El barrio Laureles localizado en la Comuna 11 de Medellín, se desarrolló pausadamente durante el proceso urbano de esta ciudad, cuando se adelantó su expansión hacia el occidente.

Diferentes planes de desarrollo de esta ciudad, han orientado su estructura según políticas que estimulan, o desestimulan lo que se proponen. Basta recordar el sector de San Antonio, la plaza de mercado de Guayaquil, y el barrio de San Benito.

A mediados del siglo XX, el barrio Laureles se desarrolló bajo disposiciones de construcciones de mediana altura, en su mayoría de dos pisos, en amplios lotes, logrando un conjunto muy armónico.

La oficina de planeación entendió, un poco tarde, el valor histórico arquitectónico de los barrios que conservaban sus viejas y valiosas propiedades, como en el  Barrio Prado, por lo que lo declaró patrimonio arquitectónico de la ciudad. Procedió a reglamentar las normas urbanas para este barrio, buscando conservar su identidad.

Esto no pasó con el viejo barrio San Benito y el barrio Boston, que habían iniciado su decadencia, que conservaban aun construcciones antiguas de valor arquitectónico, continuando su decadencia urbana.

Más adelante el plan de desarrollo buscó un amplio crecimiento urbano en altura, la densificación urbana, que fue una herramienta qué logró una mayor rentabilidad del suelo.

Por su estructura, el barrio Laureles mostró tener unas condiciones óptimas para la aplicación de esa reglamentación, por lo que inició un proceso de atracción para inversionistas, que fueron adelantando construcciones en altura, de mucha rentabilidad económica, destruyendo el patrimonio arquitectónico de amplias zonas del barrio.

En el barrio Laureles, continúa el fenómeno de la densificación por las edificaciones en altura, en donde casas de gran valor arquitectónico y económico, dieron paso a construcciones en altura, borrando la memoria histórica del tradicional y bello barrio.

Lea también: Planeación de las vías urbanas

Pero, no se puede olvidar que el barrio está soportado por una infraestructura propia de las viejas densidades de población, por lo que va perdiendo entre otras cosas, su capacidad vial por el alto crecimiento del parque automotor, y la deficiencia o ausencia del transporte público masivo.

Pienso que algo que identificará las ciudades del mañana, es la conservación de sus barrios tradicionales, con estructuras urbanas que permitan leer sus historias.

La planeación urbana moderna posee los mecanismos para propiciar procesos, que permiten incentivar el desarrollo, como también para desacelerarlo.

Hay que hacerle una reingeniería a Medellín; ¿por qué no se ha desarrollado adecuadamente gran parte de los cuadrantes que componen el centro de Medellín? Después de su deterioro progresivo, no se han aplicado políticas adecuadas para volverlo atractivo para una población que el centro necesita, para retomar su vitalidad necesaria.

Le puede interesar: Obras y acciones prioritarias

El pasado nos interroga sobre: ¿Cuál es la Medellín que queremos? ¿La pacífica, de gran calidad de vida urbana? ¿O la congestionada, de grandes edificaciones en altura, orgullosa de su arquitectura moderna símbolo de la pujante sociedad de consumo, con altos volúmenes de tránsito, con no muy buena calidad de vida, pero que es la para mostrar?

Con normas que establezcan las zonas en donde únicamente se puede y se debe densificar en Medellín, lograremos la Medellín que queremos, la que deseamos. La reglamentación en cuanto a densificación, no debe ser generalizada pera toda el área urbana, debe ser orientada hacia zonas, que hay muchas, que no destruyan el patrimonio arquitectónico, y que realmente den un desarrollo armónico urbano.