El gobierno Trump defiende su política alegando que así podrá disuadir a Rusia y China, a los que acusa de no estar cumpliendo compromisos de detener esta carrera
El documento Revisión de la política de armas nucleares (NPR por sus siglas en inglés), publicada el pasado viernes por el Pentágono, golpea en su filosofía y objetivos todos los esfuerzos de múltiples organizaciones y actores políticos para poner fin a la carrera armamentista, los cuales incluyen importantes empeños por la destrucción, no sólo desactivación, de las armas existentes. Por la claridad con que anuncia la construcción de nuevas armas, que se presentan como reemplazo de las obsoletas, el informe ha sido controvertido dentro de Estados Unidos y allende las fronteras.
De acuerdo con la ONG armscontrol, en la carrera armamentista participan nueve países, incluida Corea del Norte, que poseen 14.950 cabezas nucleares. Otros países, como Irán y Siria en la actualidad o Irak y Libia en el pasado, han hecho esfuerzos para dotarse del peligroso armamento que todos sus poseedores presentan como instrumento de disuasión y al que el mundo teme porque reconoce su potencial de destrucción masiva.
En el armamentismo nuclear, Rusia, con 7.000 armas nucleares, y Estados Unidos, hoy poseedor de 6.800, han sido los principales protagonistas para provocar las mayores tensiones, así el mundo tema por las armas del tirano de Corea del Norte y a China, pero también para generar esperanzas, gracias a la suscripción de los tratados Start, de limitación de armas estratégicas, suscritos por los presidentes George Bush y Mijail Gorbachov en 1991; George Bush y Boris Yeltsin, en 1993, y Barack Obama y Dmitri Medvedev, en 2010. Con su determinación, Trump guía al mundo al pasado de tensión y borra 36 años de esfuerzos por crear esperanza.
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Antes de que el Pentágono publicase su estrategia sobre armas nucleares, el presidente Trump había anunciado su determinación de retomar la filosofía de armamentismo disuasivo, ahora dirigida a Rusia, China y Corea del Norte principalmente, que marcó la Guerra Fría y puso al mundo en ascuas. Además, pasa por encima de las huellas de la política de contención, como, la campaña de abolición de armas nucleares, que mereció el Nobel de Paz 2017, así como la vigilancia multilateral a las actividades nucleares de Irán o el compromiso de Japón de aceptar la protección del mundo para no entrar en esa ruta.
Tras la publicación de la política, la ONU, bajo amenaza de asfixia financiera, llamó al diálogo de EE.UU. y Rusia para revisar y cumplir el Tratado Start III. La Agencia Internacional de Energía Atómia, Aiea, por su parte, ha guardado un fuerte silencio, que desconcierta a un mundo necesitado de argumentos firmes contra una carrera armamentista que ha sembrado desesperanza y preocupación.
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