Recuerdo como si fuera ayer en la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá, al profesor doctor Sergio Rodríguez Azuero repitiendo una y otra vez: “La riqueza se mira en el futuro” en su concurrida clase de Derecho Comercial. Una afirmación motivadora si se está en un entorno universitario con un panorama financiero oscuro en el inmediato plazo, sin embargo todo el tiempo y la dedicación invertida en la formación hace definitivamente que hoy seamos millonarios con respecto a esos días, entre otras, por que lo que tenemos lo tenemos puesto, en teoría, podríamos empezar en cualquier lugar, en cualquier momento, sólo con lo metimos en nuestros cerebros en la época de formación universitaria.

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No deja de ser preocupante que los indicadores en educación superior de todo el país se remitan a publicitar las tasas de retención y absorción del sistema, como indicador, pero con unos niveles de terminación del ciclo que no llegan al 5%, esto es, de 100 que ingresan al sistema de educación superior, con dificultad 5 culminan en el tiempo reglamentario de su programa, eso sumado a una deserción da casi el 50% en el primer año, mejor dicho, la mitad se salen del proceso en el primer año, entre otras por causas económicas (MEN 2015), lo que además de dar pie a cientos de investigaciones que analizan las causas y los porcentajes de cada programa para poder tomar algunas medidas que funcionen, ha llevado a las universidades a tener estrategias que entreguen a los bachilleres que pasan, al menos lo mínimo para ser bachilleres, entonces a las IES les toca hacer mil programas para retener a sus estudiantes porque la educación regular no cumple ni con lo mínimo básico de la instrucción, y no solo eso, la mayor cantidad de estudiantes que ingresan a la universidad pública, son egresados de los colegios privados, y los que ingresan de los oficiales, en muchos casos con bonos extras por venir de ellos, tendrán que hacer un proceso de adaptación complejo.

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Ya con el programa “ser pilo paga” del MEN se vivió un calvario en sus primeras tres ediciones, pues aunque son las más pilos, el ingreso a las universidades acreditadas de alto nivel, los fue marginando del sistema, puesto que las competencias sociales mínimas para estar, también estaban casi en cero. En el primer año del programa la deserción tocaba casi el 60%.  Entonces ya hoy el joven tiene la opción de bañarse, comer, dormir, tener atención integral en salud, programa para sus familias e hijos si los tiene, bonos para transportarse y así, un sin número de beneficios que hace que en definitiva haya una gran retención, pero obviamente, esas garantías ni la mejor empresa las entrega en Colombia, por lo tanto, estamos sacando administradores, abogados y contadores en 7 años y arquitectos, ingenieros y licenciados en educación en 9.

Ahora, el “bum” por los programas técnicos, por las tecnologías, que es lo que necesita este país, dicen. Australia y Alemania como ejemplo, en fin. Pienso que formar intelectuales también es la opción, Alemania tiene 77 premios Nobel, es el segundo después de Inglaterra, la mayoría obtenidos después de la II Guerra Mundial, le apostó a la formación técnica, pero con visión de intelectuales. Nosotros seremos ricos, sin duda, pero nos está tocando hoy vivir la pobreza más aterradora de todas, la intelectual. Los profesionales de las más prestigiosas universidades protagonistas de los más aterradores escándalos, crímenes y desfalcos, los más grandes dirigentes ciegos por el poder, abusando de todos los principios y valores, las universidades que deberían ser los escenarios de las grandes propuestas, muchas de ellas hoy convertidas en fortines políticos y politiqueros entregando más de lo mismo al país.

Es la semana de ingreso a las universidades para dar inicio a este 2017/II ustedes son nuestra riqueza, hagan bien la tarea por favor, que ya es hora de tener un país honorable y ustedes son la única esperanza.