La ciudad, un palimpsesto humano y urbano

Autor: Sergio Roldán Gutiérrez
13 septiembre de 2017 - 12:08 AM

Un palimpsesto humano y urbano, que borra y reescribe lo mismo por décadas, rompiendo el pergamino y dejando a los que vienen la decisión de repararlo o simplemente desecharlo y olvidar para siempre los orígenes

 

 

Las ciudades y sus ciudadanos cambian constantemente. De ello somos testigos todos. Sin embargo, no estamos al tanto de lo que implica hacer parte de la transformación y cómo articularla con lo que está.

Escuché a Juan Luís Mejía usar la expresión Palimpsesto Urbano en la cuarta Jornada de Ciudades Creativas en 2012. La que definió magistralmente al referirse a esos manuscritos medievales cuyas hojas eran tan costosas que, cuando el texto ya entraba en desuso, se borraba lo que había y sobre él se escribía de nuevo.

Un palimpsesto supone entonces reescribir sobre lo escrito, explicaba el doctor Juan Luís y explicaba que en esos textos antiguos, algunos apartes que se habían borrado volvían a aparecer con el paso del tiempo. Hacía la metáfora con la ciudad de Medellín argumentando que se estaba reescribiendo desde dos bases: la equidad y el dolor. (Ciudades Creativas 2012)[EB0S1B1] Parafraseando su expresión, incluyo el factor humano en esa ecuación, que a mi modo de ver resume de manera impecable la ciudad y sus habitantes: un palimpsesto humano y urbano.

La competencia es entre ciudades, no entre países y para reforzar este argumento basta ver las relaciones entre ciudades y regiones del mundo en próspero crecimiento sin que medie entre ellas el trabajo de las cancillerías de cada nación. Las ciudades son las protagonistas hoy y no me cansaré de repetirlo. Los cambios son imparables y las refacciones que se hacen sobre lo que ya existía son cada vez más visibles, pues son un sin número de generaciones conviviendo en el mismo territorio transformado una y otra vez.

Lea también: Las ciudades son reales, los países son ficciones

Dice el profesor Doctor Josep María Montaner en su libro Arquitectura y Crítica publicado en 2013 que “no debe olvidarse que toda intervención urbana surge de un contexto social, político y económico, que se pone en la ciudad cuando la pugna de los intereses privados y públicos más las decisiones políticas misteriosamente se alinean. Cada obra de arquitectura posee una gran misión ideológica” pero el ciudadano debe saberla, al menos, tener una indicación para deducirla. El palimpsesto se reescribe hoy a una velocidad pasmosa y usualmente no se alcanzan a borrar bien las letras usadas en el texto anterior, los que quedamos somos los seres humanos, que en la actualidad queremos reconstruir lo que estaba antes y dejarlo exactamente igual a lo que su concepción original quería, sin embargo, la postmodernidad no lo soportará, y aunque pedirá a gritos que se conserve igual, sugerirá que mínimamente sea: sismo resistente, termo regulador, con accesos para la movilidad reducida, con visto bueno en RETIE, sistema hidráulico integrado y drenajes canalizados, entre otros requerimientos técnicos.

Ciudades como La Haya, Vancouver, Barcelona, Dubái y muchas más, lograron hacer un giro vertiginoso y articular las exigencias técnicas de estos tiempos a las infraestructuras patrimonio de la humanidad y actualizarse, pero aún su población no lo hace, creando una pugna innecesaria entre lo que para unos se debería haber resuelto primero y lo que se está resolviendo ahora. A este fenómeno Josep Ramoneda le llama la cultura de la incertidumbre, la paradoja de una contienda entre los que gobiernan y los que no, que se vuelve cíclica y absolutamente perjudicial para las ciudades, puesto que configura un palimpsesto humano y urbano, que borra y reescribe lo mismo por décadas, rompiendo el pergamino y dejando a los que vienen la decisión de repararlo con todas las reglas de restauración, para rescatarlo y exhibirlo como la prueba reina de la arrogancia de los argumentos de poder o simplemente desecharlo y olvidar para siempre los orígenes. Lo segundo es la tendencia.

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