El asunto se convierte en catástrofe cuando lo que se busca es al nuevo presidente de la República y resulta escogido el no apto o el menos indicado
Cuando hay que mercar –si hay con qué- una de las acciones que más atención requiere es la adquisición de la fruta, no sea que por los afanes o por los precios de ocasión con los que a veces engañan al consumidor, se termine llevando gato por liebre.
Sin embargo, equivocarse en esa compra no resulta fatal ni irremediable, y salvo la ofuscación del momento por el engaño del vendedor o por la propia ignorancia, la situación se arregla sin mayores inconvenientes.
No ocurre lo mismo cuando lo malo que se adquiere no es la fruta, algún otro comestible o cualquier bien material, pequeño o grande que no colme las expectativas: el asunto se convierte en catástrofe cuando lo que se busca es al nuevo presidente de la República y resulta escogido el no apto o el menos indicado.
Comprar, entonces, en el supermercado electoral que tiene el escaso surtido que ofrece la muy regularcita política colombiana, demanda no solo ganas de gastar sino hacerlo bien, escogiendo el más calificado producto de temporada, que garantice no solo satisfacción sino mejor peso, buen aroma, apariencia y sobre todo maduración, no sea que resulte biche.
Hay que tener en cuenta también que en algunas tiendas se ofertan lo que suelen llamar “ñapas” o “encimas”, y resulta que la fruta principal llega acompañado de otras, que aunque de la misma especie, resultan añejas y gastadas, aparentando ser lo que ya no son ni volverán a ser jamás.
Otra previsión que se debe aplicar es no dejarse llevar por la primera impresión que causan las frutas nuevas o recién llegadas al supermercado, a veces precedidas de buenos comentarios por algunos consumidores que no saben el verdadero origen y la forma como fueron cultivadas.
En el mostrador donde éstas posan sí que suele meterse gato por liebre, obsesionado el ingenuo comprador por su apariencia de relumbrón, ignorante de los malestares y daños que en su primera cosecha causó a muchos crédulos parroquianos.
Aquí también, como en las sagradas escrituras, puede hablarse del fruto prohibido, es decir aquel que de entrada se sabe que es nocivo para el cuerpo y el espíritu, alérgico el fruto éste a los empaques más modernos que se usan y apegado al viejo y tradicional papel de imprenta, tan fácil de ser consumido por las llamas que encienda cualquier fanático.
Otra fruta peligrosa es la que llega en la época de mitaca, no recogida al comienzo de la temporada por estar todavía chupando la savia del tronco, sin mayor afán por ponerse a consideración del consumidor final.
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Este producto tiene, según sus impulsadores, una serie de componentes y vitaminas que lo hacen poderoso y recomendable para el cuerpo, pero también presenta altos índices de toxicidad de los cuales resulta difícil reponerse.
Queda sin embargo a la consideración de los escépticos compradores un fruto recién llegado al supermercado, precedido de buena fama y con buen sabor, de acuerdo con el método de siembra, crecimiento y recogida de la cosecha.
Aparentemente se trata del más sano, nutritivo y recomendable dentro del escaso surtido del momento, y de acuerdo con los nutricionistas el que mejores resultados puede deparar en el largo plazo de la temporada, ya que al menos se presenta sin magulladoras ni golpes, compacto, sin asomos ni amenazas de podredumbre. Su jugo se presume más dulce y menos impotable y ácido que el de los otros productos puestos adisposición del resignado adquiriente.
TWITERCITO; En materia de alimentos siempre lo mejor, no sea que el resultado final de la compra se convierta en una peligrosa intoxicación.