A menos de una semana de terminar su mandato, Obama deja un legado mixto por los sentimientos encontrados durante su Presidencia.
A menos de una semana de terminar su mandato, Obama deja un legado mixto por los sentimientos encontrados durante su Presidencia. Los 8 años dejan un país dividido pues el tema racial nunca dejo de ser un asunto espinoso y si se les pregunta a los republicanos, la respuesta será contundente en reprobar la gestión. Lo contrario piensa la mayoría de quienes votaron en 2008 por la elección del primer presidente negro y su reelección en 2012. Lo justo entonces seria analizar con objetividad los logros económicos y lo que queda por hacer con la llegada de Donald Trump.
La Gran Recesión fue sin duda el hecho más significativo que obligó a la administración Obama a dedicar todos los esfuerzos para la recuperación del aparato productivo y enrutar la economía por una senda de crecimiento. No sobra recordar como al asumir la Presidencia, el país perdía cientos de miles de empleos cada mes, el mercado bursátil estaba en caída libre y el producto interno se contraía. Las medidas de emergencia tomadas salvando al sector financiero, los estímulos inyectando dinero a proyectos de infraestructura y la firma de las leyes de salud y de control a los bancos, surtieron efecto y a partir de allí el desempeño general de la economía mejoró sustancialmente
El segundo periodo del 2016 al 2016 sin embargo ha tenido claro-oscuros en cuanto al crecimiento del producto, la evolución de los salarios y el índice de la deuda federal. A pesar de lo anterior las verdades acerca de la ‘’ economía de Obama’’ se resumirían así: los norteamericanos definitivamente están hoy mucho mejor que hace 8 años. No obstante, la mayoría ve con preocupación su futuro y el de sus hijos. Los expertos le dan una calificación de ‘’B+’’ o buena pero no una economía excelente. Veamos algunas de las estadísticas que permiten hacer una evaluación positiva en estos años.
En cuanto a la creación de empleo son un poco más de 14 y medio millones de nuevos trabajos los que se han añadido desde cuando comenzó la recuperación. La tasa de desempleo que llegó a estar por encima del 10 por ciento en 2009, termina el 2016 por debajo del 5 por ciento.
El crecimiento del producto ha sido en promedio del 2 por ciento por año. Una cifra aceptable si se compara con el resto del mundo industrializado, pero inferior al 3 por ciento observado antes de la Gran Recesión.
Una familia típica en los Estados Unidos recibe en promedio un poco menos de 54.000 dólares anualmente, un monto prácticamente igual (ajustado por inflación) al que se recibía hace 20 años. Uno de los lunares del gobierno que termina. Precisamente, Obama en su discurso de despedida reconoce que vastos sectores de ingresos medios y bajos continúan rezagados y enfrentados al subempleo, salarios insuficientes y un mayor costo de vida. ‘’ Nuestra democracia no operará hasta que haya oportunidades para todos’’.
Los más pudientes paradójicamente han sido quienes han obtenido los mayores beneficios. No solo los índices del mercado de acciones (DOW, S&P y Nasdaq) están hoy a sus niveles más altos, sino que los fondos de pensiones recuperaron sus pérdidas. Mientras para el 99 por ciento de los ingresos subieron 3.9 por ciento en 2015, el 1 por ciento más rico tuvo un crecimiento del 7.7 por ciento.
Los precios de las viviendas, que constituyen el acervo de ahorro de las familias, finalmente recuperaron los valores pre-crisis de 2005 como el ano pico. Además, el sector de la construcción ha vuelto a crecer ayudado por unas tasas de interés históricamente bajas.
Preocupante ver a los graduados de la universidad con deudas tan altas: 7 de cada 10 terminan debiendo en promedio 29 mil dólares. Hace una década esa cifra era de 20 mil dólares. En igual sentido, la deuda nacional bajo el gobierno Obama casi que se ha doblado al pasar de 10 billones a 19.
La era Trump comienza con unas perspectivas económicas positivas heredando una economía estable y en crecimiento. Muy seguramente, también tendrá un congreso de mayoría republicana que le dará vía libre a su preocupante agenda que por lo visto va dirigida a desmontar gradualmente muchos de los logros alcanzados por su predecesor.