Infundir miedo a través de la mentira y la calumnia para conseguir beneficios electorales está de moda.
Infundir miedo a través de la mentira y la calumnia para conseguir beneficios electorales está de moda. Recientemente el abogado Fernando Londoño Hoyos, director de La Hora de la Verdad y alto dirigente del partido Centro Democrático, publicó la siguiente noticia:
“El arzobispo de Cali reunió a los sacerdotes diocesanos de Cali en un centro de retiros en Tuluá. Llegaron en camionetas lujosísimas 3 personajes: Calarcá, Sandino y un bandido Cepeda. El arzobispo los obligó [a los sacerdotes diocesanos] a votar por las listas de las Farc o quedan suspendidos”.
De inmediato, la Arquidiócesis de Cali emitió un comunicado en el que desmiente tales afirmaciones. Uno de sus apartes dice:
“Quienes estuvimos en la reunión pastoral damos fe de que solamente el Arzobispo, que tenía una reunión privada con algunos miembros del partido político Farc, los saludó públicamente, los presentó como ciudadanos en un signo de cortesía, y de inmediato y sin que hubiera ningún comentario adicional, se dirigió con ellos a la reunión acordada […]. Damos fe que de sus labios nunca se escuchó una instrucción en el sentido calumnioso que el señor Fernando Londoño expone […]”.
Y agrega: “Antes, por el contrario, en un taller que se realizó en el encuentro de Tuluá, se tuvo la oportunidad de leer y profundizar el comunicado de la Conferencia Episcopal Colombiana […] con los criterios que los Obispos presentan para las jornadas electorales, ratificado por Mons. Monsalve, en el sentido de que ningún sacerdote puede hacer uso de su investidura para tomar partido públicamente ni orientar a los fieles sobre candidatos específicos”.
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Queda planteada la pregunta: ¿A quién creerle, a Fernando Londoño Hoyos o a la Arquidiócesis de Cali y, de paso, a monseñor Darío Monsalve Mejía?
Lo primero que quiero destacar es que Londoño Hoyos no cita la fuente de la noticia, no hay evidencia de que venga de algún testigo, mientras que el comunicado de la Arquidiócesis está respaldado con sus nombres por varios sacerdotes que estaban presentes en esa reunión.
Ante mis ojos, Londoño Hoyos perdió su credibilidad desde que violó la ley para quedarse indebidamente con las acciones de Promigas que eran propiedad del Estado colombiano. Además, nos tiene acostumbrados a la mentira. Ha afirmado que el acuerdo de paz cambiará el modelo económico del país en favor del comunismo; que las tierras en las cuales se localizarán los exguerrilleros serán grandes latifundios que se les expropiarán a sus actuales dueños; que las curules de la jurisdicción especial para la paz (que al fin no fue aprobada) serían para los miembros de Farc; que hay un complot orquestado por la Fiscalía General de la Nación y ordenado por el presidente Santos para asesinar a quienes se opongan al proceso de paz; que la iglesia católica apoya masivamente el proceso de paz, entre otras, pero se ha demostrado que todas esas afirmaciones son falsas. Su programa, en honor a la verdad, podría llamarse La Hora de la Mentira.
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Por el contrario, puedo manifestar que confío en la rectitud de intención y de palabra de monseñor Darío Monsalve Mejía, pues los conozco a él y a su familia desde hace muchos años. Sé que su apostolado episcopal se ha centrado en trabajar en favor de la paz con los grupos armados en conflicto y en la reparación de las víctimas, desde cuando fue obispo auxiliar en Medellín, luego obispo de la Diócesis de Málaga-Soatá y ahora arzobispo de Cali, y que ha actuado con criterio cristiano, social y jurídico en las negociaciones de paz, y en sus aportes a la liberación de secuestrados. “Bienaventurados los pacíficos” y “por sus actos los conoceréis” se lee en el Evangelio.
Estoy de acuerdo con el proceso de paz, aunque reconozco que no es perfecto. Desapruebo que las Farc no estén cumpliendo sus obligaciones de reconocer sus crímenes y reparar a las víctimas. No estoy de acuerdo con que los miembros de este partido que hayan cometido delitos atroces y de lesa humanidad se presenten como candidatos a las elecciones. Pero también desapruebo la mentira y el miedo, y más cuando se usan con fines innobles. En este desafortunado incidente protagonizado por Fernando Londoño les creo a la Arquidiócesis de Cali y a monseñor Darío Monsalve Mejía.