Decide medir la felicidad de sus habitantes para tratar de encontrar el índice de la felicidad interna bruta.
El reino de Bután es un pequeño país asiático, ubicado en la cordillera del Himalaya, sin salida al mar y heredero por parte de los tibetanos del budismo como forma de vida. En 1972, Jigme Singye Wangchuck, su rey, ya cansado de las múltiples críticas por las dificultades financieras derivadas de una economía basada en el budismo decide medir la felicidad de sus habitantes para tratar de encontrar el índice de la felicidad interna bruta (FIB) de todo el reino. Este cálculo se hace basado en nueve dimensiones donde se revisan objetivamente los niveles de bienestar psicológico (1), el uso del tiempo (2), la vitalidad de la comunidad (3), la diversidad medio ambiental (4) y adicionalmente toma los datos de atención, cobertura y calidad en las áreas de educación (5), cultura (6) y Salud (7). También se indaga sobre el nivel de vida (8) un concepto que se mira de cara al bienestar, no a la calidad de vida y por último el gobierno (9). La medición se realiza a través de un cuestionario de 180 preguntas que se aplica a la población. Califica el bienestar y la felicidad aplicando el método de reconstrucción del día (Daniel Kahneman – Nobel de Economía 2002), que básicamente se desarrolla llevando un diario de las memorias del trabajo y sucesos ocurridos durante el día.
Lo que se empieza a evidenciar de todo este ejercicio es que valores subjetivos como el bienestar y la felicidad son más relevantes e importantes que los valores objetivos como el consumo y la calidad de vida, pues en definitiva el que más tiene paradójicamente no necesariamente es el más feliz y por ende los niveles de eficiencia en el desempeño laboral y social afectan de alguna manera la economía.
Desde el 2006 se hace una medición en 146 países que arroja como resultado el índice del planeta feliz (New Economics Foundation) y entrega un dato contundente para el mundo, la mayoría de los primeros 10 lugares son ocupados por países de Centroamérica y El Caribe, convirtiéndonos en el territorio más feliz del mundo. Esto refrenda justamente que sea en Chile, concretamente en la ciudad de Quillota que durante estos días se lleve a cabo el encuentro internacional de municipios por la felicidad, donde exponentes del mundo compartirán todos los avances en políticas de gestión por el bienestar y la felicidad de sus habitantes.
En este espacio compartiré algunas de las experiencias encaminadas a la construcción de #CiudadaníaAntesQueCiudad que hemos desarrollado en ciudades de América Latina y que definitivamente hace que la participación de los habitantes impacte casi la mitad de los indicadores que se evalúan a la hora de medir la felicidad interna bruta. Es que el gobernante decide y todos los demás obedecemos sin mediar ningún tipo de participación validadora de la ciudadanía, o peor aún, asumiendo que una incipiente socialización de las intervenciones da por hecho que todos quedaron informados y de acuerdo. Esta es la queja más recurrente a la que nos enfrentamos usualmente a cada ciudad que vamos, por lo que en la propuesta para este encuentro ponemos como primer postulado para ser estudiado por las ciudades y los expertos asistentes la hipótesis de que la Felicidad Interna Bruta (FIB) aumenta con la construcción de #CiudadaníaAntesQueCiudad