La Nubia superó 3-0 a Itagüí y se coronó campeón del Ponyfútbol en una tarde mágica para los chicos del equipo de Belén.
Una hora por delante para hacer realidad el sueño de muchas noches, un sueño egoísta al fin y al cabo porque no puede ser para todos. Sólo 18 niños al final de la tarde asegurarían entrar al exclusivo club de campeones del Ponyfútbol. La primera gran historia para contar en un futuro, aunque no lleguen a ser futbolistas profesionales. (La mayoría de ellos no lo serán).
A buena parte del público se le olvidó rápidamente que se trataba de un juego de niños y hasta el final del partido se sintió la presión desde la grada.
En la cancha hubo un acuerdo implícito de buen trato al balón. Itagüí buscó sorprender con el ímpetu de los primeros minutos pero luego tuvieron que ceder terreno y apelar al amor propio para mantener su arco en cero.
La Nubia comenzó con su tarea de demolición y las opciones de gol llegaron de forma inevitable, en los pies de Sebastián Girado (el que conduce el balón en la imagen). Tres opciones erradas, incluyendo un penalti, fue el saldo del primer tiempo para el delantero cartagenero, quien no se amilanó y en el segundo período salió a la cancha con la cabeza en alto divisando todo el público con su mirada segura. Público que al final del juego honraría su talento, sus dos goles en la final y los doce tantos a lo largo del torneo, méritos suficientes para dejar su huella imborrable en la Cancha Marte.
El otro tanto fue obra de Andrés Palacios, para firmar un 3-0, merecido para los niños de La Nubia y doloroso para los pequeños de Itagüí.
Tras el pitazo final, el verde césped de la Marte se tiñó de colores. Para la mayoría de chicos de La Nubia ese momento estará en el podio de los mejores recuerdos de la vida. Para otros pocos, será el comienzo de una carrera. “Llevo un año y medio en Medellín, vine de Cartagena a cumplir una ilusión, y trabajo todos los días para lograrlo. Yo quería ser campeón y goleador del Pony y lo logré. Ahora voy por más”, expresó Sebastián Girado, goleador del torneo y quien tiene todo el perfil para llegar lejos.
El título también fue un anhelo cumplido para Stiven y Juan Carlos Sánchez, técnico y asistente, hijo y padre. Quienes se propusieron un objetivo juntos y lo lograron. “Ser campeón con mi hijo es uno de los momentos más lindos que me ha dado el fútbol”, expresó el extécnico del Envigado.
Se apagan pues las luces y cesan los sonidos del Ponyfútbol en la Cancha Marte. Volverá en doce meses como siempre para recrear los sueños de cientos de niños.
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