Hace un par de años me conmovió el relato de Emma Reyes sobre su dura infancia. Lo leí en un libro que recogió las cartas que le envió a Germán Arciniegas, “Memoria por correspondencia”, cuyas regalías son para fortalecer las finanzas del Hogar San Mauricio, que atiende a niños desamparados. Aunque fue una destacada pintora colombiana, debo reconocer que, como muchos por aquí, solo supe de ella precisamente por el texto mencionado. Parece que tuvo más escenario en Francia, donde murió en 2003, entre otras cosas por la trágica vida que le deparó el abandono temprano, agravada por un sentimiento de fealdad, pero sobre todo por la indiferencia.

Las cartas de Emma Reyes volvieron a poner en escena el género epistolar como opción de relato. Nos recordaron que se trata de un espacio para expresar, narrar, argumentar, describir y compartir ideas. Un género que la velocidad de los medios electrónicos parece haber reducido cada vez más a textos cortos e imágenes predeterminadas, que a veces parece tener un leve aliento en los correos electrónicos, pero que rápidamente son superados por las abreviaturas y “emoticones”.

Pues bien, justamente en ese escenario digital y mediático, nuevamente la epístola tiene una oportunidad rejuvenecida en proyectos como “Somos Paz Colombia” y “Desarmados”, iniciativas que animan a hacer cartas virtuales a personas reales como mensaje de esperanza y reconciliación. El primero, es un proyecto impulsado por Unicef Colombia y parte de los mensajes de niños sobre lo que significa la paz y su sueño de un país más generoso. El segundo, aupado por Eafit, propone un intercambio de mensajes, una correspondencia moderna, entre quienes han vivido la guerra y quienes los animan a construir la paz.

Además del intercambio de cartas, la correspondencia implica -Según el diccionario-, “Relación de complementación, concordancia, equivalencia o simetría que existe o se establece entre dos o más cosas”, podríamos decir también personas. De modo que hablamos de comunicación, de relaciones entre iguales que piensan distinto y que tienen historias diversas.

La invitación de desarmados.org es a procurar comprendernos mejor desde el conocimiento. A reflexionar sobre nuestra triste historia de la guerra como una manera de vacunarnos contra ese flagelo. Pero sobre todo, como lo expresa en su mensaje de respuesta a un desmovilizado, el rector de Eafit Juan Luis Mejía, a pensarnos desde la esperanza. No se trata de olvidar el pasado sino de aprovecharlo como elemento que nos impulse a construir un futuro mejor. Propósito que demanda acciones puntuales en el presente y especialmente una actitud de mayor receptividad y apertura frente a los “nuevos vecinos”.

Bienvenidas estas y otras iniciativas que nos motiven a tramitar las diferencias de manera más inteligente y respetuosa; a valorar la pluralidad, el debate con argumentos y a dejarle la fuerza a las palabras. Ojalá podamos compartir muchos relatos, descripciones y narraciones de lo que nos ha ocurrido como sociedad, y claro, muchos sueños y esperanzas de lo que seremos capaces de elaborar en colectivo. Que los niños y jóvenes, tanto como los adultos, se animen a responder a los mensajes con su propia dialéctica y su propia expresión para cultivar el género que expresa el sentimiento profundo, y propicia la comunicación.