La barbarie ad-portas

Autor: Darío Ruiz Gómez
28 mayo de 2018 - 12:10 AM

El monstruoso añadido a los pactos de Paz de que “decir toda la verdad no implica responsabilidad alguna por parte de quien confiesa los hechos” ¿no es una burla a cualquier intento de restablecer la paz?

Se habla de dar paso políticamente a un nuevo país. ¿Es esto posible fuera de la vacía retórica populista? La historia del Siglo XX y XXI nos demuestra a través de la infame experiencia de los totalitarismos políticos o religiosos que es imposible cambiar una sociedad radicalmente. La férrea dictadura burocrática china nos recuerda el extremo sadismo a que se ha recurrido por parte de esas dictaduras en la tarea de crear una sociedad pretendiendo modificar mediante la tortura la conciencia de aquellos que como individuos se negaron a someterse a la esclavitud. El régimen de los Ayatolás en Irán da fe aún de lo que supone “cambiar una sociedad en sus hábitos y lenguajes para hacer una nueva sociedad” y de lo que supone la imposición de un dogma religioso a través de una permanente represión de todo pensamiento diferente a su ortodoxia. Puedo sonar repetitivo en mi continua tarea de recordar que estamos permanentemente ad-puertas de la barbarie sin que en la inconsciencia de nuestra clase dirigente nos demos cuenta de lo que supone la pérdida de las libertades y la enajenación en una dictadura disfrazada de reivindicaciones sociales. Los disfraces del populismo y del nacionalismo ya no operan solamente, caso del País Vasco y de Cataluña, sobre las llamadas bases populares, sino que se han arraigado sobre todo en las pequeñas burguesías rurales, en cierta clase media urbana, en algunos grupos del magisterio. Esto es lo que estamos viviendo en Colombia tal como lo pone de presente el sector de la Iglesia Católica que ha dado protección a un delincuente como Santrich esgrimiendo supuestas razones de tipo humanitario que no son ciertas ya que este sector de la Iglesia ha mantenido, bajo la influencia de la llamada Teología de la Liberación, condenada curiosamente por el Papa, el enfoque mesiánico que identifica los movimientos marxistas leninistas revolucionarios con la llamada “Iglesia de los pobres y los explotados”. ¿Ha cambiado en algo la situación de miseria de los pobres en las llamadas reservas campesinas? Las falsas utopías suelen seducir fácilmente a los espíritus débiles tal como sucedió en Cuba y en Venezuela con los intelectuales que apoyaron irrestrictamente la dictadura y hoy ante la pavorosa miseria que viven esos pueblos, callan descaradamente. ¿Se han dado cuenta las jerarquías católicas del gran escándalo moral que en los católicos – y yo lo soy- ha causado esta desacertada intervención? ¿Se dio cuenta el ministro de Justicia con su permisibilidad de que está dejando a Colombia fuera de la órbita de las Naciones civilizadas del mundo?

Lea también: La paz totalitaria

El monstruoso añadido a los pactos de Paz de que “decir toda la verdad no implica responsabilidad alguna por parte de quien confiesa los hechos” ¿no es una burla a cualquier intento de restablecer la paz? El destino de la civilización y la cultura no puede quedar reducida a una discusión electoral pues al ponerse al descubierto las verdaderas intenciones de la JEP se ha hecho más claro el intento de destrucción de nuestra institucionalidad, el objetivo de colocar contra el paredón a aquellos que ellos consideran como sus enemigos políticos. No votamos solamente para elegir un Presidente, votamos acudiendo desde la razón a los reclamos de la democracia a la cual sus enemigos quieren precipitar en el abismo. 

Vea también: El esperpento político

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