconocimiento a sus merecimientos, el Consejo Superior de la Universidad destacó que su propuesta académica “radicalmente crítica y heterodoxa, se ubica en una frontera interdisciplinar entre la historia, la sociología, la filosofía, la antropología, la teoría y la filosofía políticas, y esta opción analítica le ha permitido concebir y proponer una aproximación politológica propia del proceso colombiano desde los últimos años del siglo XVIII a la época contemporánea”.
Dijo María Teresa Uribe de Hincapié
“El territorio de la nación colombiana ha sido siempre más amplio, grande y extendido que aquél efectivamente controlado por los recursos institucionales del poder público”: In: Las soberanías en disputa: ¿conflicto de identidades o de derechos?, Universidad de Antioquia 1999.
“Hoy pienso que la relación con mi padre está en la raíz de mis preferencias intelectuales, de mis búsquedas incesantes, de mi vocación como maestra e investigadora; así como en la necesidad acuciante por desentrañar las razones y sinrazones de la violencia y el terror, de las falencias de la democracia, las desigualdades y las exclusiones”: del discurso al recibir el Doctorado honoris causa en Ciencias Sociales, en la Universidad de Antioquia.
“La tarea de quienes retornan del mundo de las ideas es fundar la polis, la óptima república. Enfrentarse al caos de la vida social y establecer un orden que permita la convivencia y la justicia mediante la ley y la acción política”, de una invitación a la política; lección inaugural ante los estudiantes de Ciencias Políticas en UdeA y Eafit, 2004.