Hace unos pocos años anunciaban su gira de despedida, pero el buen momento de la banda no sólo los hizo dimitir de la idea sino que encontraron la fórmula para producir 2 trabajos más, siendo Firepower su más reciente álbum que vio la luz el pasado 9 de marzo.
Judas Priest fue una banda subvalorada en los setentas y fue después que les llegó el reconocimiento con un sonido que junto al de Black Sabbath, perpetuaba claramente el heavy metal, que se forjó incluso con la potencia que inyecta el tener dos guitarristas y la voz del metal en Rob Halford. Muchos bateristas pasaron en sus primeros trabajos, pero se recuerdan más por su duración a Dave Holland (de 1979 a 1989, con la noticia de su muerte súbita el pasado 16 de Enero) y al potente y estirado Scott Travis (1990 hasta hoy). Es remarcable la sección rítmica que da cuerpo y profundidad al sonido de Judas con el bajista fundador Ian Hill, quien se caracteriza por situarse siempre en los conciertos a su lado izquierdo y hacia atrás de la tarima, donde ha dicho que se siente muy cómodo en su espacio.
Con la salida del guitarrista cofundador KK Downing en 2011, debido a motivos personales, Judas Priest se embarcaba en la gira de despedida Epitaph Tour y en su lugar llegaba Richie Faulkner, músico británico que había estado en la escena con varias bandas. El éxito y fervor mundial de sus seguidores en las presentaciones en vivo fue suficiente para continuar la banda, creando más música ya en el 2014 con Redeemer of Souls.
A sólo semanas de anunciar su decimoctavo álbum Firepower, se revela públicamente el diagnóstico de Parkinson del guitarrista Glenn Tipton. “Glenn ha estado batallando por 10 años sin dejar de tocar y escribir música, pero ahora su rol en la banda ha cambiado, ya que él puede tocar guitarra, pero su dificultad se da cuando hay que ejecutar las canciones más exigentes. Lo más probable es que lo tendremos esporádicamente acompañándonos en algunos conciertos” dice el vocalista Rob Halford en una reciente declaración.
Para Firepower Judas Priest contó con el conocido productor Tom Allom (quien estuvo en tres trabajos) y el prestigioso productor británico Andy Sneap, quien además como guitarrista ha reemplazado en las giras a Glenn Tipton. Juntos, con la experiencia del primero y la habilidad contemporánea del segundo, hicieron que la banda tocara juntos los arreglos previos a la grabación en lugar de que cada músico lo hiciera por separado, y funcionó, en comentarios de la banda. “Para las letras soy un libro abierto” comentó recientement Halford para la revista Metal Hammer. “Escribo metafóricamente de lo que me rodea tanto de la vida real como de la fantasía del mundo del metal, así sea política o medio ambiente, pero siempre siendo algo ambiguo para que cada quien reflexione sobre el contexto”.
En la promoción del álbum, la banda ya ha adelantado hasta hoy las tres canciones con las que se inicia el trabajo: Firepower como audiovideo, Lightning Strikes como videoclip y Evil Never Dies como un promo, con excelente energía. También hay canciones que contrastan y diferencian los ritmos como la oscura Necromencer, la instrumental con piano Guardians, riffs pesados y voces melódicas con Children Of The Sun, Spectre y Lone Wolf, en total 14 canciones y casi la hora de duración.
Y así como en los inicios de los ochentas, cuando Judas Priest recargaba su imagen con sus carátulas del vengador alado Screaming for Vengeance y Defenders of the Faith, el diseño de Firepower nos recuerda esa época, con una máquina veloz mucho más enérgica y envuelta en llamas. Los rockeros vivimos un momento maravilloso y nostálgico a la vez, pues las grandes bandas de los setentas que aún continúan nos siguen regalando nuevos trabajos y conservando en parte, su estilo característico. Dentro de algunos años ya no las tendremos ni siquiera en escena y es por ello la importancia de este trabajo de Judas Priest, casi llegando a sus 50 años de actividad.