Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo y aparece en primer lugar en la clasificaciones de algunas especies. Pese a esto, fenómenos como el tráfico de animales exóticos, el alto riesgo de extinción de algunas especies y los daños sistemáticos que sufren los ecosistemas, ponen en peligro esa riqueza ambiental que genera un mundo sostenible y una economía competitiva.
El pasado 22 de febrero, la Policía encontró los cuerpos de dos delfines rosados con heridas contundentes en el río Meta, ubicado en el Casanare. Las autoridades responsabilizaron del hecho a los pescadores ilegales, que buscan vender su aceite. Este hecho demuestra lo que viven diariamente las autoridades ambientales en su lucha contra fenómenos como el tráfico ilegal de especies, los delitos contra los ecosistemas y el cuidado de los animales en vía de extinción. El trabajo de estas personas se hace relevante gracias al reconocimiento histórico en días como el 3 de marzo, en el que se celebrará el Día Mundial de la Vida Silvestre.
Las cifras en variedad de fauna posicionan al país en un lugar privilegiado. Según los reportes dados por el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia, el territorio nacional es el primero en el ámbito mundial en número de especies de aves; el segundo en anfibios, mariposas y peces de agua dulce; el tercero en reptiles y el cuarto en mamíferos. No obstante, este potencial contrasta con la amenaza que tienen algunas especies de animales que están cerca de la desaparición.
Una de las grandes problemáticas para el país es el peligro de que desaparezcan algunas especies importantes para los ecosistemas. Para el Ministerio de Ambiente, estos grupos “presentan problemas de conservación, lo cual implica un riesgo de extinción en el mediano plazo, es decir, al menos 10% de probabilidad de extinción en 100 años), (…) debido a que su hábitat, área de distribución, ecosistemas que los sustentan o tamaño poblacional, han sido afectados por factores naturales y/o de intervención humana”.
Según cifras entregadas por el Ministerio de Ambiente a EL MUNDO, una Resolución señaló que al 2014 había 407 clases de animales en alguna categoría de amenaza. De esta cifra, 60 especies se encuentran en Peligro Crítico, 129 En Peligro y 218 en categoría Vulnerable.
Para Ferney Parra, representante de la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza por sus siglas en Inglés), la principal causa de riesgo para esos animales es “la afectación a los ecosistemas de los que dependen las especies. Por ejemplo, el delfín del río depende de que en su hábitat encuentre alimento y no haya contaminación. Si se cuida integralmente su entorno, estos seres no estarán en peligro”.
La anterior problemática no es la única que preocupa a las autoridades ambientales. Según el libro Estrategia Nacional para la prevención y control del tráfico ilegal de especies silvestres del Ministerio de Ambiente, “una de las principales causas de pérdida de especies de la biodiversidad colombiana, adicional a los procesos de destrucción de los hábitats en los diferentes ecosistemas colombianos por procesos humanos inadecuados (crecimiento urbano, actividades sectoriales, vías, minas, hidrocarburos, puertos, energía, agrícola, pecuaria, servicios públicos) y la presencia de invasión de especies foráneas, es el tráfico ilegal de especies silvestres”.
Este fenómeno se da debido a que algunos comerciantes ven en la fauna silvestre la forma de lucrarse económicamente y obtienen especies exóticas y vistosas para vendérselas a turistas extranjeros, al mercado negro internacional o a los colombianos cuando salen de viaje. El Ministerio de Ambiente ha detectado, según lo afirma en su libro Estrategia Nacional para la prevención y el control del tráfico ilegal de especies silvestres, entre los usos comunes de las especies traficadas están el consumo de “carne de monte”, extracción de materiales para la industria manufacturera como marfil, coral, conchas, pieles y fibras y para la tenencia como mascotas.
Por este lucro, la ley establece que quien posea, trafique, comercie o se beneficie y exhiba animales silvestres, podría tener una pena en prisión y una multa de hasta 35.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
Debido a que no existen cifras confiables sobre el tráfico de especies, las autoridades analizan el fenómeno observando el número de decomisos registrados en todo el país. De acuerdo con la información recibida del Ministerio de Ambiente, los reptiles están dentro del grupo con mayor número de animales decomisados en el ámbito nacional, seguido de las aves y mamíferos.
Según los estudios sobre tráfico de especies de Minambiente, mientras que entre 1992 a 1999 se decomisaron 100.375 ejemplares (seres vivos y muertos dispuestos para manufactura), entre 2005 y 2009 la tendencia subió a 211.571 individuos en poder de las autoridades. Es un aumento notable teniendo en cuenta que en el dato más reciente solo se incluye a los animales con vida. Este año saldrá una versión actualizada del libro, en la cual se podrá constatar si la tendencia continúa creciendo.
La WWF considera que este es el segundo negocio más lucrativo para las estructuras criminales, por delante del narcotráfico y solo superado por el tráfico de armas.
¿Qué pasa en el ámbito regional?
Según Luz Adriana Molina, subdirectora de Ecosistemas de Corantioquia, hay 59 grupos de animales en riesgo de extinción: 28 de ellos son especies de aves, luego mamíferos, anfibios y los reptiles.
En materia de decomisos de fauna, esta funcionaria de Coranquia afirma que en 2016 “recuperamos 1.157 individuos, incluidos los incautados, donaciones voluntarias y rescates. De esta cantidad, 543 eran reptiles, seguido por 453 aves y los otros 161 individuos corresponden a mamíferos”.
Hay que reconocerle a Antioquia, según Molina, que en la ciudadanía hay una mayor conciencia y sensibilidad sobre la biodiversidad que tenemos. Por ello hay más organización participación en temas de la no tenencia de fauna silvestre y tráfico de estos seres. Hoy son más visibles, pese a que aún persiste el tráfico de especies, las acciones que hay desde de la ciudadanía y las autoridades en pro de los animales y los ecosistemas.
¿Qué hacen las autoridades?
El Ministerio de Medio Ambiente ha desarrollado una serie de políticas y lineamientos orientados a la conservación de los recursos naturales del país, los cuales le corresponde ejecutar a las Corporaciones Autónomas Regionales y Corporaciones de Desarrollo Sostenible. A la par, crea (en conjunto con varias organizaciones, universidades y países) libros rojos de cada especie en riesgo y en ellos evidencia los problemas para la conservación y brinda ayuda para reducir los índices de extinción. Adicional a lo anterior, la autoridad propone rutas de trabajo y planes de choque para territorios o especies determinadas y guían a los actores sociales sobre el papel que deben desempeñar en la supervivencia de las especies.
Según Corantioquia “Tenemos 3 estrategias. Inspección de Revista: determinamos en qué lugares del territorio hay animales en cautiverio. Los Puestos de control permanentes: estos rotan entre carreteras, lugares turísticos, plazas y terminales de transporte, para supervisar posibles tráfico de especies silvestres. Y la principal, Áreas libres de tenencia de fauna silvestre: realizamos sensibilizaciones y educación a las instituciones educativas, grupos de tercera edad y creamos campañas informativas en los municipios que apuesten por declararse lugares libres de tenencia de fauna silvestre. Hasta ahora, 32 de las 80 localidades han tenido la distinción”.
La WWF ha hecho seguimiento a las problemáticas ambientales y ha fomentado el trabajo interinstitucional entre los gobiernos y los grupos sociales. Dentro de sus estrategias, buscan impulsar a los ciudadanos a que no solo se quejen en redes sociales, sino a que si ven a alguien vendiendo fauna exótica, lo denuncien.