Juan José Cardona luce frágil dentro de la cancha de arcilla que hierve por el sol y que convierte cada paso en un desgastante esfuerzo. Pero nada más alejado de la realidad porque, pese al calor, su concentración es inalterable, y además le quedan alientos para llevar el marcador del juego, el cual avisa con tono serio a su rival cuando finaliza cada punto. Y es que en las categorías infantiles como la de Juanjo, quien es sub-10, hasta los partidos por competencias oficiales se dejan bajo la responsabilidad de los pequeños, quienes se hacen cargo de llevar la cuenta del marcador y de todas las vicisitudes del compromiso, dando una muestra de verdadera deportividad.
En menos de una hora el partido está definido; la superioridad de Juan José ante su rival en cuanto a técnica es más que evidente. Pero hay otra diferencia, mucho más concluyente: Juanjo lleva el deporte en la sangre; el sudor y el esfuerzo es el legado de su papá, Juan Carlos Cardona, quien pasó gran parte de su vida corriendo extensos trayectos para lograr hallar lo que buscaba. Y lo hizo; pues con tres Juegos Olímpicos a cuestas, un bronce en Juegos Panamericanos y grandes actuaciones en las carreras más prestigiosas del planeta, Juan Carlos es uno de los maratonistas más importantes en la historia del país. Él también aparentaba fragilidad con sus 60 kilos de peso en medio del brutal empeño de correr a lo largo de 42 kilómetros. 
“Yo admiro mucho a mi papá, porque me ha enseñado que para lograr todo lo que uno sueña en el deporte toca entrenar muy duro”, dice Juanjo, quien sintió ese silencioso mensaje que llaman vocación cuando apenas aprendía a caminar con firmeza, y probando deportes encontró el suyo: el tenis. “Mi papá  vio que me gustaba y me regaló mi primera raqueta a los 2 años”, cuenta el pequeño tenista.
Y aunque viene de una excelsa dinastía de atletas, (sus tíos, Juan David y Evelio, también son maratonistas profesionales), Juanjo tiene claro a sus 10 años que su camino deportivo está en las canchas de tenis. 
Para alcanzar su sueño de ganar el Festival de Tenis, Juan José entrenó durante un mes en interminables jornadas, bajo el picante sol de La Ceja (donde vive). Por la tradición atlética de su familia sabe que su cuerpo resiste y responde bien ante la exigencia y aprovecha esas ventajas para tallar pacientemente su técnica.
En el tenis admira a Roger Federer por su talento natural. Pero más que a cualquiera, admira a su papá, el hombre que le heredó en la sangre el amor por el deporte y que luego le enseñó el valor de la disciplina y el esfuerzo. “Mi papá me dice que cuando esté por el mundo en torneos importantes, me acuerde de lo que él me decía y todo lo que hice para lograr eso. Y que no me olvide de llevarlo”, cuenta Juanjo mientras sonríe y se prepara para su próximo juego.