La lavandería argentina

Autor: Rafael Bravo
9 abril de 2017 - 12:05 AM

Uno de los pocos países que luego de estar en la cumbre por sus altísimos niveles de vida, pasó a engrosar la lista del Tercer Mundo.

Por muchas décadas la economía argentina ha estado sujeta a los vaivenes políticos, tentaciones populistas y a no pocas equivocaciones por parte de quienes han estado en el poder transitoriamente, léase juntas militares y más recientemente la familia Kirchner, Néstor y su esposa Cristina. Desde hiperinflaciones en los 70, 80 y 90 hasta devaluaciones, defaults de su deuda y la aparición del ‘’corralito’’, una restricción al retiro de efectivo de los bancos para evitar un colapso del sistema financiero durante la presidencia y posterior renuncia de Fernando De La Rúa en 2001. Uno de los pocos países que luego de estar en la cumbre por sus altísimos niveles de vida, pasó a engrosar la lista del Tercer Mundo.

En la época reciente, Argentina pudo recuperarse lenta y parcialmente gracias a varias devaluaciones, renegociaciones de deuda y desde mediados de la década pasada a un alto precio de la soja que es el mayor bien de exportación.  Por siempre, el peronismo cuya principal representación se da en los sindicatos, ha sido el fantasma que ha perseguido a ese país con un enorme costo económico y político. Los cultivadores de soja por su parte han jugado un papel definitivo en las decisiones de política económica y han sido el medio para subsidiar a los pobres.

El kirchnerismo surge como respuesta al neoliberalismo imperante en la región, echando mano de subsidios y programas sociales para favorecer a los sectores sociales menos favorecidos. Pero haciendo un balance de esos gobiernos el resultado es que no hubo renovación, la corrupción se disparó y el gasto público se hizo insostenible. Esa falta de coherencia macroeconómica, que va más allá del gobierno de turno explica la difícil situación por la que atraviesa Mauricio Macri.

Con una historia de reiteradas confiscaciones de ahorros por parte del Estado como el “corralito” de 2001, muchos argentinos con razón optaron por llevar su dinero al exterior en busca de economías más estables y mayor seguridad jurídica. Según la Ocde, Argentina es el octavo país del mundo con mayor volumen de capitales fuera de su territorio que para 2016 se calculaba en 230.000 millones de dólares, eso sin tener en cuenta los dineros por fuera del sistema bancario. Tampoco se sabe cuánto dinero aporta el narcotráfico a la economía subterránea pues Argentina desde hace un tiempo participa activamente del mercado de drogas ilícitas, en particular cocaína.

Obligado a recortar los generosos subsidios y acosado por apremiante situación fiscal, Macri ve una oportunidad en “la repatriación voluntaria de capitales” un eufemismo para la más grande “lavandería” de la historia reciente. Sin duda que fue un factor decisivo la eliminación del secreto bancario de los últimos anos y el intercambio de información financiera entre  países. Fueron muchos los que consideraron que el blanqueo de dinero es un premio al que hizo las cosas de manera subrepticia y tramposa y una vergüenza para los argentinos.

Quienes están de acuerdo con la repatriación argumentan que la realidad es que recuperar los impuestos adeudados hubiera sido casi imposible en términos prácticos para cualquier gobierno, teniendo en cuenta los largos y costosos procesos por los que debe pasar el estado.  Los cálculos más pesimistas indican que unos 130.000 millones de dólares fueron saneados producto de la amnistía tributaria, que le sumará al fisco argentino cerca de 10 mil millones de dólares, recaudo que permitirá pagar deudas pendientes a los jubilados.

Los expertos estiman que lo esencial no fueron los montos recibidos producto del blanqueo, sino lo que ello significa a futuro ahora que se amplió la base impositiva. Macri no la tiene fácil en su empeño por alivianar al estado de los costosos subsidios otorgados por el kirchnerismo a la gasolina y servicios públicos. Argentina como el resto de naciones latinoamericanas vive los contrastes de un empresariado que atraviesa por un momento de recuperación, mientras la pobreza campea en las ciudades y el campo.

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