Introducción del maestro Jorge Hernán Arango al Festival de música Carlos Vieco Ortiz, una forma de recordar que en octubre se debe celebrar el Mes del músico colombiano
Jorge Hernán Arango
En el panorama global de la creación musical colombiana del siglo XX, Carlos Vieco Ortiz fue un compositor atípico. Personalidad artística sin precedentes, unió a su temperamento ermitaño, poco sociable y humilde, una música tonal de características considerablemente accesibles que, por fuera de las tendencias de vanguardia de su época, alcanzó tan amplia difusión que algunas de sus composiciones llegaron a “popularizarse”. Autor de obras de música andina, algunas de sus canciones, como por ejemplo las recordadas Hacia el calvario, Tierra labrantía o Cultivando rosas, han sido conocidas a través de las voces de los más importantes cantantes y duetos de música tradicional colombiana, entre los que podemos mencionar a Obdulio y Julián, Hernando y Yesid, y otros más.
En lo que atañe a su talento para la música, se destaca su capacidad para la improvisación al piano y la inventiva melódica. “La música sale sola y no soy responsable: una parte de mi cerebro tiene música”. Es su constante práctica de ejecución, las largas horas de improvisación al piano y el estudio del repertorio pianístico lo que le permiten desarrollar las competencias y habilidades para la composición. Esta especial destreza con el instrumento
y la sensibilidad compositiva que demuestra desde sus primeras producciones, lo conducen a presentarse como intérprete de sus propias obras.
Tradiciones musicales
Vieco compone en el marco de la música tradicional colombiana, principalmente dentro del género de la canción, el cual está ligado a la tradición costumbrista. Se caracteriza por la práctica intimista vinculada con la idea del salón español del siglo XIX, donde se interpretaban diferentes tipos de canciones, algunas de tradición popular, especialmente para un solista o varios cantantes con acompañamiento de piano.
El piano es el instrumento más representativo del romanticismo para lograr la expresividad musical y se convierte en símbolo de la sensibilidad de la época. Carlos Vieco elige este instrumento para componer y desarrolla una importante vertiente de su producción en la tradición de la música para piano en los formatos heredados del romanticismo: la pieza independiente (pasillos, bambucos), los ciclos (Romances, Preludios, Cantos populares, Danzas) y las formas instrumentales de fantasías, pasillos y bambucos fiesteros.
En toda la producción de Carlos Vieco se perciben evocaciones de raíz folclórica, en afinidad con la vertiente del romanticismo que se ha llamado nacionalismo musical. Los movimientos que perseguían una identidad nacional se dejaron sentir en la literatura y las artes desde el mismo instante en que se hicieron evidentes en política. En música, el nacionalismo se puede apreciar en un nuevo entusiasmo por la canción y el baile folclóricos, así como por los idiomas musicales especiales que se suponía caracterizaban a un pueblo. Estos rasgos musicales indígenas (o folclóricos) fueron conscientemente utilizados por los compositores e introducidos en el marco de los géneros tradicionales. El movimiento nacionalista da cuenta de nuevas relaciones entre la música académica y la música regional y adopta entre los compositores diversas conductas, desde las más extremas, que incluyen registros o materiales sonoros de pueblos originarios a posturas más moderadas que rescatan cierto “aroma de lo regional”.
Es importante destacar que su lenguaje musical acusa, lógicamente, la técnica europea aprendida de sus maestros, tanto en la vertiente alemana como en la incorporación de ciertos aspectos técnicos modernos de la música francesa de comienzos del siglo XX, pero siempre da cuenta de su origen. Alude a lugares reconocibles a través de giros melódicos inspirados en el folclore colombiano, sin descuidar el aspecto rítmico, pleno de acentos y síncopas. Algunas piezas han sido compuestas bajo el modelo compositivo de la canción y otras han tomado elementos formales, rítmicos y armónicos de algunos géneros populares como la danza, la criolla, el bambuco, la guabina, entre otros. Pero aun cuando, por su título explícito, las obras aluden a determinado género musical regional, el compositor no pretende reproducirlas.
Es en la melodía y en la armonía donde se destaca una esmerada elaboración y la impronta del delicado talento compositivo del autor. En gran parte de su producción, especialmente en las canciones para voz y piano, se respira un aire regional. Por todas las razones enunciadas, es posible afirmar
que en Carlos Vieco Ortiz la música académica y la regional se complementan con refinada sensibilidad.