La historia en las aulas y en la vida 

Autor: Luis Fernando Múnera López
29 mayo de 2017 - 12:04 AM

Quien no conoce la historia no sabe de dónde viene, no entiende por qué él y sus circunstancias son como son

Quien no conoce la historia no sabe de dónde viene, no entiende por qué él y sus circunstancias son como son y tiene mayores dificultades para orientar su futuro. Esto vale tanto para las comunidades como para los individuos.

Después de que la asignatura de historia de Colombia y del mundo se suprimió en los colegios en 1985, hoy estamos próximos a recuperarla gracias a un proyecto de Ley que avanza satisfactoriamente en el Congreso de la República. Es necesario prepararnos para asumir el reto de formar adecuadamente las nuevas generaciones en esta disciplina. Necesitamos buenos profesores y buenos textos de historia. Lo más importante, necesitamos definir los contenidos para esos cursos, para esos textos y para esos profesores.

No podemos caer nuevamente en el error de reducir la historia a lo que se conoce como historiografía, o sea la memorización de datos, nombres y fechas relacionados con hechos que ocurrieron en el pasado, y mucho menos idealizar la figura de los héroes. Deben enseñarse los procesos que ocurrieron y las consecuencias que tuvieron.

Pierde relevancia la pregunta de si la historia puede o no circunscribirse a alguna escuela específica. Lo mejor es una visión ecléctica y desprovista de prejuicios. Pongo un ejemplo: ¿Hay que evitar hablar de la lucha de clases en la historia de Colombia por temor a caer en enseñar comunismo? ¡No! La revolución de los comuneros en el siglo dieciocho, la desamortización de los bienes de manos muertas en el siglo diecinueve, la fallida reforma agraria en el siglo veinte y el postconflicto en el siglo veintiuno son procesos de luchas de clases que hay que conocer y comprender si esperamos que el país se encamine por rutas de convivencia, equidad y justicia. Y eso es sociología y economía aplicadas a la historia.

Vea además: La verdadera historia

El historiador tiene una ética que lo compromete con sus principios, entre los cuales están la ideología intelectual y política que profesa y defiende. Pero su responsabilidad primaria es con la verdad. A partir de los intereses de la comunidad, que para mí son los referentes claves de la moral, me atrevo a afirmar que la ética del historiador responde primero al carácter científico, objetivo y ecléctico de la historia, apoyada en datos reales y análisis sólidos, antes que a la ideología que él defienda.

Hablando en términos generales y hasta donde conozco, los colegios de la ciudad no brindan a los estudiantes una enseñanza sistemática en historia. Sin embargo, conocí el concepto de un docente cuya experiencia es diferente. Según él, las instituciones con las cuales trabaja sí brindan formación sistemática en historia. Esta es una buena noticia, así se refiera a un caso aislado y poco representativo.

Vale la pena analizar el contenido de la enseñanza de historia en las instituciones mencionadas por este profesor: Grado primero, construyendo mí historia familiar y mi entorno. Grado segundo, historia de mi municipio. Grado tercero, historia de mi departamento, descubrimiento y conquista de América. Grado cuarto, la época colonial. Grado quinto, Colombia en el siglo diecinueve y principios del veinte. Grado sexto, civilizaciones antiguas. Grado séptimo, la edad Media. Grado octavo, la edad moderna y el Estado colombiano. Grado noveno, formación de los estados en América Latina, y Colombia a finales del siglo XX. Grado decimo, el mundo en el siglo XX. Grado undécimo, conflictos armados en Colombia y postconflicto.

Lea también: Una generación sin historia patria

Dos generaciones de colombianos ignoran su historia porque la asignatura se suprimió en los programas de estudio. Sin embargo, no podemos lamentar lo sucedido, sino conseguir que en lo sucesivo cada ciudadano conozca su pasado, entienda mejor su presente y pueda construir más sólidamente su futuro.
 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2017-05-29 10:31:21
Será verdad tanta belleza?

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