La mayoría de los habitantes de Estambul – la ciudad más importante del país – votó en su contra
El referéndum llevado a cabo en Turquía en los últimos días con el fin de aprobar cambios en la Constitución - que implican un tránsito del sistema parlamentario al presidencial- no ha producido los resultados que esperaba el presidente Recep Tayyb Erdogán. En efecto, sólo un 51 por ciento de los consultados aprobó este rumbo; y si se estiman los votos tomando en cuenta a las principales urbes del país, el partido Justicia y Desarrollo (AKP) que él encabeza debe revelar grave preocupación. En efecto, la mayoría de los habitantes de Estambul – la ciudad más importante del país – votó en su contra y exige en estos días una revisión sustantiva de los resultados.
Cabe anticipar que estas reclamaciones no tendrán éxito alguno. Erdogán ha resuelto poner fin a la secularidad y al sistema parlamentario que el legendario líder Ataturk delineó en este país a lo largo de varias décadas. A este objetivo se suma otro: reprimir a las fuerzas kurdas que se encuentran en las montañas de Sinjar con el propósito de deshacer la formación de un Kurdistán independientemente que alteraría el balance militar, étnico y religioso en Asia occidental y el Medio Oriente.
Por otra parte, Ankara anhela integrarse al mercado europeo en circunstancias en las que no pocos países que hoy lo componen no ocultan su insatisfacción respecto a las políticas autoritarias de Erdogán. Sin embargo, cuenta éste con un formidable recurso persuasivo: si Europa – en particular Alemania y Francia – no lo acepta, Turquía concederá a los tres millones de refugiados que hoy cobija la libertad para abandonar el país. El previsible resultado: la mayoría de ellos invadirá el continente europeo.
En cualquier caso, los resultados de este referéndum apenas ofrecen alguna solución o alivio a los espinosos problemas que hoy afectan a Turquía: deterioro económico y financiero, declive del turismo, ataques terroristas por parte del Estado Islámico y de las organizaciones kurdas clandestinas, y, en fin, la presencia rusa en Siria que fácilmente puede afectar centros vitales del país. En estas circunstancias, las buenas palabras del presidente Trump en favor de los resultados del referéndum apenas alivian las inquietudes de Erdogán. Constituyen más un conveniente y personal saludo que una expresión de tangible apoyo.