Es portadora de valores que deben contribuir, mediante la formación de ciudadanos, a la creación de una ética civil que propicie la urgente restauración de la moral pública.
Durante la vigencia de la Constitución de Rionegro expedida en 1863, en pleno Período Radical se funda la Universidad Nacional de Colombia en 1867, con el fin de desarrollar una educación superior de calidad, con carácter laico y reconocimiento de la libertad de cátedra, principios estos dos sin mayor aplicación en la historia anterior del país.
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Su primer rector fue Manuel Ancízar, a quien se le atribuye un lúcido texto que muestra su grandeza para la época:
“Aquí, en vez de armonizar la inteligencia con los brazos, como en los Estados Unidos… el trabajo material y el pensamiento andan reñidos… El libro y el arado son incompatibles; la pluma y el martillo son irreconciliables. Queremos vivir de abstracciones, alimentarnos de palabras, alejarnos de la clase trabajadora, respirar el aire de las teorías. El colegio es la antítesis del taller. Nos parece un contrasentido que quien hace muebles haga también versos y estudie los principios de la ciencia.”
No solo don Manuel pensaba así. Cuenta Frank Safford, en su libro titulado El ideal de lo práctico – El desafío de formar una élite técnica y empresarial en Colombia, que algunos padres de familia habían enviado sus hijos a estudiar en Estados Unidos con el fin de que se orientaran hacia una educación técnica y práctica. Para Safford fue sorprendente que entre 1821 y 1903 un minoritario sector de la sociedad granadina deseara apartarse de la marcada preferencia por la política, el derecho y la burocracia, al igual que por las obras literarias, poéticas y gramaticales; y, además, resuelto a oponerse al tradicional menosprecio del trabajo manual.
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Dichos esfuerzos tuvieron en Antioquia una expresión en la Facultad de Minas cuando sus fundadores Tulio y Pedro Nel Ospina proclamaron la necesidad de la “ciencia útil”. Un reciente libro de la Universidad de Antioquia, Memorias del Foro presencia de Antioquia en la construcción del país, señala que el ideal indicado por Safford fue todo un programa de la dirigencia antioqueña que se expresa en la Universidad de Antioquia, la Escuela Normal, la Escuela Nacional de Artes y Oficios, y la Escuela Nacional de Minas, siendo ésta la que en forma más definida encarnó dicho principio.
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Muchos altibajos tuvo la Universidad Nacional en las siguientes décadas, pero vivió un momento estelar durante los años de la Revolución en Marcha que corresponden al gobierno de Alfonso López Pumarejo entre 1934 y 1938. Se inicia la reunión de las dispersas facultades de la institución en los históricos edificios de un campus de gran tamaño conocido como la Ciudad Blanca.
Y en ese mismo período ocurre un hecho trascendental. Por primera vez la Universidad Nacional incorpora un centro de educación superior fuera de Bogotá, inicio de un proceso indispensable para que el Alma Mater de Colombia pudiera ser de veras un proyecto nacional. Así, en 1937 la antigua Escuela de Agricultura Tropical y Veterinaria, fundada en Medellín en 1914, es incorporada a la Universidad con el nombre de Facultad de Agronomía de Medellín. Dos años más tarde ocurre lo propio con la Escuela Nacional de Minas, fundada en 1886 e incorporada con el nombre de Facultad de Minas de Medellín. De esta manera, Antioquia contribuye al progreso de la Universidad Nacional con dos de los proyectos regionales más exitosos de su historia.
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Con posterioridad, se va configurando la sede Medellín con nuevos centros de educación superior: la Facultad de Arquitectura en 1954, y las Facultades de Ciencias y de Ciencias Humanas y Económicas en 1975. Por su parte, la Universidad Nacional está integrada en la actualidad por cuatro sedes andinas, Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira; y por cuatro sedes de frontera, Amazonia, Caribe, Orinoquia y Tumaco.
Con motivo del sesquicentenario de la Universidad Nacional de Colombia y los 80 años de su sede Medellín, la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, conjuntamente con su Capítulo de Antioquia, ha programado una ceremonia académica para expresar su reconocimiento y admiración por los logros de aquellas. El acto tendrá lugar en la tarde del jueves 7 de septiembre en el Aula Máxima Pedro Nel Gómez de la Facultad de Minas y contará con la presencia del rector de la Universidad, el vicerrector de la sede, el presidente de la Academia y el distinguido exrector Moisés Wasserman.
Reflexión final. Vive el país una gran crisis cono consecuencia de la degradación de la vida política, la aterradora situación de la justicia y una corrupción pública y privada que causan espanto. Por fortuna, la Academia Colombiana de Ciencias celebra hoy una Universidad que es centro de conocimiento y búsqueda de verdad. Pero celebra también que la Institución es portadora de valores que deben contribuir, mediante la formación de ciudadanos, a la creación de una ética civil que propicie la urgente restauración de la moral pública.