La lección que deja el “enroque paisa” de los años 70 y 80 para los nuevos emprendedores es el imperativo del trabajo en equipo.
El diario capitalino El Tiempo publicó el pasado 5 de septiembre la noticia de la salida del mercado colombiano después de 45 años de la marca Jeno’s Pizza. La razón se debe a la integración entre las pizzerías Telepizza (española, dueña de Jeno’s Pizza desde 2010) y Pizza Hut (norteamericana).
Indica El Tiempo que el mercado de las pizzas en 2017 en Colombia fue de 337.430 millones de pesos, con un crecimiento del 14.7% en relación con 2016, a su vez que entre las comidas rápidas la preferencia del consumo está el pollo, la hamburguesa y la pizza.
Estos reacomodos en los mercados globalizados son propicios recordar, con la venia de mis lectores, de la “globalización a la colombiana” en las estructuras empresariales antioqueñas en la década de los años 70 con la compra de inversionistas costeños, santandereanos y bogotanos de empresas referentes paisas. Me refiero a Julio Mario Santodomingo, Carlos Ardila Lülle y Jaime Michelsen Uribe. Empresas como Caracol Radio, Coltejer, Banco Comercial Antioqueño, Cervecería Unión, Gaseosas Lux y Postobón, entre otras.
Muchas de ellas se sustentaban en una estructura de la propiedad privada centrada en una democratización de la propiedad, soportada en accionistas minoritarios, que pasaron hacia la concentración en los grupos empresariales que estos personajes representaban en el momento.
En defensa de la propiedad antioqueña y para evitar que el patrimonio empresarial de los antioqueños fuera “nacionalizado”, varios dirigentes empresariales del momento, liderados por Adolfo Arango Montoya (Cementos Argos), Jorge Molina Moreno (Suramericana), Samuel Muñoz Duque (Nacional de Chocolates) se idearon el famoso enroque de acciones entre las compañías que aún conservaban su capital antioqueño para construir una telaraña impenetrable e irrompible con el fin de evitar la compra hostil de las empresas que aún quedaban en el inventario antioqueño por parte de los personajes antes citados. Esa jugada maestra dio origen a lo que en su momento se conoció como el Sindicato Antioqueño, hoy denominado Grupo Empresarial Antioqueño.
Con la globalización vinieron los reacomodos necesarios para sobrevivir ya no a los embates de los inversionistas nacionales, sino también a los internacionales, y hoy vemos como el GEA con su diversificación y especialización se ha convertido en un grupo multilatino y a su vez, en el mercado nacional ha realizado adquisiciones de empresas por fuera de Antioquia, que se podría asimilar a las intenciones “foráneas” de la apropiación de los íconos empresariales antioqueños.
La lección que deja el “enroque paisa” de los años 70 y 80 para los nuevos emprendedores es el imperativo del trabajo en equipo, sin perder la esencia de las características propias de los negocios, pero sin que se dé la asociatividad pertinente, la fragilidad de los nacientes negocios es más evidente.
La capacidad de trabajar en equipo se desarrolla desde la infancia, en el hogar, y en el preescolar.