Medellín tendrá que ganarle a River en el Monumental para clasificar a Octavos de Copa Libertadores. No es imposible y la Copa es un festín de lo imprevisible, como se vio la semana pasada en la definición de varios grupos, pero la confianza de la hinchada hacia el equipo quedó lastimada luego de perder ante Emelec.
Pero cómo no iba a estar tan molesta la hinchada roja, que despidió a los jugadores en medio de la indignación y los reproches luego de perder ante Emelec (1-2), si es que los aficionados tuvieron que soportar impotentes desde la tribuna la inclemencia del invierno, muchos el agotamiento de una jornada laboral y para rematar la indolencia de un equipo que mandó a la afición a medianoche con las manos vacías y el dolor de una eliminación que parece inevitable.
En la noche del martes pasado hubo un punto de quiebre; la confianza de la afición hacia el equipo quedó seriamente comprometida, no tanto por la derrota sino por la forma en que se dio. El conjunto de Luis Zubeldía flaqueó en el momento más importante del Club en mucho tiempo y agotó la reserva de paciencia que tenía la hinchada hacia el técnico argentino a quien no le perdonan, con evidencia en mano, que después de meses de trabajo el DIM siga teniendo los mismos problemas defensivos que arrastra desde hace más de un año, en épocas de Leonel Álvarez.
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No es malo que un técnico respalde sus ideas, muchas veces a pesar de severas críticas. El problema es cuando esas ideas no sólo no producen soluciones sino que agravan problemas; ubicar a Luis Carlos Arias como marcador de punta debe ser una de las peores decisiones tácticas dentro del Medellín en muchos años.
Pero en honor a la justicia también hay que decir que Zubeldía intenta subsanar un error que se originó desde la decisión (o ineficacia) de la dirigencia de no reforzar al equipo en la zona defensiva sabiendo de las carencias en calidad y cantidad de jugadores de ese corte en la plantilla.
Así que en cierto modo toda el agua sucia no debe ser sólo para el errático entrenador argentino quien no encontró soluciones en el curso de la competencia internacional, lo que condicionó al equipo en varios pasajes de la Copa. Lo que sí agrava su situación frente al hincha es su inadecuado comportamiento desde la raya; tres expulsiones en tan poco tiempo es inconcebible y le hace un flaco favor a su imagen como líder de un grupo. Si la lucidez no empieza desde el cuerpo técnico, ¿dónde va a originarse entonces?
Para colmo de males el Poderoso no tendrá ni a Didier Moreno ni a Christian Marrugo, por acumulación de amarillas, para ir a buscar lo que sería una verdadera hazaña deportiva, ganarle a River Plate en el Monumental a la espera de que Melgar no pierda con Emelec en Guayaquill. Ambos escenarios son altamente improbables; Medellín visitó cinco veces territorio argentino por Copa Libertadores y cayó los cinco juegos con 17 goles recibidos y cuatro anotados. Además, por torneos internacionales el Rojo sólo ganó seis partidos en toda su historia como visitante. Pero nunca se sabe qué pueda pasar y después de haber lacerado la confianza y la paciencia de la hinchada hacia el equipo, y de afrontar un partido semajante sin dos de sus más importantes hombres, parece que el DIM tiene poco ya por perder, y asegurar un cupo a Sudamericana como tercero del Grupo 3 parece más que un consuelo un buen negocio.