El presidente peruano tiene las horas contadas para obtener el apoyo de los parlamentarios no fujimoristas si quiere retener la jefatura de Estado.
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, se jugará este jueves su futuro político en el Congreso con la única esperanza de encontrar los aliados políticos suficientes para seguir en el cargo y frustrar la moción que pide destituirlo por "incapacidad moral permanente".
Para sacar a Kuczynski de la Presidencia, el parlamento necesita 87 votos de un hemiciclo de 130 congresistas, algo factible si se tiene en cuenta que el pedido con la iniciativa fue admitida con 93 votos a favor, gracias en parte al fujimorismo, que domina el Congreso con mayoría absoluta. Para la crucial votación, son seguros 69 votos del partido fujimorista Fuerza Popular, cuyo portavoz, Héctor Becerril, ya ha anunciado que votarán en bloque a favor de la destitución, independientemente del alegato de más de una hora que Kuczynski hará frente al pleno del parlamento antes de la votación.
El único fujimorista que presumiblemente votará en contra será Kenji Fujimori, hijo menor del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, que en los últimos meses ha manifestado divergencias con las decisiones del partido que dirige su hermana, Keiko Fujimori.
También han anunciado que votarán a favor de la destitución los diez parlamentarios del Frente Amplio de izquierdas, los nueve de Alianza Para el Progreso (APP), al menos tres de los cinco del Partido Aprista Peruano (PAP) y parlamentarios independientes Yeni Vilcatoma y Roberto Vieira. Sin manifestar todavía ningún sentido del voto están los diez legisladores del bloque izquierdista Nuevo Perú, los cinco del centrista Acción Popular y dos del Partido Aprista.
El único apoyo seguro de Kuczynski en esa votación serán los 18 congresistas del partido oficialista denominado Peruanos Por el Kambio (PPK), quienes se encuentran en clara minoría dentro del hemiciclo peruano. Aunque pareciera que la decisión ya está tomada, el mandatario peruano aún tiene un día para, con el agua al cuello, negociar con la izquierda peruana y con Alianza Para el Progreso en pos de que le permitan mantenerse en el cargo.
No es la primera vez que el futuro de Kuczynski puede estar en manos de la izquierda, pues el apoyo que la candidata Verónika Mendoza le dio en las elecciones presidenciales de 2016 fue clave para que ganara los comicios a Keiko Fujimori con una diferencia de apenas 40.000 votos. Ese reparto de poderes, con Kuczynski en la Presidencia y el Congreso en manos de Keiko, hizo que el fujimorismo haya sometido al Gobierno peruano a una presión casi insostenible hasta provocar constantes crisis en los últimos meses.
Solo en el último año, el fujimorismo forzó la censura de dos ministros, entre ellos uno de Educación y un primer ministro, y la renuncia de otros dos, entre ellos el de Transporte y Comunicaciones y el de Economía y Finanzas. Ahora, los fujimoristas, en connivencia con el Frente Amplio, apuntaron más alto y buscan destituir al mismo presidente del país, bajo la acusación de haber mentido al supuestamente ocultar vínculos con la constructora brasileña Odebrecht, protagonista del mayor escándalo de corrupción de Latinoamérica.
Lo señalan por presuntamente haberse lucrado cuando era ministro en el Gobierno del expresidente Alejandro Toledo (2001-2006) con consultorías brindadas por su empresa Westfield Capital al grupo Odebrecht, por las que pagó más de 782.000 dólares entre 2004 y 2007.
Aunque los eventuales delitos que Kuczynski pudiese haber cometido ya han prescrito, la decisión en el Congreso es esencialmente política, por lo que el mandatario no solo tiene que demostrar su inocencia, sino también, y especialmente, negociar con sus oponentes para obtener un resultado favorable.