La felicidad

Autor: Álvaro González Uribe
8 marzo de 2019 - 09:04 PM

Sea lo que fuere, la felicidad debe ser también el camino. Quizá esto moleste a quienes creen que el sufrimiento es necesario para lograr la felicidad como lo predican algunas religiones

¿Qué es la felicidad, dónde encontrarla y cuándo somos felices? Son tres preguntas en una que por milenios la humanidad ha intentado responderse en vano. El orden de las preguntas es clave y lógico, puesto que es imposible encontrar algo si no sabemos qué es y menos darnos cuenta de cuándo sentimos lo que no conocemos.

No pretendo en una columna de prensa responder preguntas de semejante profundidad y sé que soy arriesgado al escribir sobre este tema en tan corto espacio. Solo quiero provocar con divagaciones sueltas.

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Se han escrito miles de libros que intentan responder dichos interrogantes y probado cientos de métodos simples y elaborados que buscan la felicidad. Ninguno ha logrado su cometido pese a que varios dicen haber tenido éxito. Por eso son tan disímiles, contradictorias y discutibles las encuestas sobre felicidad.

Casi todas las ciencias, religiones e ideologías han tratado y tratan de buscar esa felicidad de una u otra manera, muchas veces sin proponérselo. Varias de ellas la aplazan ya sea para un momento posterior a la vida de cada uno, para generaciones venideras o para la otra vida cuando se cree en esta.

Son muchos los conceptos que tomamos como felicidad. Dependen de las situaciones, apetencias y creencias de cada uno. Lo que llamamos felicidad es entonces un concepto subjetivo. Sí, nos sentimos alegres, pero es un estado mental causado por sentimientos o materialidades que no es la felicidad que ha preocupado y debe preocupar a la humanidad.

La felicidad de que hablan científicos, ideologías y religiones es plena, integral y permanente o infinita cuando se cree que con la muerte el espíritu trasciende, espíritu que entonces debe ser feliz. También es una felicidad universal porque en términos de humanidad -como debe ser- sería absurdo (es absurdo) que unos pueblos fueran felices y otros no o que, peor, unos fueran (son) felices a costa de otros. Además, la infelicidad ajena tarde que temprano genera la propia.

Reconózcase expresamente o no, toda actividad humana -simple o compleja- está dirigida a obtener felicidad ya sea inmediata, a corto, a mediano, a largo plazo o perpetuamente. Para empezar, ¿es esa felicidad innata y se pierde?, ¿es adquirible?, ¿es aplazable? Más preguntas que nos pueden acercar al significado real de felicidad y que nos llevan a decenas de preguntas consecutivas.

Los niños parecen ser felices y también parece que van perdiendo esa presunta felicidad innata. Quizá la causa sea el desarrollo con el tiempo de más conciencia de sí mismos y de su entorno; ir conociendo lo inmensa que es su mente y el mundo por alcanzar. Pierden entonces su felicidad innata y empieza la búsqueda de la felicidad consciente. Tortuoso camino ese de fijarse metas y plazos para obtener la felicidad. Es una ansiosa búsqueda constante.

Claro, mientras diferimos la supuesta felicidad ya sea en esta vida, a otras generaciones o a la otra vida, estamos siendo infelices. No se busca lo que se tiene. Tenemos expectativas cuyo cumplimiento, además, es incierto. Es algo así como que debemos sufrir con los medios para llegar al fin.

Y no. Sea lo que fuere, la felicidad debe ser también el camino. Quizá esto moleste a quienes creen que el sufrimiento es necesario para lograr la felicidad como lo predican algunas religiones. Por otro lado, obvio que hay que capacitarse y trabajar para tener con qué vivir, pero esa capacitación y ese trabajo también deben ser “felices”. Va uno aprendiendo que no tiene sentido ser infeliz adrede para luego ser feliz que ni siquiera es seguro. Es un desbalance de vida absurdo.

Sí, podemos ser poco o muy “felices” con algo que hacemos o tenemos, con un sentimiento hacia alguien, pero son momentos o estados relativos pues no incluyen todos los aspectos de nuestra vida como tampoco toda la vida.

Entonces quizá nuestro ejercicio vital sea disminuir los niveles de infelicidad. Está en nuestro ADN ser insatisfechos aunque tengamos mucho de algo. Somos vasos que jamás se llenan porque a medida que los llenamos crecen nuestros anhelos y con estos sube el borde de los vasos lo cual nos mantiene insatisfechos material o espiritualmente.

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Dada nuestra condición humana, para ser menos infelices debemos reducir sensatamente nuestros deseos y expectativas sin que ello signifique no esforzarnos por crecer, carecer de metas y dejar de emular los buenos ejemplos.

Como es de maluco pasar maluco…

 

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Comentarios:

LUIS
LUIS
2019-03-09 07:32:25
La felicidad no es una meta , la felicidad es el camino. Búscala en el presente ,en el ahora y está dentro de ti no afuera.

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