La inacabable politiquería

Autor: Rubén Darío Barrientos
6 abril de 2018 - 12:10 AM

Este es un caso, para no adentrarnos en otros recientes, que exhibe las fauces de la politiquería

Sergio Fajardo y Claudia López, manifestaron que el Liberalismo era un partido corrupto pero aún así, días después, Fajardo y de la Calle se sentaron a tomarse un tinto bastante mediático. En los ecos de ese acto desesperado de dos candidatos derrotados por las encuestas, el Partido Liberal dice que de la Calle actúa en su propio nombre porque la bancada no ha sido consultada al respecto y el Polo Democrático asegura que Sergio Fajardo no tiene la vocería de ellos para sentarse a tomar el tal tinto. Congresistas del Partido Liberal van más allá y expresan que si se llegare a dar esa unión entre Fajardo y de la Calle, no la aceptarían como colectividad porque no tiene la bendición de César Gaviria, el director único del Partido. Y se filtra que algunos sectores quieren moverse es entre Iván Duque o Germán Vargas. El Polo Democrático, reitera que no suscribirá acuerdos con el Liberalismo y que Fajardo no puede sentarse con un tinto en la mano a definir el presente y el futuro de la colectividad.

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Humberto de la Calle, entretanto, expresa con arrogancia que no tiene que pedirle permiso a nadie para reunirse con Sergio Fajardo y cuestionó a los liberales que quieren apoyar a Iván Duque o Germán Vargas. El inefable Roy Barreras manifiesta que Humberto de la Calle es un prisionero de César Gaviria. Finalmente, se descartó la forzada alianza y César Gaviria dijo que había que seguir jugando con de la Calle. Jorge Robledo, lanzó mandobles y conceptuó que "se demuestra que Humberto de la Calle es una candidatura del santismo y que él es un hombre del establecimiento liberal”. Entretanto, se conoció que mientras de la Calle se tomaba el amargo tinto, un grupo de congresistas liberales se venía entrevistando con Vargas Lleras para manifestarle su apoyo en la primera vuelta. Ello demuestra que el cacareado apoyo a de la Calle es una falacia (entre otras cosas por sus vergonzosos números en las encuestas) y que, incluso, mucha gente ha visto a congresistas bermejos reunidos (sin tomarse un tinto) con Iván Duque.

Este es un caso, para no adentrarnos en otros recientes, que exhibe las fauces de la politiquería. Fajardo, que se autoproclama de centroizquierda, para justificar el tal tinto, dijo en su momento que tenía razones para sentarse con de la Calle porque ambos eran de centro. Ese acomodo es propio de quien ejerce la politiquería. Y esa forma asqueante de buscar resultados sobre las ideologías, tiene varios pretextos: adhesión, alianza, unión, aliados, pacto, acuerdo programático, etc. Carlos Arias, docente de maestría en Comunicación Política de la Universidad Externado de Colombia, expresó que “De la calle es un jugador de fútbol que se quiere ir a otro equipo, pero que el dueño del pase no lo deja”. Y en otro acto de politiquería barata, Ángela Robledo (fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro y de las entrañas del Partido Verde) hizo gestiones y esfuerzos para que su candidato se sumara al encuentro del tal tinto, a pesar de que en la campaña de Fajardo se dijo que una alianza con Petro era inviable. Mientras Fajardo y de la Calle, se negaron a incluir a Petro en el café que se tomaron hace unos días, las fórmulas vicepresidenciales Claudia López y Clara López, sí propusieron que se sentaran en la mesa, sumándose a Ángela María Robledo -la dupla de Gustavo Petro-, según publicó en un trino la exrepresentante a la Cámara: "#CaféDeTres es una realidad entre candidatas a la vicepresidencia. Necesitamos la más amplia coalición". Todo dizque para hacerle frente a la opción de derecha, abdicando los principios ideológicos. ¿Qué puntos de contacto tiene Petro con Fajardo y con de la Calle? A su vez, ¿qué puntos de contacto tiene de la Calle con Fajardo?

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Todo esto es un amasijo, un galimatías, un enredo, una mescolanza, una vergüenza. Mejor aún, es la muestra de que la politiquería se mantiene vivita y coleando. Y eso que solo estamos enfocados en un ejemplo de nuestra realidad nacional y a instancias de un infeliz tinto.   

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