Ya no se puede pensar solamente en movilizar: se trata de trasladar de un sitio a otro
En las vías urbanas, se ha encontrado que ya hay mucho más de lo que un elemento físico puede representar, de lo que un diseño técnico puede requerir de quien esté dedicado a esta disciplina, concretamente, una verdadera filosofía moderna de la circulación urbana.
Al introducirnos profundamente en la Planificación Física Urbana, en donde elementos humanos interdisciplinarios llaman la atención sobre una determinada problemática, muchas veces no vemos la forma de adentrarnos en esa conjunción de elementos.
Esto, porque no hemos caído en la cuenta de que las diversas disciplinas en juego no son tan aisladas como la mayoría de las veces se ha creído y porque hemos ignorado que nos encontramos frente a un medio intelectual, científico, cultural, en fin, humano.
Si bien las vías, la circulación, los transportes, no son lo único, en muchos casos ni siquiera lo esencial en un proceso urbano o urbanístico, sí hay que reconocer que son algo que siempre estará allí, en unos casos contribuyendo a un funcionalismo mejor del que nos hemos propuesto, en otros obstaculizando el proceso, o en no menos oportunidades, recibiendo tratamientos, acciones negativas aposteriori, cuando aparecen nuevas formas urbanas aisladas, concebidas en sí mismas, olvidando todo aquello que las rodea o que por lo menos conduce a ellas.
Cada vez hay más conciencia de esto, y por lo tanto de la necesidad de entender muy bien, que el problema de la circulación en la planificación física urbana y sus posibles soluciones, no es solo del ingeniero de vías, de tránsito, de transporte, sino más bien de todo un equipo de técnicos, sociólogos, economistas, administradores, para que al enfrentarse a este problema, no lo incrementen más, ya que saben que aún el monumento más sencillo atrae circulaciones, y con mayor razón lo harán elementos del crecimiento urbano, como son las viviendas, las soluciones educativas, sociales, culturales, y las soluciones en altura, que concentran cada vez un mayor número de personas en áreas menores.
Ya no se puede pensar solamente en movilizar: se trata de trasladar de un sitio a otro, bienes que ya tienen muchas diferencias entre sí, y personas, que más aún, tienen muchos condicionantes.
Los productos de las ciudades, que se movilizan en ellas mismas, o los productos de afuera que entran al área urbana, plantean situaciones que ya demandan análisis y concepciones diferentes de todo el tratamiento anterior, tradicional.
No se trata simplemente de movilizar los productos, deben estar en determinado tiempo y lugar, cargarse y descargarse en condiciones específicas, no se pueden movilizar en cualquier vehículo, llegan inclusive a demandar el diseño de vehículos especiales, o de sistemas de transporte muy especializados.
Igual cosa ocurre cuando se trata del ser humano en su diario trajinar, el cual hay que movilizar de acuerdo con sus necesidades y deseos, condicionantes estos que implican que hay que ir más allá del medio físico, para interpretar fenómenos que llegan a la parte fisiológica del individuo, como ventilación, temperatura, iluminación, y a la parte síquica tan perturbable con fenómenos como: la conducción subterránea, las altas
velocidades, los viajes indiferenciados diarios y nocturnos, las largas travesías, en fin, todo lo que representa ese mundo individual de cada usuario, en contraposición con el mundo de la masa y su comportamiento, masa que rodea al individuo, que se moviliza con él, contra él, o simplemente que se cruza con él.
El pasado nos interroga sobre si ¿en el diseño de las vías urbanas, se concibe acertadamente entre nosotros al ser humano en su integridad?