La gran incertidumbre

Autor: Sergio de la Torre Gómez
19 marzo de 2017 - 12:09 AM

Mayo del 2018 dependerá del comportamiento que nuestras dos inefables guerrillas, Farc y Eln, tengan de aquí a esa fecha

Sin posar de videntes hoy vaticinamos algo que no debe gustarle a quienes minimizan el tema del conflicto y sus previsibles desarrollos, o posconflicto, dizque porque, zanjado como lo está, dicho conflicto perdió actualidad. El vaticinio nuestro hace relación a la puja presidencial de mayo próximo: su desenlace, más que de cualquiera otra circunstancia dependerá del comportamiento que nuestras dos inefables guerrillas, Farc y Eln, tengan de aquí a esa fecha, o sea, en el intermedio de 10 meses que ya corre. ¿Por qué incluyo al Eln si con él todavía no hay un arreglo firmado? Por la sencilla razón de que el Gobierno se embarcó en unas negociaciones sin condicionarlas a que tal grupo suspendiera al menos sus tropelías más vistosas: plagio, extorsión, asesinato a mansalva de policías y soldados, atentados terroristas en plena calle (verbigracia el perpetrado frente a la plaza de toros de Bogotá), ecocidio flagrante y continuo en ríos y selvas, voladura de oleoductos que tanto nos cuesta, y algo que repugna sobremanera por lo grotesco y mendaz: los falsos actos humanitarios, como la liberación del “retenido” Odín Sánchez en Chocó a trueque de dinero. Como cualquier vulgar rescate tras un secuestro, frente a lo cual el Gobierno guardó silencio vergonzante, para que la tan rogada mesa de Quito no sufriera retrasos. Ella terminó así convertida en un obsequio enorme e injustificado, una concesión gratuita y sin contraprestación que cualquier guerrilla tomaría como muestra de debilidad, o como licencia para seguir matando impunemente y secuestrando a su aire, como en efecto viene sucediendo con los elenos, que suman a la sedición estéril que practican por hábito vitalicio, la vocación de predestinados o apóstoles, en parte real y en parte fingida. Y digo fingida porque harto, y a plena conciencia, se han degradado criminalmente en las últimas décadas, siendo, como son, cada vez más sanguinarios y dañinos en su accionar y, lo que es peor, más inflexibles para transar. Además, les encanta el espectáculo, por la figuración o vitrina que les brinda, y que de otra manera no probarían jamás.

Debido a ello la negociación con los elenos será más larga, accidentada y tediosa que la sostenida con sus émulos de las Farc. Lo cual, repito, repercutirá hondo en el ánimo de la ciudadanía cuando de decidir su destino se trate, escogiendo en los comicios venideros una política, la que más le atraiga, y el mandatario que mejor la ejecute. A ciegas no creo entonces, como otros, que la paz que con los farianos acaba de pactarse (en cuanto a los acuerdos básicos se refiere) haya culminado a entera satisfacción de todos, o haya concluido siquiera la ardua y muy celebrada etapa de los diálogos y los acuerdos firmados. Así se le dé el rango de texto constitucional añadido a la Carta, no hay acuerdo que valga y perdure mientras no sea convalidado en las urnas mediante la consagración del candidato que lo personifique, verbigracia Humberto de la Calle, que, se dice, sería quien mejor represente las fuerzas y tendencias del Centroizquierda afectas al Sí en el pasado plebiscito. O, vaya usted a saber, Vargas Lleras, apadrinado por el mismo presidente Santos, en uno de aquellos extraños giros y contramarchas a que nos tiene acostumbrados.

En conclusión: el curso que sigan las tratativas de Ecuador, el ritmo o velocidad que se les imprima bajo presión del Gobierno (pues a los comandantes no les interesa acelerarlas), la “escalada” o disminución de su alegre y mortal agresividad de estos meses, tan plácidos en Quito como cruentos en Colombia, todo eso, en fin, marcará el veredicto de las urnas, en un sentido o en otro. Repercutirá tanto en él como la implementación con las Farc. Así será si para las votaciones no hay en Ecuador avances tangibles y se silencian los fusiles. La extenuante parsimonia vivida en La Habana no hay pueblo que la resista dos veces consecutivas.

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