No es sino que los sentimientos nacionalistas sean manipulados, que los resultados económicos sean favorables o que los Demócratas no aporten un buen candidato, y entonces el Presidente Trump será reelecto
Dice el tango que “veinte años no es nada”, y efectivamente así lo es. ¿Qué diremos entonces de cuatro años, que es el período presidencial en los Estados Unidos de América? Dice el chiste parroquial que la noción de eternidad es semejante a qué si a uno lo cuelgan por dos minutos de las glándulas, algo verdaderamente terrible en todos los aspectos. Ha transcurrido ya el primero de los 8 semestres del mandato del Presidente Trump, y el desconcierto con su estilo de gobierno es más o menos generalizado, ya que ha sabido alborotar todos los avisperos habidos y por haber de manera simultánea, lo que representa una modalidad desconocida hasta el momento, de la forma de gobernar de un Presidente de una superpotencia como los son los Estados Unidos. Sus aliados europeos lo reciben con honores, como debe ser, pero quedan desconcertados. El partido Republicano, su partido, se tiene que oponer a varias de sus solicitudes al Congreso. El Poder Judicial se tiene que interponer entre sus envalentonamientos y el orden jurídico establecido y respetado. Hay inestabilidad al interior del Poder Ejecutivo. La polarización interna crece, aparecen grupos minoritarios perturbadores, avivando las chispas de los fanatismos xenofóbicos y étnicos que se creían ya definitivamente superados, pero resulta que esto no es así.
La crisis y la tensión creciente con Corea del Norte, Afganistán e Irán, el desastre de Siria, Irak y Libia, las complejas situaciones con Filipinas, Cuba y Venezuela, son algunos de los escenarios que distraen y alarman al mundo entero. Ni qué decir del Rusiagate que puede explotarle en la cara de un momento a otro.
Mientras el escenario internacional se estremece, Rusia y China se aproximan cada día más. Mientras que los aliados europeos, enredados con sus propios problemas y el retiro de Inglaterra de la Comunidad Económica Europea, se sienten abandonados a su suerte, Turquía, por ejemplo, hace de las suyas. Sus relaciones controversiales con los medios de comunicación, acaban por atizar aún más el fuego y la subjetividad con respecto a la evaluación del acontecer cotidiano, se hace cada día más nuboso. ¿Si está tan mal preparado para el alto cargo como dicen sus contradictores? ¿De ser así, por qué el partido Demócrata no se ha pronunciado como se debería pronunciar? No se debe olvidar que el Presidente Trump ha sido un polémico, pero exitoso hombre de negocios.
No es sino que la economía de la primera potencia mundial muestre señales de mejoría y de crecimiento, y todo lo demás pasa a un segundo plano. Así como suena. Es por eso que algunos analistas cándidos dan por hecho que una segunda nominación para la presidencia y menos aún una reelección, son imposibles, con lo cual estoy completamente en desacuerdo. No es sino que los sentimientos nacionalistas sean manipulados, que los resultados económicos sean favorables o que los Demócratas no aporten un buen candidato, y entonces el Presidente Trump será reelecto, lo cual dejará boquiabiertos a aquellos que por acción o por omisión facilitaron su llegada a la Casa Blanca. Recordemos que en sus debidas proporciones, esto ya pasó con el Presidente Bush hijo.
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La Realpolitik supera con creces a la Teoría Política, que finalmente es ingenua. Mientras ésta promulga el deber ser, la otra se encarga de potenciar el ser, la realidad real, el ejercicio pleno del poder.
Mientras tanto, continuaremos viendo el sainete en el cual se ha convertido el gobierno norteamericano, gobierno que se ha sabido colocar al nivel del más representativo de los países tercermundistas del trópico Caribeño o del África, que tantas críticas han recibido por parte de ellos, en épocas precedentes.
Ojalá una catástrofe ambiental de gran magnitud, una escaramuza atómica militar o un pánico financiero, no sobrevengan y desborden los acontecimientos a un nivel al cual definitivamente, ningún ciudadano civilizado del planeta quisiera llegar.
Por ahora, teniendo en cuenta las sabias y consoladoras palabras de muchos de los miembros del santoral, “mantengámonos confesados”.
Mientras nos dan tiempo, insistimos en la necesidad de dotar a Medellín con un adecuado Centro de Espectáculos.